- Carlos Abad ha editado su segundo disco en solitario pero prefiere centrarse en su nuevo grupo Pequeño Salto Mortal
No es normal que cuando un músico lance un disco no quiera darle promoción ni hacerlo llegar al mayor número de personas posible. Sin embargo, cuando presentamos hace un par de meses la canción Balada Millennial, con la que adelantaba su segundo disco, el autor, Carlos Abad, ya nos hablaba de la falta de perspectivas. Grabar implica un esfuerzo personal y económico enorme que con la edad que tengo, sin que los discos propios o en grupo, que nunca he dejado de tocar ni de grabar, funcionen a nivel de público y crítica y casi sin ningún apoyo ni contactos, pues no compensa el esfuerzo.
Este pesimismo, llamémosle así, se ha materializado del todo cuando al hablar con él sobre la salida del disco, que se llama ¡Volad los puentes!, algo que ha ocurrido en este mismo mes de julio, las palabras de Carlos han continuado en esa línea: «No voy a hacerle promo al disco. Hay varias razones: siempre concebí este disco como algo en los márgenes del mercado, por eso nunca me animé a terminarlo hasta el confinamiento. De ahí el título, entre otros significados del mismo. Por otro lado, hay un componente personal: simplemente no me veo vendiendo algo. Lo he hecho muchas veces y lo seguiré haciendo porque soy consciente de la contradicción que es hacer música y dejarla en un cajón, pero este disco fue concebido al margen de todo eso y, en cierto modo, me siento liberado. Supongo que seguramente estaré equivocado y posiblemente estemos ante un disco revolucionario que cambiaría el panorama musical… » y Carlos se ríe tras decir esta última frase con el botón del modo irónico en ON.
Pero eso no significa que nos vayamos a quedar sin escuchar estas canciones, que no son parte de un lenguaje compartido que las personas en una habitación puedan hablar entre sí, sino que más bien son transmisiones unidireccionales desde un lugar distante y solitario, que debe ser en el que Carlos siente que habita dentro de la escena musical. «Lo he publicado en las diferentes plataformas, lo he anunciado en mis redes y… que el boca-oreja haga lo demás. Suficiente agotamiento me supone componer, concebir, producir, interpretar, grabar, etc, etc, como para echarme sobre los hombros el trabajo de un manager».
Si habéis tenido la curiosidad de entrar en el enlace del primer párrafo ya sabréis muchos detalles técnicos de la grabación de este disco; no obstante, le pido a Carlos que me los refresque. «El disco ha sido producido por mí, junto a Domingo Díaz. Ha sido grabado por él en el Estudio 335. Debo incluir también el Mínimo Estudio en los créditos de grabación; así es como llamo a mi estudio casero, un portastudio de 8 pistas donde grabé las maquetas y de las que hemos conservado algunas pistas, incluyendo voces principales, en las grabaciones finales. Domingo Díaz se ha encargado de la grabación, mezcla y masterización, como digo, en el Estudio 335».
Y todo lo que suena sale de las manos del propio Carlos. «En el disco no hay más músicos, yo he tocado todos los instrumentos, aunque Domingo ha añadido algún loop y algún sampler». Y todos los instrumentos a los que se refiere son guitarras acústicas de seis y doce cuerdas, guitarras eléctricas, guitarra slide, bajo, piano, teclados y percusiones. «Soy un friki de todo cacharro que haga ruido», se reconoce Carlos.
¡Volad los puentes! es la primera frase que se oye en este disco y la que le da título. Con ella comienza Fantasmas del 36, una canción construida en torno a la famosa cita de Unamuno de Venceréis pero no convenceréis. Tras ella suenan una decena más que pueden no tener un impacto profundo a la primera escucha, pero que a medida que las vayas oyendo de nuevo irán acumulando peso gradualmente, convirtiéndose en el testimonio de una generación de desclasados, como la describí en el título del anterior artículo que dediqué a Carlos, lleno de individualistas infantilizados que han sucumbido al engaño del neoliberalismo y la posmodernidad. En Lo que a mí respecta refleja bien su posición: quedaos el teatro, que yo tengo la tragedia; quedaos el dinero, que yo tengo el hambre.
Carlos no parece tener en este disco una agenda política consciente o un tema social concreto, sino que busca un sentimiento, un tono con el que hacernos sentir el mundo que ha conocido y que lleva dentro de sí. Las palabras luchan contra la realidad para ver quien imita a quien, dice de forma certera en De paso, la hermosa canción de la que también ha salido el título de este artículo; en Todo lo que nunca fui habla de fracasos y promesas que nunca llegará a cumplir… no hay héroes ni villanos en las canciones de este disco, todos en ellas se abren camino con lo que se les da, cada escena sombría o brutal tiene su propio contexto y su propia lógica interna.
Mucha más fe tiene Carlos en el futuro cuando se habla del nuevo proyecto en el que se ha embarcado, del que nos ocuparemos en profundidad en un próximo artículo, pero del que aquí mismo vamos a dibujar un esbozo. Él mismo nos lo introduce. «Estamos ya en la línea de salida con Pequeño Salto Mortal, un grupo que hemos formado con todas las ganas e intención de hacer todo eso que con este disco yo no voy a hacer y que, creo sinceramente, la banda tiene mucho potencial».
Yo también lo creo, porque los músicos que la forman son de absoluta garantía; Carlos pone la voz y las guitarras, al igual que hace José Vega; pone una tercera voz Pedro Jiménez y se ocupa de los teclados y el piano, Guillermo Luceño es el batería y en el bajo está Domingo Díaz, compañero de Carlos en la grabación de su disco. Podréis juzgar por vosotros mismos mañana en la Hacienda Santa Cruz de San José de La Rinconada, porque allí harán su presentación en concierto.
Carlos me da detalles más concretos de su nueva banda, así como del repertorio que tendrán para ese debut en vivo. «A nivel personal y en su contexto, Pequeño Salto Mortal es lo que se consideraba antaño un supergrupo. Somos tres compositores, José, Pedro y yo, y cada uno de nosotros tenemos muchos discos y una larga trayectoria a nuestras espaldas. José en Madrid con Familia Corleone, Pedro ha publicado varios discos bajo su propio nombre y ha tocado con los mejores músicos de la ciudad; es para mí de los mejores letristas que hay, una persona formada y exigente con los textos, además de un gran cantante, pese a no ser el cantante principal, que es José, que es quien creo que tiene la voz del millón de dólares. En ese sentido, en el grupo lo más importante son las canciones. Intentamos ser muy exigentes con el repertorio y no caer en artificios ni extravagancias: buenas canciones, bien interpretadas. Damos mucha importancia, por tanto, también a los textos y a las voces. No las escondemos, hacemos armonías de dos y tres voces en casi todas las canciones. Con todo esto que te digo, el repertorio del jueves constará de un 60% de canciones nuevas y un 40% de pequeños clásicos de nuestras trayectorias, con algunas sorpresas y joyas rescatadas de discos que ni siquiera están en Spotify, pero que gente que nos sigue desde hace tiempo reconocerá rápidamente».
Además de las armonías, en esta banda es muy importante también la sección rítmica. Carlos también me habla de los dos músicos que la componen. «Guille y Domingo, batería y bajo, base rítmica imbatible. Han tocado con mucha gente y son artistas por derecho propio, Domin desde el Estudio 335 y Guille, pintor y diseñador gráfico. Ambos llevan quince años tocando juntos en muchos proyectos y están muy engrasados, aparte de tener el estilo que requieren las canciones y que, por su sencillez, es tan difícil de encontrar y de interpretar. Lo sencillo suele ser bastante más difícil en música, en mi modesta experiencia».
Tarde o temprano es la primera de las canciones que conocemos de Pequeño Salto Mortal y desde el pasado miércoles está publicado el video que la apoya. Una muy buena representación de la clase de canciones que Carlos dice que serán la marca de fábrica de la banda: buenas armonías e interpretaciones vocales y textos trabajados. «Cantamos en castellano, hacemos rock español, o rock de canciones. Me parece importante porque es algo que llevamos por bandera desde nuestros inicios hace más de veinte años. No por un absurdo chovinismo, en absoluto, sino porque no entendemos componer en otro idioma. Así lo hemos dicho siempre y eso nos ha cerrado puertas en el pasado. Saludamos abiertamente, ahora, en privado y en público, que se esté retomando la composición en lengua materna en la escena sevillana y nacional».
Pequeño Salto Mortal tiene por delante un amplio camino que recorrer. «Nuestra perspectiva es ir sacando canciones, dando actuaciones en la medida de lo posible e ir creciendo poco a poco si nos lo permiten las circunstancias». Y nuestra web disonante estará presente en las etapas que vayan quemando para dejar constancia de todas ellas y de que salen vivos del salto mortal que nos trae reminiscencias de aquella canción de Los Rodriguez de la que han sacado su nombre. «Si, es una referencia a uno de nuestros grupos fetiches, pero escogimos el nombre porque nos resulta un salto mortal: volver a juntarnos los cinco, entre dos cuarentenas, la pandémica y la de edad, que estamos todos ya al borde de los 40, las circunstancias de la industria, el estilo clásico del grupo… muchas cosas que hacen que esto pueda ser un pequeño salto mortal». Otro más.