Scott Walker, Gary Brooker, Kevin Weatherill, Warren Zevon, Bob Dylan, Tom Waits, Ray Davies, Lou Reed, si lo escuchasen, o lo hubiesen escuchado antes de abandonarnos, a todos ellos les gustaría este disco de Chencho Fernández. Y Sevilla mismo, donde se ha grabado, favorece el conceptual telón de fondo para estas Baladas de plata. La Sevilla decadente de Salvador en la plaza del pan resonando contra la Sevilla renacida de Un hit, la sensual de Te quiero sin querer contra la caótica de Noche americana, la oscura de La canción de Nadia contra la optimista de En boga, sugieren una imagen de cultura y cruce de caminos. De la misma forma, el disco viene a convertirse en un lugar donde ramales incongruentes se unen para hacer un único tejido del que emerge una foto desunificada, pero definitivamente nuestra, reflejada sobre todo en Calle Imagen, poblada de recuerdos nostálgicos.
La pantalla emocional de este disco está prefigurada en la pantalla de las inspiraciones de Chencho: psicodelia, glam, rhythm & blues, las primeras épocas de la música pop que se caracterizaban no por la búsqueda de la perfección, sino por sus grandes entusiasmos, ajustados presupuestos, errática técnica, limitado equipamiento… la dicotomía entre eso y la forma en que trabajaban nos lleva a preguntarnos ¿qué es lo acertado en la actualidad? ¿hacer un disco en la intimidad de tu casa, o hacer un disco que te haga revivir los sentimientos de los discos que se graban en la intimidad de tu casa? ¿Es tan importante la “sinceridad”, o son válidos los actores que dan creíbles impresiones de sinceridad? ¿Tiene un disco que ser una foto de donde uno está en ese momento o de todos los lugares en los que le gustaría estar? Y todavía hay más preguntas: si un músico sabe que le van aceptar permaneciendo en una línea, ¿está engañando a la gente si se mueve en otras direcciones? ¿La gente te valorará por ser consecuente o por ser sorprendente?
Las cosas no son tan simples, y encontrar un único adjetivo para cualquiera de las canciones de este disco es muy difícil. Baladas de plata es un disco de sentimientos que no pueden existir juntos pero que cuando Chencho canta sobre ellos son perfectamente creíbles. Y eso es lo que a mí siempre me ha gustado de sus canciones, su habilidad para crear locos paisajes emocionales e invitarte a que entres y te quedes a vivir en ellos.
