Crazy Zombie + Mauser. Sala Even. 16 de noviembre de 2019
Cuando Eduardo Powerage les presentó lo hizo diciendo que eran una banda de Nu Metal, sin embargo a mí no me pareció que Crazy Zombie fusionase su heavy con otros géneros extraños a él, más aún cuando los teclados de Miguel Ángel Sares no llegaron a escucharse apenas en toda la noche y eran los que hubieran podido aportar algunos elementos a esa atmósfera alternativa del Nu, porque por lo demás todo el sonido era muy clásico. Lo cual no es malo, ni mucho menos, porque es preferible que los riffs de guitarra de Fernando Valero suenen como lo hicieron anoche a estar sincopados y sonando con rangos bajos y a menos volumen del que hubiese tenido el bajo de Sergi Rodriguez; que no hubiese distorsiones, que la textura de la música no primase sobre la melodía ni apagase el brillo de la voz de Roche Espinosa.
No, decididamente anoche Crazy Zombie no nos recordaron a Korn, ni a Deftones, sino que fueron aquellos viejos amigos de Uriah Heep que nos hacían bombear sangre tal como lo consiguió anoche Julián Carrasco con su batería o nos dejaron un final de concierto con la canción que les da nombre, Crazy Zombie, con esa mezcla de guitarra y bajo activísimo que nos llevó al Rock and roll de Led Zeppelin. Hasta llegar a ese final nos dejaron por el camino otra docena de canciones con grandes melodías en la mejor tradición del hard rock setentero, con una instrumentación potente, adecuada y precisa en la que todas las partes eran distintas y todas claramente evidentes… con la mencionada excepción de los teclados, que no existieron.
Lord of Sin fue una excelente manera de comenzar el concierto, constituido totalmente por las canciones que compondrán su próximo disco, de las que ya conocíamos cuatro de ellas a través del EP publicado hace unos meses. En Forevermore apareció en el escenario María Victoria Eugenia Olimpia, en forma de ángel negro tan sensual y tentador como siniestro y peligroso, para unirse al quinteto de músicos enmascarados que ya nos habían inducido un trance completo. A medida que se fueron sintiendo más cómodos sobre el escenario fueron desgranando I’ll protect the flame seguida de Room full of mirrors, una de sus mejores canciones, que solo tiene que ver con la de Jimi Hendrix la coincidencia de título, porque esta de ellos es toda una experiencia que sirve para que Fernando destroce su hacha y Roche y Vicky nos envíen un poco de magia vudú con sus voces dobles, que tendrán que perfilar mejor para los coros, pero que la diferencia de tesitura que tienen ambas hace que la de ella dé un contrapunto brillante a la de Roche, que siempre ha sido, y sigue siendo, uno de los mejores cantantes que ha tenido el rock sevillano.
Para An endless grove la energía de la sala ya se había electrificado por completo y era el momento de alternar el sudor con la suavidad… Family resemblance, To live in peace… las voces dobles seguían calentando la atmósfera, que se hizo más mágica y pesada en The harvest, demostrando que el sonido de hace cincuenta años todavía puede sonar moderno y sobresaliente. Crazy Zombie tienen grandes registros y sus canciones suenan mejores y más potentes en directo que en el EP del que antes hablaba, y viendo a Roche recrear sobre el escenario Under the sum los cantantes más jóvenes del rock duro sevillano podrían tomar notas sobre cómo cantar, cómo actuar y, lo más importante, cómo sentir una canción.
El tramo final del concierto vino precedido por una introducción en la que una canción de Melissa Etheridge de aires orientales sirvió para que Vicky avanzase sobre el escenario de forma serpenteante y se convirtiese en una sinuosa Sherezade que marcaba la voz de Roche en Eastern dream. Pero no deja de ser una pena como a pesar de ser un concierto más que bueno la atmósfera se fuese perdiendo porque para entonces casi la mitad del público había ido abandonando la sala; ¿cansancio acumulado de un día repleto de música? Fuese lo que fuese está claro que toda esa gente que se fue no compartía la fascinación de los que nos quedamos para apreciar el nivel de destreza técnica y de ilusión que la banda estaba derrochando y aunque su propuesta musical no sea moderna merece mucha más atención de la recibida porque nadie de por aquí mezcla como ellos las composiciones clásicas y progresivas de los primeros 70 con el rock melódico más afilado y directo de los últimos años de esa década. En el final, con Levitation, Something human y Crazy Zombie, la guitarra y la voz solistas siguieron dándole una dimensión extra a las canciones, que ya de por sí interpretaron con grandes dosis de pasión, calidad e intensidad.
