Beggar’s House. Cosmo’s Factory Club. 19 de febrero de 2022
Hasta esta noche no había tenido oportunidad de asistir a ningún concierto en el Cosmo’s Factory Club de Las Cabezas, y tenía muchas ganas de hacerlo porque el local se ha convertido en un referente de la escena musical de la provincia, por el que han pasado todas las bandas que tienen algo interesante que decir, algunas de ellas incluso ocupando ya un lugar de privilegio en cuanto a la organización de largas giras y nombre destacado en los carteles de los festivales, como es el caso de los Motoreta’s. Y todas las expectativas que llevaba no solo se hicieron realidad, sino que fueron ampliamente superadas, porque me encontré con un club pequeño, pero muy cómodo, de vista muy accesible sobre el escenario desde cualquier punto, un sonido muy cuidado y, lo más importante de todo, las ganas que Perico Hermida, su propietario, le pone a lo que hace, que son el combustible para que todo siga adelante. Estoy seguro de que desde ahora voy a repetir como espectador muchas veces. Y os contaré todo lo que vea para contagiaros mi entusiasmo y que vosotros también os animéis de vez en cuando a recorrer los escasos 60 kilómetros que hay desde Sevilla hasta allí.
El motivo de mi primera visita era presenciar el concierto en el que los utreranos Beggar’s House iban a presentar en directo las canciones del nuevo disco que tienen ya grabado y preparado para lanzar en cuanto tengan los medios, económicos más que otra cosa, para hacerlo. Y esperemos que los consigan muy pronto porque el disco, a juzgar por lo que escuché en el concierto, será el mejor de los que tienen editados hasta ahora. Y eso que no era fácil superarlos. Pero en los cinco años y pico que van desde que sacaron el Behold the Monster sus composiciones se han expandido, han adquirido profundidad y amplitud, además de un carácter que hace que cuando las escuchas te vengan reminiscencias de lo mejor que has vivido en la historia del rock; su música actual se mueve dentro de un espectro sonoro tan extenso que te pueden trasladar de una década a otra, de una banda mítica a otra, no ya entre diferentes canciones, sino incluso dentro de una misma pieza, de Buffalo Springfield a los Who en The eternal yawn (your ghost), de Sonic Youth a los Ramones en Society…
Beggar’s House ofreció un set dividido en dos partes, en el que interpretaron las diez canciones que componen el nuevo disco, dejando para los bises del final las dos únicas que ya conocíamos de antes, The haze y el Stop working de su disco Deathwatch Beetle, en una versión abrasadora. El asalto de dos guitarras, las de Jurry de la Rosa y Len Ávila, a veces rayaba, de manera fascinante, en un experimento científico, ya que su mijita de distorsión y turbiedad las hacía parecer como aviones que volaban bajo y sacudían las paredes del Cosmo’s en canciones como Evil eyes, que los cables de Len no fueron capaces de soportar hasta en dos ocasiones, y Liar’s tongue; Jurry tuvo una facilidad con la melodía y un interés en el tono y la textura muy por delante de la mayoría de los guitarristas que he escuchado en los últimos conciertos en los que he estado. Y luego está esa maravilla de canción a la que le han puesto de nombre Amphitrite, como la ninfa del mar de la que Poseidón se enamoró al verla bailar; el protagonismo musical lo cogió Ramos Dual, haciendo de su interpretación un océano como aquel en el que la ninfa vivía, cuya extensa longitud imitaron los excesos vivos de la batería. Ruby Reina nunca fue el protagonista con su bajo y no quedarse atrás en una sección rítmica compartida con esa batería del Ramos es algo que asustaría a los débiles de corazón, sin embargo fue todo un placer escucharle allí, en la esquina de la izquierda, manteniéndole firmemente el pulso a los otros tres.
Antes he citado algunos nombres de bandas míticas a las que en algunas ocasiones nos trajeron a la mente Beggar’s House en su concierto, e incluso podría nombrar algunas más, entre las que Smashing Pumpkins, en Boo! y algunas partes del largo Mind your game; o Led Zeppelin, en Right on me; o los Stooges en Isolation, tendrían un papel destacado, sin embargo la fórmula musical del grupo no estuvo limitada a estos recuerdos, sino que tuvo una inventiva que les hizo mantener un enorme poder de atracción sobre todos los que estábamos en la sala, desde que comenzaron con Wings of wax, y eso es algo muy difícil de conseguir cuando el concierto está compuesto solamente de canciones totalmente desconocidas. Pero es que no hubo ninguna que fuese de relleno, ninguna inflada artificialmente, sino que las diez canciones del nuevo disco son auténticas joyas del rock.
