El productor y músico Santi Gonzalo, al que todos conocéis mucho mejor por su nombre artístico de Bronquio, continúa con su serie de EPs incendiarios con cuatro nuevas pistas de electronic urban music lacerantes e irresistibles, que han visto la luz hace unos días, unidas bajo el título de Vol. 3.
El año pasado no fue bueno para las pistas de baile, pero ha sido un año increíble para la música dance. Los productores y creadores han tenido mucho tiempo para explorar las ricas historias del drum´n´bass, el house, el juke, el hardcore, el gabba; la cultura beat ha tenido un impulso tan grande y rápido que sus seguidores casi no pueden estar al día. Y Bronquio está teniendo su momento y está resultando ser una figura fundamental en esta escena post-millennial, no solo sevillana, sino nacional. E incluso internacional, porque entre las invitadas que ponen en primer plano su voz ante estas palpitaciones ácidas de Bronquio está María Amor, un valor en alza de la música electrónica portuguesa con la que forma en la distancia un gran equipo a pesar de que nunca se han visto en persona ni comparten un idioma común. De ella es el primer beso de esta Babel con Sozinha comigo, al que sigue el que ya conocíamos, más dulce, de La retama en el que la sociedad es con Nita, la voz del grupo Fuel Fandango, un oasis antes de la belleza yerma que Bronquio construye más tarde con Cris Lizárraga, de Belako, cantando Ezpalak de una forma que si ya hubiese sido árida por hacerlo en euskera, todavía contribuye más a ello el tratamiento electrónico de la voz. Antes de llegar ahí pasamos por Meri Fly, un corto interludio instrumental que se acaba antes de que su belleza y melancolía nos haya terminado de sacar el primer suspiro.
En las cuatro piezas hay una sensación de tensión efervescente que nunca llega a romper en la música de baile tipificada por el tipo de energía temperamental que tenían las del EP Vol. 1 y las dos primeras del Vol. 2. Ixa y, sobre todo, Na, los temas que componían la segunda mitad de ese disco, eran la avanzadilla de este Vol. 3, del que podemos decir que trae una versión más oscura y densa de Bronquio, que incluso cuando es optimista y brillante también se siente aislado y melancólico, como apreciamos en La retama, que es la pieza que nos da un respiro en el que esa tensión de la que hablaba al principio de este párrafo rompe mejor en risas que en lágrimas. El único tema en el que solo aparece Bronquio es demasiado corto, pero Meri Fly, que así se llama, deja traslucir su habilidad para el tipo de melodía que puede poner fácilmente la banda sonora del inicio de uno de sus sets live, como para amansarnos al final del mismo, cuando el sudor vuelva a caer a raudales por las paredes de la sala donde Bronquio esté, una vez que vuelvan a darnos permiso para algo más que para mover los pies y los brazos desde nuestra silla.
En Ezpalak el efecto es encantador, alternando la aridez de la voz de Cris con el sonido más entusiasta de la música dance con mucha batería. Y aunque no sé si Bronquio lo habrá dispuesto así a caso hecho, es un acierto que esta canción sea la que cierre el disco porque sigue perfectamente la delicada línea entre la reverencia por lo que era Bronquio en la primera mitad de esta trilogía de EPs y la dedicación a lo que puede venir después, que hemos conocido en la segunda mitad.