Carmen Costa + Santo Drama. Sala Malandar. 3 de julio de 2019.
Un público no muy numeroso pero enormemente entregado y una actuación tremendamente enérgica, hicieron que el primer concierto de Santo Drama fuese más que una bienvenida, convirtiéndose en toda una fiesta. Al escenario subieron cuatro tipos enmascarados gritando algo sobre el indie que no llegué a entender si era el indie ha muerto o el indie no ha muerto, pero en realidad daba igual porque lo que importaba era la escenografía kitsch que habían montado: en el centro Dan de la Cruz, el alter ego de un cantante local al que le va a resultar muy difícil mantener su anonimato porque a poco que uno siga los conciertos de esta ciudad enseguida le reconocerá por su inconfundible voz y sus gestos; a la derecha según mirabas al escenario estaba Ray de la Cruz con una guitarra eléctrica que esparcía britpop a toda velocidad; detrás de ellos Joao de la Cruz hacía temblar los cimientos de la Sala Malandar… ¿llegó a golpear el tom con un mazo o mi baile de neuronas me engañó…? y a la izquierda estaba Tom de la Cruz, con su bajo; éste último un miembro mutable del grupo que estará con ellos sí (como anoche) o no, dependiendo de si a la hora del concierto es el Dr. Jekyll o Mr. Hyde.
Desde la intro instrumental con la que atacaron Santo Drama, la canción que se llama como ellos, quedó claro que de allí no íbamos a salir ilesos. Después siguió una sorprendente serie de siete canciones más: las dos que han dado a conocer en las redes sociales, esta primera y Tres cerdos de la mano; las otras dos que tienen también formando parte de su EP de adelanto, pero que tienen en la web tan enmascaradas como ellos mismos, La historia de vuestra vida y Diablo, que fue con la que cerraron el concierto y otras cuatro totalmente nuevas sobre cocoteros, difuntos, dioses menores y vete tú a saber qué más, con las que el grupo mostró su amplio alcance, que nos los presentó como unos Blur en los que los golpes de azúcar se habían cambiado por golpes de speed… y hubiesen resultado muy sospechosas las convulsiones que de vez en cuando le sobrevenían a Dan de la Cruz si no fuese porque al tenerle reconocido ya he dicho alguna vez de él que es un cantante que cuando deja atrás el pie de micro y pilla este con la mano se convierte en Lola Flores.
Con las canciones nuevas, que siguieron a la de Santo Drama, fueron subiendo un nivel tras otro y nos hubiesen volado la cabeza a la mitad del concierto de no ser porque con La historia de vuestra vida hicieron ese truco único de combinar la melancolía con la euforia en una canción encantadora, aunque hable de carne muerta y de polvos blancos en la nariz. En la recta final, con Tres cerdos de la mano ya nos tenían tan malheridos como el tipo al que se refieren en esa canción y nos remataron con Diablo y su ritmo machacón. El concierto fue una mezcla fascinante de caricatura y desafío; visualmente llevan a cabo una exageración de sus personajes, pero musicalmente interpretan a la perfección al guitar-hero indie con su ruido eviscerante; a la sección rítmica que nos llena de graves melódicos, y al Ziggy Stardust andrógino que te apunta y dispara con su voz mientras, entre la parodia y el sarcasmo, te intenta convencer de que ya no quedan animales como los de antes.
Nos llegaron a sumergir en un bombardeo abrumador y en un éxtasis comunal. Nos golpearon con su brillantez. Santo Drama lo tiene todo para que su carrera musical siga un crescendo como el que marcaban en muchas ocasiones los platillos golpeados por Joao de la Cruz: alto y claro.
Después llegó el turno de Carmen Costa, una banda mexicana compuesta por un guitarrista de Argentina, un batería de Gales, un bajista de Dos Hermanas que vive en Gales y… sí, un mexicano, Manu Charritton, capaz de comenzar una canción con acordes a lo Alone again or para mientras la canta transfigurarse de Arthur Lee en Bob Marley de una forma tal que quedamos convencidos de que el reggae no se inventó al este de los USA, sino en su costa Oeste. Y encima la canción se llama Bob Dylan. Pero es que estos tipos son tan eclécticos que un par de canciones después de esta se ponen con Sudor, que es una típica canción del verano, pero acelerada; como si nos pusiésemos todos a cantar vaya vaya aquí no hay playa por la noche en el chiringuito, hartitos ya de cubatas. Si alguna vez has escuchado decir de una banda que tiene sonido camaleónico y no sabes muy bien a qué se referían, ve a ver a Carmen Costa en la primera oportunidad que tengas. Yo voy a volverlos a ver pasado mañana en el Festival SubeRock y seguro que terminaré tan adrenalínico y bienhumorado como anoche tras la canción de ese título, Adrenalínico, con su estribillo de pop garagero. Con Viejos vinagres, ya terminando el concierto, y con medio grupo mezclado con el público, muy escaso ya por desgracia, todos coreamos dururuptup dururuptup mientras se iba disolviendo la contundencia de su sonido en un final más festivo y liviano.
Sí, sé que de Carmen Costa he hablado menos que de Santo Drama, pero es que aunque los mexicanos fueran cabeza de cartel, anoche las verdaderas estrellas eran nuestros paisanos y su presentación en sociedad.
