Alvaro Suite. Sala X. 18 de abril de 2021
Alvaro Suite iba a la Sala X ayer domingo a presentar las canciones del que será su nuevo disco y yo tenía muchas ganas de escucharlas porque ya conocía tres de ellas y estaba seguro de que si las demás no bajaban el tono, este Fantasio que va a sacar en otoño, vayan las cosas bien o vayan mal, como nos prometió allí mismo, va a ser tan bueno o incluso superior a La Xana. Y conocí otras tres más que aumentaron la sensación que ya tenía. Y me alegraron la tarde Alvaro y su banda con un concierto compuesto por esa media docena de canciones del segundo disco, otra media docena del primero y una versión de Radio Futura, la de Imagen pública, que habla de como una especie de líder maneja a los demás, precisamente lo que Alvaro hizo con nuestra emociones, acompañado por una batería que dirigía y mantenía el ritmo no ya de forma impecable, sino que se situaba en un protagonista primer plano muchas veces; unos teclados, en los dos costados del escenario, que cambiaban los tonos de las canciones combinando sutiles matices y fascinantes gradaciones coloristas, y un bajo de gran musicalidad que a veces eclipsaba a todos los demás con un volumen brutal ya desde la intro de Loopdrama, que fue el comienzo de todo; pero es que quien lo tocaba era Javi Mora, y lo que él hace con las cuatro cuerdas nunca puede ser considerado como molesto ruido. La verdad es que con Alvaro limitándose a cantar muchas veces, sin ocuparse de la guitarra como sabe, y Esteban García compartiéndola con los teclados, durante el concierto estábamos echando de menos a las guitarras que hacen solos de esos que te erizan la piel, pero para eso estaba Juano Azagra, que entró en escena en la décima canción y nos cortó la respiración para que así dejáramos de pensar tonterías.
El concierto arrancó con una dinámica diferente a los habituales de Alvaro, adaptado a los tiempos que corren y a las dificultades de asiento, mascarilla, hora temprana, pero sin rebajar el nivel ni la intensidad; solo arrancando de forma menos grandilocuente. Y para ello nada mejor que la mencionada canción de Loopdrama, que también abría el disco de La Xana, fundiéndose con los latidos del bajo. La forma de cantarla de Alvaro, todo contoneo y cimbreo, seguro de su propia grandeza, hizo que nos atrapase, nos enganchase y él dio comienzo así a una tarde que esperaba mágica.
Tras ella comenzó la presentación de las nuevas con El día de nada, en la que el saxo de Mercedes Bernal comenzó a tomar más protagonismo, como una segunda voz, grave acompañando a Alvaro, más aguda destemplando el final. Para acompañarse mientras cantaba los versos que compuso su padre en la canción Mientras duermes, Alvaro cogió la guitarra acústica y jugó a ser Bowie. De nuevo, alternando canciones de los dos discos, llegó la hora de Conjuro, una canción que aunque venga en el futuro Fantasio ya se la hemos escuchado en directo otras veces, incluso también acompañado por Mercedes, como ocurrió cuando en la sala Malandar dieron el primer concierto con banda completa y público que se celebró en nuestra ciudad tras la declaración del estado de alarma. La canción es puro lujo, y lujuria; y no podría tener título más apropiado, Conjuro, para la invocación a los momentos mágicos que vivimos durante su interpretación, con el saxo de Mercedes llevándola arriba, muy arriba. Y después fue cuando la banda se convirtió en Radio Futura para hacernos una versión buena cada segundo.
Una segunda sección del concierto comenzó ahora, ya sin la presencia de Mercedes, empezando con los templados ritmos de Jaula de oro, un mosaico de estilos y sensaciones con un colofón instrumental grandioso, en el que se lucieron todos los de la banda, de la que me queda todavía por mencionar a Antonio Lomas, que era el batería, y a Guillermo Manjón, con sus efectos, sintetizadores, loops, filtros … era el momento de encadenar dos estrenos más, estos también absolutos como El día de nada, la segunda del concierto. Ahora llegaron La chica del lago, entrando con potencia de la mano de unos redobles de batería, la canción que será el siguiente single que Alvaro lanzará en un par de semanas, y Amas, para hacer que mi relación de amor con ese disco que está por salir ya no dé lugar a ningún sentimiento más; solo ese, amor, el que Alvaro estaba potenciando en estos momentos y que todavía llevó más allá con La dama que amé, uno de los sueños incorpóreos de La Xana.
Cuando entró Juano la delicadeza, la melodía suave, desaparecieron convertidas en puro pop. La espectacularidad del inicio, con la atmósfera del Heroes, giró hacia Tu silencio, convirtiendo la canción en una delicia. Debo intentar recordar la próxima vez que vea a Alvaro preguntarle por qué las dos canciones que ha escrito su padre, Mientras duermes y esta, son las que más regusto a Bowie tienen cuando las interpreta. La siguiente, Una realidad, la canción con letra del poeta Pablo Cerezal, aunque también del próximo disco, la conocíamos de aquel concierto del Malandar, pero aquí brilló de forma deslumbrante; fue una explosión de rock, un fuego incontrolable azuzado por la guitarra de Juano que nos devoró a todos en un final espectacular en el que Antonio parecía tener ocho brazos en lugar de dos para imponerse a porrazos de cajas y platillos sobre el fraseo a medio tiempo de la guitarra de Juano que acompañaba la repetición final de las palabras de Alvaro… el sol cuida de ti…
La cautivadora No puedo volver, que siguió, también es de las nuevas, pero muy conocida ya porque es la que Alvaro eligió como single de adelanto de Fantasio. No era esta la primera vez que la interpretaba tampoco acompañado de Juano, porque en el cumpleaños del Nocturama que tuvimos en el Teatro Central ya la escuchamos con el respaldo de All La Glory. Aquí se desbordó con tal fuerza que Alvaro, una vez que Juano salió del escenario, nos dijo que no podíamos irnos con el ánimo así de alzado por su guitarra, por lo que el final debía ser más sosegado, para serenar el alma, para calmar esos ánimos subidos; y Alvaro nos habló de Toda esa belleza, la que asomó tras unas primeras notas de piano para convertirse en el relato del primer amor de dos jóvenes, contrapunteado por el prodigioso soplo del saxo de Mercedes Bernal, de nuevo en el escenario para la despedida, íntima y sencilla, que nadie hubiese querido que llegase.
