Empieza uno por sumergirse en un mundo lleno de ritmos a medios tiempos; empieza uno por querer levantarse del asiento y bailar; el inicio del Disco fantasma de All La Glory está formado por un par de esas fantásticas canciones que lo arrollan todo, que van a por todas, que quieren hacer reaccionar al que las escucha y lo consiguen. Esas canciones son La noche silenciosa y Roma y ya las conocíamos porque habían sido dos de los adelantos del disco. También conocíamos ya Atacama, la tercera de las canciones, que baja un peldaño la acción, aunque no así la calidad, para dejar que nos vayamos ilusionando con un viaje imaginario por un lugar del que la voz de Pilar, que aquí sustituye a la de Juano, nos trae imágenes; y aunque nunca hayamos estado allí, podemos fácilmente reconocer las mil y una facetas que Sebas Orellana, que nació en esos lugares y es coautor de la canción junto a ella, nos va dibujando de cielos, de inmensidad… Además de ellos tres, en el disco también hay textos de Chencho Fernández y de Fran Pedrosa, el bajista del grupo.
Atacama es el paso previo para adentrarnos en las canciones nuevas, que hasta llegar al ritmo y el desenfreno de Señales nos va dejando por el camino una cadena de preciosos eslabones en forma de canciones bonitas, de las que Juano sabe escribir, con una delicadeza especial cuando sueña personajes como el de Mañana nunca llega. Un sueño que enlaza con una realidad palpable, la de sentirse perdido y al borde de hundirse tragado bajo una fina capa de hielo. A veces escuchando discos pasamos de un estado a otro con la misma facilidad con que saltamos de una a otra canción, por eso escuchando este Disco fantasma pasamos casi sin darnos cuenta de esa oscura realidad a un sueño coloreado de pop y juventud, envuelto en la música que salía de aquella tienda de discos de la calle Amor de Dios de la que esta siguiente canción, Tiempo récord, nos habla con tanto cariño mientras nos hace pensar en la futilidad del tiempo. Y de nuevo a la oscuridad de noches que no tienen amanecer en Magia negra; si el tiempo pasa rápido, ahora sabemos además que no hay futuro; pero no podemos lamentarnos de ello porque estamos ocupados repitiendo en nuestra cabeza una y otra vez el magnífico estribillo.
Disco fantasma me ha sonado como un disco consecuente, algo que ha sido puesto en orden pensando en que iba a ser escuchado por gente que lo entendería, sobre todo por la gente que tiene ya tras de sí un bagaje social y cultural paralelo al de Juano Azagra. Hoy igual que ayer tiene también ese corte cercano que nos hace pensar que cantar estas canciones en castellano en vez de emplear el habitual inglés ha sido una buena idea a pesar del riesgo que implica. Y estas canciones no nos suenan ajenas al estilo anterior de All La Glory, lo cual, sin saber si es una virtud o un defecto, puede muy bien hacer pensar a algunos que la banda ha llegado ya a ese punto en que ya no se evoluciona más y la vuelta de tuerca ha sido el cambio de idioma. Sin embargo, la evolución, con ser necesaria, exige también su momento, y no es este el momento de evolucionar radicalmente para All La Glory. Sus canciones, sus arreglos, el sonido que viene caracterizándoles desde hace tiempo todavía no está agotado, o mejor dicho, aún no ha agotado sus posibilidades y ahí están las Señales que lo indican, en la canción que lleva precisamente ese título. Después de tan fantástica canción, lo mejor es dejarse acariciar de nuevo por la voz de Pilar imaginando que a su son estás echando un Baile en la oscuridad con quien más te apetezca. Y si después de eso te apetece también saber los detalles técnicos del disco, te remito mejor a este otro artículo que publicamos cuando vio la luz.
