Muck and The Mires. Sala X. 22 de abril de 2019
El concierto de anoche en la Sala X fue de los que te dejan un sabor de boca especial; de los que te hacen rejuvenecer al mismo tiempo que te diviertes y piensas que la música pop es lo mejor que se ha inventado en este mundo. Anoche Muck and The Mires eran los Beatles transmutados en los Ramones. La frase que me ha servido para encabezar esta crónica no es mía, sino que la dijo el mítico productor Kim Fowley, que de esto sabía un rato largo, y realmente fue así: lo que tuvimos en el escenario de la Sala X fue el pop de los primeros discos de los Beatles interpretado con instrumentación de los 70. El pop de los años 60 pero hecho en el Detroit posterior a la Motown, la ciudad de los Stooges y MC5; los Mega City 4 en speed. El Mersey fluyendo por Motor City. Los cuatro peludos de Liverpool, cambiando los antros de Hamburgo por el CBGB…
Un concierto perfecto, emocionante y memorable el de estos cuatro tipos (bueno, tres y una tipa) de Boston, que no tienen nada que envidiar a tu banda favorita, cualquiera que esta sea. Muck & the Mires son Muck (Evan Shore) cantando y tocando una guitarra; Pedro Mire (Peter Sjostedt) en la otra guitarra y a veces cantando incluso mejor que Muck; John Quincy Mire (Hugh Beckett) en el bajo y Jessie Best (Linda Shore), una increíble batería que todo el tiempo me recordaba a (la que se había comido a) Violeta, la que destroza baquetas en Bala, un vendaval humano. Y todos juntos lograron recuperar la alegría que el rock and roll perdió con el grunge.
Canciones como Break it all, el pistoletazo de salida, o I’m down with that suenan como si se hubiesen escrito para aquella banda llamada The Rutles que los Monty Phyton se inventaron para caricaturizar a los Beatles, pero sin ser un guiño a ninguna canción específica de los Fab Four. Lo único que de verdad revela el hecho de que estas canciones no son en realidad de los años 60 es que en una de ellas mencionan los hashtags: la que se llama #Loneliness, uno de los petardazos de mayor calibre junto a esa otra pieza que guardaron para despedir el set a gran altura, I’m your man, que tenía un sonido más marcado de protogarage y era el tipo de canción que podrías imaginar que los Sex Pistols destrozaban en The Great Rock ‘n’ Roll Swindle.
De verdad que salí del concierto totalmente enganchado a esta colección de canciones de dos minutos que combinan armonías de tres partes, guitarras potentes, armónica en escasos pero precisos momentos; canciones al estilo de las primeras de Lennon y McCartney, sacadas adelante con una energía, intensidad y velocidad que no se parece en nada a lo que vengo escuchando en la radio y el internet en años. ¿Medios tiempos… para qué…? El que quiera escuchar una versión de lo más parecido a un hit que tienen, como es su Saturday, en plan baladita reposada, que la busque en sus discos, a los conciertos vamos a descontrolarnos y a dejarnos avasallar por músicos desbordantes de energía, que sin pretenciosidad alguna estén en el escenario a su antojo y que se note que no están intentando rellenar una hora y cuarto, sino que se estén divirtiendo tanto como tú. Que salgan al escenario con la sana intención de machacarte y que para lograrlo se conviertan en una poderosa máquina de rock. Que los músicos estén seguros de sí mismos y haya dinamismo entre ellos y los que les escuchan. Y así fueron estos Muck and The Mires, pura electricidad controlada; nada de solos pegoteros, sino melodías continuadas que no cansan en ningún momento y que te saben a poco, pop guitarrero con buenos coros e instrumentación furiosa.
Conciertos como este, que tanto abundan últimamente en la Sala X (apúntate el del jueves próximo, por ejemplo), le hacen despertar a uno del aburrimiento cotidiano y vivir una noche de lunes o de cualquier otro día intersemanal de intenso rock and roll. ¿No vale la pena? Pues no te quedes en casa y ven a disfrutarlos, que no volvamos a ser una treintena escasa de espectadores, como en esta gloriosa noche.