Alison Darwin. Sala X. 6 de febrero de 2022
No me pareció tan buena idea haber asistido temprano al Sevilla Cool X Fest el domingo con la curiosidad de ver en directo a la banda de Barcelona que iba a tocar antes que los sevillanos Borneo, que eran los que me atraían, cuando después de una introducción instrumental, su cantante, Laura Soler, comenzó con titubeos e incluso algún desafino en las primeras líneas vocales de Ayer, que se repitieron también un par de veces durante el resto de la canción. Me acodé en la barra, pedí una cerveza y me puse a mirar el móvil a ver si me llevaba la alegría de que al Betis le colasen un segundo gol.
Laura, mientras, terminó la canción, presentó a la banda, Alison Darwin, y dijo que la siguiente se llamaba Dos caras. El batería, Josep S. Parra, metía un ruido infernal a base de golpear con saña los platillos y no dejaba escuchar casi nada más. Yo seguía a lo mío: la birra y el móvil. En realidad, lo que me hizo llevar los ojos hacia el escenario fue ver quién estaba tocando esos bonitos acordes de guitarra que abrían la siguiente canción, Miradas afiladas, si era Laura o era Sara Mimó, otra chica que en realidad no es parte de la banda, sino que la tienen de apoyo para los conciertos. El final de esta canción fue también una especie de final de los nervios, del calentamiento, de lo que fuese, porque en Flor de Jazmín comenzó Laura a cantar de una forma arrebatadora, lenta, sensual, y Sara la seguía con un acorde mantenido, al que luego se unieron el batería y el bajista, Aleix Fernández. Cuando Sara terminó su solo, casi también lo hizo la canción, pero yo ya no pude dejar de tenerla como punto focal y así me mantuve durante toda la canción siguiente, Todo se derrumba. Y luego interpretaron Guerrera, su canción más nueva, que no está incluida en el LP que sacaron no hace mucho, como todas las que habían tocado hasta ahora, con una energía diferente y tranquila que permitía que su música me penetrase, comenzase a decirme cosas que yo entendía… entonces fui consciente de que la cerveza se me había calentado sin darle un buche más y que al Betis le habían colado otro, había perdido en casa, y yo ni me había dado cuenta, ni mucho menos celebrado. Porque ya nada tenía importancia más que atender a estos Alison Darwin.
La siguiente canción era también antigua y Laura la cantó en inglés; Apologize me hizo retroceder algunos años, a cuando escuchaba a las Breeders y sentía en ellas una energía creativa similar a la de aquí y ahora. Sara ya me había conquistado con su forma fácil y efectiva de manejar la guitarra, Aleix era un buen puntal con los graves que extraía de su bajo, aunque solamente lo hiciera de las dos cuerdas de arriba y de la mitad del mástil hacia el clavijero; con Josep ya me reconcilié, porque aunque seguía siendo una fuerza incontenible a la batería, la tocaba sin borrar del mapa sonoro todo lo demás, y la voz y las guitarras eran claramente perceptibles, incluso hacía una buena segunda voz, de una tesitura muy diferente a la de Laura, por lo que se escuchaba y apreciaba bien, manejaba también un ordenador desde el que lanzaba, supongo, programas que no podía yo diferenciar del resto del sonido e incluso durante unos momentos, en otra canción posterior, Conspiranoia, cambió las baquetas por una tercera guitarra y un arco para acariciar sus cuerdas, sin necesidad de levantarse de la banqueta. Laura demostró que también sabía sacar buenos riffs de su guitarra, tirando hacia arriba de forma espeluznante de la parte final de Hero, una canción de su primer EP, que terminó diseminando tralla entre todo el público, escaso, por cierto, y muy desperdigado por la sala, por lo que Laura pidió que se aproximasen al escenario para sentir mejor su calor, y recompensó perfectamente a todos los que lo hicieron con otra de las canciones de ese disco primerizo, Disconnected from reality, un título perfectamente ajustado a lo que sucedía en la sala, porque la música que hacían ahora era abrasadora y nos tenía apartados de cualquier otra realidad que no fuese la de su concierto. La entrega vocal de Laura todavía fue a más, a mucho más, en Her voice, canción que encadenaron a la anterior.
Y volvieron a las canciones nuevas; unos acoples de Sara fueron la señal para que Laura comenzase a cantar Conspiranoia, la pieza que abre su LP, fea y bonita a la vez; con un extraño balance entre la forma en la que Josep te golpeaba en la boca y Laura te sonreía, incluso en Monos de feria de forma displicente. Se acercaba el final; una nueva intro instrumental dio paso a Danza macabra, una canción implacablemente sombría contrastando con el ambiente festivo y divertido que se había creado. Igual que lo fue Gravedad, con la que se despidieron, aunque seguimos percibiendo su presencia magnética durante mucho rato más; todo el que necesitaron Borneo para preparar su concierto posterior. Pero de ese escribiré otra crónica aparte.
