V Concurso-Festival de Rock de Bellavista (Cenit / Depitillos / St. Alex / Orange Viper). Polideportivo IMD. 26 de octubre de 2019
En la noche del sábado tuvo lugar una nueva edición, la quinta ya, del Festival de Rock de Bellavista, un magnífico concurso para dar a conocer bandas nuevas que cada año organiza la asociación de vecinos Unidad de Bellavista. Después de haber tenido que retrasarse desde el pasado mes de septiembre por inconvenientes meteorológicos, esta noche se dieron cita dos centenares largos de espectadores para disfrutar de los conciertos de las cuatro bandas que se habían clasificado para esta final.
Pocos minutos después de las siete y media subieron al escenario Cenit, una banda sevillana que aparte del inconveniente que tiene ser los primeros en un festival de esta clase, cuando el público aún es escaso, sufrieron además el horroroso sonido que nos llegaba, que nos hizo padecer, más que disfrutar, lo que escuchábamos. Si hacéis un esfuerzo imaginativo a lo mejor podéis visualizar a unos Supersubmarina de los que solo se escuchaba la voz del cantante y la caja de la batería ecualizada de una forma tan aguda que te hería los oídos… y la sensibilidad. Nada de guitarras, nada de bombo, nada de bajo. En algún momento determinado el técnico de sonido debió de mover algún potenciómetro de la mesa de PA y comenzó a escucharse el bajo, pero en más detrimento aún de la mezcla de las dos guitarras de la banda. A mí personalmente me dieron ganas de dirigirme al técnico y decirle: ¿pero no estás viendo cómo el guitarrista de la izquierda se afana en sacar sonidos de su guitarra…? Se vuelca sobre ella, se le ve inmerso en los acordes que seguramente él escucha por monitores y nosotros no oímos un carajo… tío, coño, deja de charlar con el técnico de las luces y súbele su canal, o baja los otros… qué se yo… haz algo; que se supone que eres un profesional de esto… fue una pena que en una banda como esta, que basa su sonido en la limpidez de las guitarras arropadas por una base rítmica contundente, no apreciáramos nada de ello y quedasen descartado desde primera hora para optar al premio.
Después, con Depitillos el sonido se hizo mucho más uniforme y, aunque todavía seguía sonando más la guitarra de Carlos, pero al menos la solista, la de Dani, se escuchaba decentemente también; y la batería ya era un elemento que mantenía el pulso y no una máquina de destrucción sónica. Su concierto estuvo lleno de energía y se les veía pasárselo tan bien arriba del escenario como nosotros delante de él; derrocharon actitud de la buena, de la contagiosa, y su pop melódico cargado de electricidad rockera me hizo pensar que el concurso ya tenía ganador.
Un pensamiento que se afianzó todavía más durante el concierto de la banda siguiente, los madrileños St. Alex, un trío que me hizo pensar en unos Teenage Fanclub de Hacendado. El caso es que fueron hasta ahora los que mejor sonaron, pero para hacer esta clase de música es necesario no parecerse tanto a tus referentes… los mencionados Fanclub, Mega City 4, Posies… porque si tus canciones no son tan buenas como las de ellos, o no son siquiera buenas, como es el caso de esta banda, quedas como un intento de calco que a la cuarta canción deja de interesar. En una banda como esta, en la que el guitarrista mete tres acordes a piñón fijo y cantan sobre ellos, quien realmente lo pasa bien es el músico, pero no el que lo está escuchando, por eso cuando llevaban más o menos la mitad de los 40 minutos que cada banda tenía de tiempo la gente dejó de prestarles atención y en el recinto solo se veían grupitos de gente charlando a su aire con música de fondo. Y fue una lástima, porque con las dos últimas canciones remontaron muchísimo y terminaron a una gran altura, pero el daño ya estaba hecho.
Orange Viper venían de Córdoba y tenían unas pintas de jevis que hacían presagiar lo peor. Incluso cuando comenzaron su concierto nos dejaron ver todos los tics de una banda clásica y tópica del género, pero a medida que iban desgranando piezas estas venían construidas con armazones diferentes y nos ganó la pluralidad de su propuesta, que abarcaba un abanico desde el grindcore al grunge en el que lo mismo sonaban a Napalm Death que a los Pearl Jam, siempre alzándose sobre los cimientos de Black Sabbath… se repitieron en muchos momentos, pero, ¡qué cojones!, son una banda novel en un concurso para grupos emergentes, no vamos a pretender que sean ya los Greek Fire… pero llevan ese camino.
Y por mucho que a mí se me atragantase tener que dar el premio a una banda que con un vocalista que no paró de sacudir una y otra vez su melena en plan headbanging casposo me dijo mucho menos que otra con un guitarrista que hizo slide con un botellín de Cruzcampo… cuestión de prioridades estéticas en un escenario… no se puede decir que el premio para Orange Viper no fuese merecido, habida cuenta además de que para todos los miembros del jurado resultó muy claro que el público también estaba con ellos. Así que ellos serán los que graben un disco en un estudio con medios profesionales, pagado por la organización del festival.
Y ya solo queda felicitar a la asociación de vecinos por su empeño en mantener viva la llama musical, a pesar de que llegan soplidos desde muchos lados intentando apagarla y decirles que, por la parte que me toca, estaré el próximo año de nuevo a su completa disposición.
