Compro Oro. Museo de Artes y Costumbres Populares. 5 de julio de 2022
Anoche se puso en marcha el ciclo de Música Y Museos que organiza la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales en Málaga y Sevilla. Los conciertos de nuestra ciudad -que puedes ver cuáles son en el cuadro adjunto- se celebran en el Museo de Artes y Costumbres Populares, que está en el Pabellón Mudéjar de la Plaza de América. Allí fue donde poco después de las diez de la noche se subieron al escenario los cinco componentes de Compro Oro para que comenzase a caminar por el Parque de María Luisa en vez de por la Alameda, la gitanita de su canción Mejores primaveras. Tras abrir con ella, que es del disco Carmen, del 2019, siguieron con Tiempo, del Estarantos editado este año y después con Condena, la canción que abría el primer disco que lanzaron, Camina o Revienta. Tres pinceladas de su obra total, que fueron desarrollando posteriormente en bloques, hasta darle un buen repaso a toda ella a través de veintidós canciones prácticamente enlazadas durante una hora y cuatro o cinco minutos, sin apenas pararse a darnos ojana, con la actitud de una banda punk que sabe lo que hace y sigue su camino, aunque sus referentes musicales no los encontremos en los Ramones o los Clash, sino en Triana y Los Chunguitos.
Anoche se presentaron ya como quinteto, una vez que los teclados de Francis Aguilar se han unido -aunque al principio se resistiesen por culpa de un cable rebelde- a la batería de Rafael Montoya, las congas de Aníbal Ortiz, el bajo de Juan Muñoz y la guitarra de Juan Luis Escamilla, que es también quien pone la voz a las canciones que él mismo compone. Los pistones de una locomotora parecían las congas de Aníbal impulsando la marcha de Miedo y Carmen, las dos canciones enlazadas con las que siguieron, que de vez en cuando tenía que soltar vapor para no descarrilar en su velocidad, siendo esos los momentos en que los golpes a los parches los sustituía por el batir de la pandereta. Ojos verdes comenzó prácticamente con el mismo ritmo que las anteriores, y no me refiero solo a la velocidad, sino también a los compases, que apenas la hubiesen hecho distinguible de las otras si no fuese por la variación en la melodía que cantaba Juan Luis, muy irreverente y con guiños a la barca que manejaba Remedios Amaya. Luego, además, tuvo la primera ocasión de lucirse largamente en un solo de guitarra en Nuevos capitales. Un registro diferente tuvo Ser cambiante, con los aires del rock andaluz mutados en los de la movida de los 80, pero de los que soplaban por el lado más canalla, en el que habitaba el Poch al que nos recordó aquí Juan Luis, o el Benito Venganza que hubiese bordado una canción como esta.
Que no me digan estuvo teñida de flamenco de nuevo, aunque Juan Luis sustituyó en ella el quejío por el grito a capela algo desaforado, para volver de nuevo a la cadencia de la anterior, Ser cambiante, haciendo honor a ese nombre, aunque la que interpretaron fue Muerte corazón, de su primera obra, utilizándola de puente entre las piezas del disco Carmen y las de Estarantos, del que recuperaron ocho de ellas seguidas.
Más pop resultó este tramo; de hecho, el propio Juan Luis dijo que iban a ponerse mesetarios antes de arrancar con Amores extraños y acelerar luego con Claveles, para frenar en seco y dejarnos un poco desubicados en la catarsis que empezábamos a experimentar. En realidad la cabalgada rockera final que esperábamos, donde la tuvimos fue en el final de la canción siguiente, No hay amor, con los teclados en primer plano, para cambiar de nuevo tras ella y convertirse en algo parecido a Los Brincos, aunque machacones donde estos eran melódicos. Promesas les afianzó en esa línea de tensión e incluso de electricidad malsana; camina o revienta, el título de su primer disco, se convirtió aquí en un verso que desembocó en los gritos de ¡No puedo más! de Juan Luis. El inicio de Cosa fina nos evocó un Sweet Jane mancillado poco después por el autotune, con lo que ya éramos incapaces de intuir por donde nos iban a salir de ahora en adelante. En Celos incidieron en el uso del maldito cacharro que descarga tanta tensión del ambiente y le restó mucha fuerza al embate de las olas que nos hubiesen subyugado en Mala hierba.
Para la recta final eligieron algunas de sus canciones primerizas, siendo Lo más bonito un corte psicotrópico, potenciado por su enlace, sin solución de continuidad, con Tiemblo y su remate final con Camina o Revienta. Tres canciones en apenas cuatro minutos, que fueron una terapia de ruido, velocidad y desenfreno al modo en que los Smash hubiesen liquidado el Blues de la Alameda si se hubiesen metido todo de una vez el speed que tenían para pasar el mes completo. Si un rato antes pensábamos que no necesitábamos un bis, ahora nos sorprendimos pidiéndolo de buena gana. Algo que seguramente no hubiésemos hecho de saber que lo primero que íbamos a escuchar cuando volvieron de nuevo al escenario era el autotune de los cojones abriendo Por tu amor, mantenido además durante toda la canción. Probablemente esta forma de interpretar las canciones debe tener sus adeptos, claro está, pero en una canción como esta, que es una lastimera queja sobre el amor perdido, los Compro Oro agresivos, de la actitud punky que mencionaba al principio, se convierten en una banda mimética. Prefiero mantener el recuerdo de las descargas más intensas, de los paseos precipitados por las marismas andaluzas, que en vez de por espartos están pobladas por hongos alucinógenos, que también propiciaron con generosidad durante el concierto.
