Gurugú Sax. Comunidad de Propietarios de Pino Montano (Ciclo Veraneo en la city). 19 de agosto de 2020
Siempre me gustó mucho el sonido del saxofón. Tanto integrado en la música de rock como cuando adquiría un papel más importante en la instrumentación. Sobre todo me gustaba cuando incorporaba aires latinos en piezas elaboradas con otras estructuras, seguramente por eso los primeros saxofonistas que comencé a escuchar con más atención fueron Gato Barbieri y Wayne Shorter; este último, desde Weather Report me hacía maravillarme con Manolete, Lusitanos, o hacía que escuchando Gibraltar, aunque esta no fuese de su composición, sino de Zawinul, pareciese que estaba tomando una cerveza en la plaza de Trujillo. Después llegó John Zorn con su eclecticismo y su rabia; nunca fui partidario de su compromiso político sionista, pero sí de su música, de la que disfruté en directo aquí en Sevilla varias veces, e incluso de su compañía en un concierto de Camarón. A través de su obra fui descubriendo a los clásicos anteriores: Coltrane, Charlie Parker, Coleman, Sonny Rollins; cuando descubrí a Albert Ayler cambiaron muchos de mis conceptos musicales, y no solo de los referidos al saxo. De los españoles me gustaba mucho Pedro Iturralde, aunque lo encontraba demasiado clasicista; por eso mis preferidos fueron siempre Ulises Montero, aquel del tócala, Uli de la canción de Gabinete Caligari, y Arturo Soriano, al que también pude ver por aquí más de una vez… con Hilario Camacho en la Cita en Sevilla, con Burning en la sala Rrio… y en nuestra ciudad reinaba Pepe el Saxo en los inicios del rock; después los hermanos Del Campo; Aquiles, al que perdí la pista hace tiempo tras verle con muchísimos grupos locales, y Gautama, al que seguí viendo después en la tele y ahora de nuevo en la banda de acompañamiento de Cristian de Moret. Más recientemente descubrí a Mercedes Bernal, a la que nunca llegué a ver en La Banda de la María, pero que después de escucharla en el escenario del Fun Club en uno de los conciertos anuales de homenaje a Bowie procuro seguir sus apariciones allá donde se produzcan, una de las cuales iba a ser hoy mismo en la presentación del disco de Espejos Negros, tristemente suspendida, y también a Miguel Guinea, que una noche del pasado año fue capaz de convertir el universo de Vicente el administrativo en el Harlem nocturno que retrataba John Lurie y volví a ver hace unos días acompañando de nuevo a Mapache en su concierto del PopCAAC. Por eso, anoche me era imposible dejar de asistir a una cita en la que iba a poder escuchar en directo a cuatro saxos a la vez. Y me fui a Pino Montano para estar en el concierto de Gurugú Sax, dentro del ciclo de Veraneo en la city. Entre los músicos participantes ya esperaba encontrar a Mercedes, pero me llevé la sorpresa de que también estaba Miguel, que sustituye en el cuarteto a Vicente Domínguez. Ellos dos son los saxos altos y el grupo se completa con Luis Navarro en el saxo tenor y Javier Rodríguez “Jabugo” en el barítono.
El concierto lo comenzaron con una canción que querían que sirviese de representación y homenaje a todos los que están padeciendo tantos problemas ahora mismo para poder estar en un concierto, tanto músicos como espectadores, y sonó un magnífico Bella ciao en cuyos arreglos pudimos también reconocer compases de Ay Carmela. Esta apertura demostró que se trata de un conjunto que no tarda en calentarse, que ya arde con energía y chispa después de las primeras notas. Luego fueron luciéndose los cuatro a base de solos, duetos, trabajos en equipo con todos a la vez; unas veces dirigía Luis desde su saxo tenor, otras Mercedes o Miguel, incluso Javier marcó alguna vez el inicio, como en Kathy’s theme, la pieza de Jimmy Weinstein que ellos han arreglado para comenzarla con esas notas graves, con gran anticipación y emoción, que dan paso a un trabajo de conjunto ajustado que nos llevó a un hermoso juego de colores, como en las interpretaciones anteriores, cada uno tan sugestivo y excitante como el siguiente. Ya desde el principio, los músicos interpretaron las piezas con un sentido de bravuconería caprichosa, que marcó la pauta para el resto de la velada.
Angel Nemally, la segunda de las piezas, africana de origen, demostró lo bien que se llevan los cuatro en un tema coral, que luego se convirtió en un dispositivo parecido a un canon con ritmos cruzados infundidos con matices de jazz. Después fueron profundizando en una amplia gama de colores y constelaciones tonales, con la línea melódica entrelazada entre la armonía de cuatro partes de los saxos sin esfuerzo, coincidiendo a la perfección para hacernos llegar los sutiles matices de piezas tan distintas entre sí como el Isn’t she lovely de Stevie Wonder, con solos alternos de Miguel y Luis; el Pata Palo de Pata Negra, que empieza Mercedes con un brillante solo; una rumba, un pasodoble…
Gurugú Sax es el conjunto perfecto para capturar el espíritu de estas canciones, y los arreglos para cuarteto de saxofones se realizaron a la perfección. Su sentido de la alegría y el humor, teñidos con matices de ironía (particularmente en ese Pata Palo que terminaron cantando, de forma bastante desentonada, todo hay que decirlo, la palabra de la que cogen su nombre: Guruguuuuú), fueron exhibidos con un sentido de deleite que nos transportaron a un club de jazz, lo mismo que a un cabaret, que a una calle por la que pasaba un desfile con una street band al frente.
Grandes momentos de la noche fueron un Sina, con Luis explorando el lado tierno y emocional de la música de Djavan, o un Hard times con el que los cuatro crearon el ambiente de una época diferente, ahora vuelta de nuevo. La ecléctica elección de todo el repertorio fue muy inteligente y aunque destaque yo algunos momentos puntuales lo mejor de este grupo es que es capaz de dibujar grandes mundos sonoros y paletas orquestales. El cuarteto de saxofones es uno de los conjuntos más ingeniosos del siglo XXI; tiene la gama completa de notas (de arriba a abajo) y una amplia variedad de estados de ánimo y matices. Combinad eso con que anoche el cuarteto lo formaban cuatro músicos excelentes y tendréis una receta segura para el éxito. Cuando se despidieron con un bis en el que reinterpretaron el Couleur Café de Serge Gainsbourg ya estábamos deseando verles anunciados de nuevo en algún otro cartel.
