- Alvinas debuta con un epé homónimo que es un batiburrillo de estilos afilado e incisivo y de músicos de diverso origen dentro del underground andaluz
Como si su degustación tuviera efectos perniciosos –quizás los tenga– y precisara de dosis pequeñas y distantes en el tiempo, así nos ha llegado el debut de Alvinas, uno de los mejores secretos guardados del underground andaluz aunque con indiscutible marchamo sevillano también que por fin vio la luz este pasado lunes 15 de mayo. Y eso que los cinco impagables cortes que incluye este epé ya estaban bien armados y construidos hace al menos medio año, cuando esta infrabanda –así se autodefinen– los presentó en directo en la Sala X junto con otras gemas de la música sevillana más irreverente, Percha y Ramos Dual & Yul Navarro. E incluso en julio de 2022, cuando ofrecieron su primer bolo en Aracena (Huelva), donde en gran medida se ha gestado este proyecto peligrosamente adictivo.
Allí, en la sierra onubense, están radicados de hecho dos de sus componentes y núcleo duro de la formación, a saber: la sevillana Mercedes Almarcha (encargada de la voz y las letras, antes en Las Janes, Las Trú y Guantá) y el madrileño Rey Fernández (guitarras, vinculado a proyectos como Electric Garden, Pretty Fuck Luck, Webelos, Royal Cock o Lucro). De hecho, es en la residencia La Zarzuela, en Aracena, donde se han gestado en gran medida este combo y este disco, para el que la pareja ha reclutado a otros músicos de contrastada valía: el polifacético chileno Sebastián Orellana (batería, multinstrumentista y compositor en La BIG Rabia, Radio Huachaca, Sonidero Caleuche, Dios Perro, José Guapachá…) y el gaditano Jaime Sobrino (bajo, también en Vera Fauna), que son los otros dos miembros oficiales de Alvinas.
Porque, por si fuera insuficiente el mejunje, también tienen otros aliados adheridos a la causa, caso de Lorenzo Soria, encargado de las bases, relacionado con Bazofia, Industrias94, Guantá o Califato 3/4), además del dúo integrado por Jordi Gil y Martín Benavides, quienes se han ocupado de la parcela técnica en la grabación de los cinco temas, que tuvo lugar en junio de 2022 en Sputnik Recording Studio, amén de aportar instrumentación como veremos más adelante en el apartado de colaboraciones, que ha sido profuso igualmente. La producción, eso sí, ha sido una tarea compartida entre Orellana y Gil.
Una mezcolanza de almas inquietas que ha desembocado en un trabajo de corte experimental en el que los citados «no se cortan un pelo en combinar el garaje, el punk, el dub, la electrónica y la música de baile, resultando unas composiciones de corte bailón y tinte agroexperimental en la que los irónicos textos de Almarcha brillan como una manada poderosa de vacas albinas de ojos rojos», según la hilarante nota promocional que nos han enviado, y que arranca advirtiendo que el nombre de Alvinas procede del latín alvīnus, derivado de alvus, esto es, vientre. De manera que alvino sería algo «perteneciente o relativo al bajo vientre. Evacuaciones alvinas. Referenciando a una especie de psilocibe subtropical, tenemos el gusto de presentar a esta nueva banda de peculiares y curtidos músicos de aspecto albino y pigmentación reducida, caras B del underground andaluz».
Ellos mismos explican el germen de la banda en estos términos: «La amistad, el amor y el respeto por la música, la celebración de un cumpleaños y un mágico regalo son el detonante de la creación de Alvinas a partir de unos textos de Mercedes Almarcha y el nexo lisérgico que se crea entre los miembros en sus estancias en Aracena».
El flamante epé homónimo arranca con la descacharrante Mosca fueras –obsérvese el afán por jugar y retorcer hasta el mismo lenguaje–, en la que Benavides aporta las sinuosas notas de theremin mientras Almarcha grita un, dos, tres, mosca fueras repetidamente; continúa con Respira, donde ya asoma más claro el gusto de Rey por la onda de Jon Spencer Blues Explosion –más evidente incluso en el arranque del cuarto tema– y en el que además de ese instrumento aparecen teclados, triángulo y delays a cargo del propio Benavides y también el cencerro tocado por Pilar Angulo. No es la única ex componente de Las Janes que se suma a la fiesta, pues en Esperando hay coros de María Relator (y de nuevo teclados y delays de Benavides) mientras Mercedes recita en vez de chillar –si bien conforme avanza le entra el genio– las bondades de su actitud relajada; y en Yoga, la cuarta pieza, son Rocío Huertas (guitarra), Carolina Cebrino (batería) –por cierto, también responsable de la fotografía que encabeza el artículo– y otra vez María Relator (coros) quienes aportan matices junto al piano de –una vez más– Martín Benavides.
El disco se cierra con el corte más electrónico y bailable titulado Veneno, donde canta Lorenzo Soria, Jordi Gil toca sintetizadores y Sebas Orellana el bajo, una canción que precisamente utilizaron como primer adelanto del epé mediante un curioso videoclip firmado por Industrias94 que puedes ver bajo estas líneas. Si te los perdiste en el otoño, debes saber que por el momento no habrá ocasión de verlos en directo dado que gran parte de esta infrabanda se halla liada en otros menesteres, vamos, de gira con otros proyectos. Los problemas de ser un combo tan heterogéneo y una muestra más de la despreocupación de Alvinas a la hora de adaptarse a las normas preestablecidas: ellos lo presentaron el disco cuando les apeteció y les vino en gana en vez de ahora que tienen el disco recién publicado y listo para su promoción. Así son ellos, alvinos y raritos. Como debe ser, que lo convencional aburre.
Fotos Sala X: Concha Laveran