El día de Andalucía del pasado año conocimos una canción que nos hizo sangrar como heridos de un rosal y mantenernos palpando el hierro de la cárcel en la que nos atrapó para siempre Abbi Fernández. Ha ocurrido de nuevo este año, magnificando esta vez el efecto de aquella Luna de sangre, cuando ha lanzado Autoclave también el 28 de febrero.
«Un autoclave es un aparato que sirve para esterilizar objetos o sustancias situados en su interior. Mi canción está pensada para la esterilización del alma; no necesita receta ni produce efectos secundarios más que la reconciliación con uno mismo y la calma chicha del parloteo mental». Abbi Fernández nos esteriliza el alma y nos hechiza con esta canción de pop embrujado de difícil catalogación. Nos abduce y nos hace romper el cristal para que nos deslumbre la serenidad, nos anima a salir, enterrar en cal los recuerdos y sobrevivir. Dulces pasajes construidos por la voz, esa prodigiosa voz, de Abbi, doblada, resaltada, que de pronto estallan en pedazos por la fuerza de la guitarra de Carlos Erbez y sus acordes de regusto clásico del hard rock. Una nueva metamorfosis se produce cuando entre los poderosos riffs se va abriendo paso la flauta de Juan Carlos Passas en un pasaje sublime de duelo con la guitarra, en el que el bajo de Rafa Torres y la batería magistral de Roque Torralva actúan como cadena que nos mantiene atados al suelo para poder llegar al final y que de nuevo nos seduzca la voz, esa voz de sensibilidad extrema de Abbi, doblada, resaltada, subyugante…
Autoclave es una canción compuesta en letra y música por la propia Abbi Fernández, grabada con los músicos ya mencionados en los Estudios Pelícano, por Jesús Chávez, también técnico de masterización. El video lo ha realizado Abbi, en fructífera sociedad con Tridi Puñema y foto fija de Ana González Sosa; en él aparece junto a las bailarinas María José Villar y Sira Alonso de Alarcón, plenas las tres de una belleza resaltada por el vestuario y estilismo de Anita Cortez.
Como ya sabíamos del ingenio, consustancial al genio, de Abbi Fernández, puesto al servicio de la composición e interpretación, no nos parecen inesperadas sus extraordinarias canciones y los videos con que las ilustra; aunque como nunca sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a la modernidad y a las cosas que hacen progresar el mundo de la música, andamos muy huérfanos de ocasiones en las que poder paladear estas canciones en directo porque como ella misma nos dice, «me encantaría poder tocar con mi proyecto de composiciones propias pronto, pero se ve que Sevilla no me acoge todavía, así que habrá que dejarlo madurar». Mal camino es mantener la puerta cerrada al terremoto emocional que supone escuchar en vivo a Abbi Fernández, por lo que para meternos de lleno en su mundo tendremos que seguir la senda del material grabado; aunque tampoco tenemos esperanzas de volver a llegar pronto a nuevos pastos verdes: «Yo estoy generando nuevo material continuamente, pero de momento tengo pensado dejar de publicar canciones nuevas y cambiar de estrategia; en mi cabeza ya está el álbum que tengo pensado, pero es prematuro hablar de él y prefiero centrarme en lo que ya tengo publicado y dentro de poco colgarlo en Spotify y las plataformas habituales para que se pueda escuchar bien. Y a partir de ahí, esperar a que suene la flauta». Cuando lo haga, cuando suene esa esperada flauta, déjate atraer por ella como las ratas de Hamelín. Sigue su sonido hasta donde te lleve, porque lo hará hasta donde Abbi Fernández y una banda de tres o cuatro músicos más te harán sentir en un mundo aparte, desbordante de imaginación, con giros vocales de pura fantasía arropados por instrumentales atemporales; te harán conocer lo que es la música que pervierte los valores establecidos de una escena musical convencional. Esperemos que las propiedades únicas de intérpretes como Abbi dejen de estar pronto penadas por la miopía del entorno cercano; todos saldremos ganando.