- Cielo Road es el nuevo nombre con el que vamos a conocer desde ahora a los anteriores Malamute, y de esa forma se presentaron oficialmente con un concierto acústico en la Sala Even
Desde que hace ahora justo cinco años Paco García comenzó a dar forma a una banda de rock todavía no ha alcanzado con ella la plenitud merecida. Nacieron en septiembre del 2016 como Malamute en una primera formación que mostraba la cara más percutante, metálica, electrocutadora e incluso demencial del rock con trazas de glam que Paco no podía lucir del todo en Alejo & 4Leguas, la banda de la que provenía, aunque las premisas musicales básicas eran las mismas en los dos grupos. Paco sabía lo que buscaba y lo demostraba sobre todo cuando estaba actuando en el escenario y podía leerse en su cuerpo lo que es el verdadero rock y cómo intentaba llevarlo a unos límites que son sinónimos de sobredosis sonora.
Mientras eso ocurría comenzaron los cambios de miembros, basculando siempre entre tres y cuatro, que fueron dejando tras de sí dos buenos EPs, Malamute! y Desierto, en los que el rastro del primitivo glam era avasallado por otros acordes con el ritmo latente de la vida profunda del rock clásico americano y del power pop. Surgían circunstancias de todo tipo que les impedían mantener una formación sólida y con continuidad pero la pasión que genera el rock siempre es más fuerte que la falta de equilibrio y Paco por fin pudo estrenar una formación nueva que parecía garantizar la estabilidad necesaria tras el impulso que supuso dar un concierto junto a la mítica banda Topo. Seis meses después todos tuvimos que recluirnos en nuestras casas y la sobredosis de sentimientos con que la música en directo nos conmovía y nos atrapaba cesó con la pandemia.
Cuando se comenzó a vislumbrar la luz al final del túnel volvimos a tener noticias de unos Malamute nuevamente reinventados y pudimos volver a verlos en conciertos de pequeño formato, tanto en su fondo como en su forma, presentándose en recintos como el bar Mutante o la Platea de la Plaza de Armas. Pero los volubles e incesantes giros no habían terminado y el más inesperado de todos tuvo lugar con el anuncio de Paco de que la banda cambiaba su nombre por el de Cielo Road. Y lo primero que le pregunto al comenzar a preparar este texto es el porqué de ese cambio. «Pues fue sencillo, se elaboró una lista de Spotify hace año y medio con grupos sevillanos y nos alegró ver a Malamute… pero no éramos nosotros, era un grupo cántabro de pop sin nada que ver con nuestro estilo. Para evitar confusiones les comentamos en una carta que tenían que cambiarse de nombre, pero la siguiente sorpresa fue que sólo en España había cuatro bandas que se llamaban Malamute; iba a ser una lucha continua, es un nombre demasiado recurrente, además ya estábamos cansados de ver que al meternos en el buscador del navegador sólo apareciesen fotos de perritos, así que nos cansamos de ir a contracorriente y les vendimos el nombre, ya que yo lo registré tras el concierto de Topo, a petición de José María Pachón, y vaya si acertó, la experiencia es un grado».
Me interesa también conocer si este cambio de nombre implicará además un cambio de rumbo o de estilo. Paco me lo aclara. «Yo siempre he tenido una fuerte inspiración en el nuevo rock americano, y en el clásico, o en el power pop, también americano, en los Stones y los Kinks de los 70… la llegada de Alberto R. Fuertes ha supuesto manejar temas nuevos, también escritos por él aunque los arreglamos juntos. Logicamente eso se va a notar de forma gradual, ten en cuenta que Alberto viene de Los Negativos, grupo de corte mod y psicodélico catalán y ha bebido de la movida barcelonesa de los 80; en la batidora, al meter ingredientes nuevos, se notará en el sabor».
Alberto R. Fuertes se unió a Paco a principios del pasado año cuando la banda seguía siendo un cuarteto y ahora que con el nombre de Cielo Road vuelven a salir a la luz como trío se mantiene junto a él dándole en directo una tensión extra a las canciones de los dos discos, en las que él no participó. El tercero de los componentes es Agustín Ortiz, quien ha vuelto al seno materno después de que ya ocupase el puesto de batería en la formación original. Los tres se presentaron el pasado día 11 en la Sala Even ante un buen puñado de amigos y seguidores habituales en una formación muy minimalista que no tengo muy claro si fue una especie de ensayo para futuros conciertos o algo concreto solamente para este. Por lo que Paco me cuenta, parece que la situación tiene visos de las dos posibilidades. «La salida de la banda por parte de Pablo Pérez y Vicente Ibáñez no fue en el mejor momento, porque estaba la pandemia a todo lo que daba; así que recuperamos a Agu de la formación original, pero era realmente difícil dar un concierto, y más difícil todavía darlo en eléctrico; había que reinventarse y pensamos en dar conciertos con dos guitarras y pequeña percusión, que podían abrirnos la puerta a teatros y salas con bancos para sentarse, ya sabes, la idea de café teatro. Está siendo una buena experiencia, pero no descuidamos el eléctrico, y ya estamos concentrados en buscar bajista para esta nueva etapa».
Espero que la búsqueda dé sus frutos porque hay canciones de su repertorio, como Intoxicada, que es además una de las mejores, en las que la Strato de Paco necesita cuando están en eléctrico el apoyo de una sección rítmica contundente en la que brille un bajo sobrio y efectivo. O quizás a partir de ahora para respaldar a Alberto, que fue quien le dio el cuerpo inicial a la canción cuando comenzaron con ella la segunda parte de su concierto en la sala Even, que abrieron muchos minutos antes de forma instrumental con Tucson, Sevillona tras la que encadenaron las tres primeras canciones que conocimos de ellos, Los ojos que se fijan en ti, Yo no debía volver y Mujeres líquidas, dejando la que cerraba ese primer disco, Más vale así, para cerrar también el concierto definitivamente.
Nos recordaron también todas las canciones de su segundo disco, en las que primó el onirismo lírico sobre la contundencia guitarrera debido a esta forma de interpretarlas, aunque Desierto, la que le da título al disco, una vez que Agu la echó a andar, cabalgó sobre unos riffs de guitarra que alcanzaron las alturas que le faltó a la voz de Paco, mucho más entonada en canciones como La razón que debía tener o Tú y yo, que nos sorprendió gratamente con unos acordes iniciales muy en la línea del La Grange de ZZ Top. También aprovecharon para presentar cuatro canciones nuevas, aunque una de ellas, Si te vas, ya la conocíamos los que les vimos en el concierto del mes anterior a la pesadilla del covid en la torre de Radiópolis. También nueva era Dame esperanza, interpretada en una clave más cercana a J. J. Cale que a la de los Eagles que tenía la anterior, debido a la mezcla furtiva, típicamente deslumbrante al modo californiano, de la guitarra de Alberto y la voz de Paco, que también aquí se redimió bastante de los bordes ásperos con que entonó Si te vas. Con ella enfilaron la recta final, que contó también con los estrenos de Paranoico y Geminis, esta última con el protagonismo vocal de Alberto.
«La sala Even estuvo ahí; y Sergio, una vez más, de una manera incondicional», dice Paco, con agradecimiento. «Se le propuso la idea de tocar así y le gustó, por lo que nos pusimos manos a la obra. También hay que agradecerle mucho al bar Mutante, antigua Caja Negra, porque fue enorme su apoyo pese a los riesgos que presenta tocar en un sitio cerrado en pandemia. De otros sitios, como el Waikiki en Tarifa, todavía estamos a la espera, porque esos lugares de la costa de Cádiz todavía están muy castigados por las restricciones».
Las canciones nuevas eran síntoma inequívoco de que Cielo Road mira al futuro. Aunque no sé si este le devuelve a ellos la mirada con buen cariz. Le pregunto a Paco. «Como muchas bandas, nos hemos metido a grabar, pero vamos con calma; hay canciones nuevas de sobra para hacer un nuevo LP, mías y de Alberto; la mayoría están grabadas, pero vamos muy poco a poco, todavía Desierto tiene que acabar de resonar en nuestros oídos, y queremos ver más claro que las salas de conciertos estén más libres de condicionantes».
Los cambios perpetuos que la banda parece estar condenada a experimentar dieron el título a uno de los mejores discos de la historia, el Forever changes de Love, del que me parece encontrar referencias estilísticas en Cielo Road, sobre todo en esta formación acústica. Cuando se lo digo a Paco pone cara como de estar pensando en un punto lejano… «es verdad que el Forever Changes ha permanecido en mi subconsciente. Lo escuché con 17 años y veo que inconscientemente reproduzco el formato de Arthur Lee con la guitarra acústica y banda de rock; me gusta mucho, sí» me dice cuando por fin deja de mirar al infinito. «Aunque mi mayor referente puede que sea Neil Young pero Arthur Lee también lo es, porque de hecho las primeras canciones que saqué con la guitarra eran de ese disco de Love, con 17 o 18 años, por lo que sí es verdad lo que me dices, aunque no había sido consciente».
Una vez me dijo Javi, el bajista de Linimento Volátil, que les encontraba influencias que ni ellos mismos sabían que tenían. Parece que la historia se repite con Cielo Road. «Mis composiciones y puesta en escena denotan que he sido un enamorado de la segunda mitad de los 60 en USA: Quicksilever Messenger Service, Gram Parsons, los Byrds, Poco, los grupos que precedieron a los Eagles; son grupos que he escuchado con mucho detenimiento aunque no lo exteriorice demasiado porque en un concierto dependes de muchos factores, tanto técnicos como de tus propios compañeros. Sí que veo que a Alberto y a mí nos está quedando una forma de sonar que nos recuerda a Arthur Lee, aunque no fuese consciente de ello hasta que me has hecho la observación».
Me alegro, pues, de ello y espero que mis palabras les traigan también la suerte necesaria para que la carretera hacia el cielo a la que se refiere su nuevo nombre sea una autovía de gran velocidad en lugar de una comarcal llena de baches; pero sobre todo que sea una carretera para circular hacia adelante, que nunca se convierta en una ruta hacia atrás, para desandar.
