Irma. Fundación Tres Culturas. 8 de octubre de 2020.
Portugal es el país con el que mantenemos mayor cercanía geográfica y más historia común, aunque desgraciadamente no siempre conocemos. Para paliar en lo posible los efectos negativos de este desconocimiento nació el Proyecto INTREPIDA (Internacionalización de las Empresarias de España y Portugal hacia la Inserción, el Desarrollo y las Alianzas), un programa que desde el 2017 permite crear un contacto estrecho entre las mujeres empresarias de ambos países, siendo su objetivo impulsar la competitividad empresarial de las PYMES gestionadas por mujeres en el territorio transfronterizo de Andalucía, Algarve y Alentejo, promoviendo su internacionalización a través de nuevos modelos de desarrollo y cooperación empresarial. Y en estos momentos difíciles que padecemos es muy de agradecer que se involucren en actividades de valor, de calidad, como las que están realizando en colaboración con la Fundación Tres Culturas, que no son solo económicas, sino también culturales. Y en este marco fue en el que tuvo lugar anoche el concierto de Irma.
Con esta cantante se apostó por la juventud, porque Irma, aunque en Portugal ya es muy conocida en su faceta de actriz, su carrera musical apenas comenzó a finales del año pasado y tan solo tiene dos singles publicados, a los que seguirá su primer LP, que se llamará Primavera, el próximo día 15 de este mismo mes. Irma nació en Lisboa pero tiene una gran influencia de la cultura angoleña porque hasta los 12 años se crió en ese país con sus abuelos; de hecho, su segundo single, que fue con el que abrió su concierto sevillano, se llama Monami, que es una palabra de un dialecto angoleño que quiere decir mi hijo, en la que nos dice que los niños son el futuro del mundo.
Con la entrada del otoño los conciertos que se han venido celebrando regularmente estos meses atrás en los jardines andalusíes del exterior del Pabellón Hassan II se han pasado a su interior, aunque anoche su espectacular cúpula se desplazó y estábamos a cielo abierto en el patio central. Un entorno bellísimo para acoger a Irma Ribeiro y Rui Pedro Pity, que nos ofrecieron un concierto íntimo y gratísimo, en el que pudimos apreciar que Irma es tan dulce como el personaje del mismo nombre que Shirley MacLaine encarnaba en la mítica película de Billy Wilder y canta con el corazón saliéndole por la boca.
Ella con una guitarra acústica y Pity con un bajo eléctrico comenzaron Monami con unos acordes de aires brasileños que fueron el preámbulo para que la voz dinámica y expresiva de Irma comenzase a acariciarnos a través de once canciones, todas ellas originales a excepción de la reescritura del Universos paralelos de Jorge Drexler. Después la guitarra fue cambiando de manos para que Irma pusiese toda el alma en esas canciones, e incluso llegaron a intercambiarse los instrumentos en la canción Saudade, antes de la que Irma nos confesó que estaba tan nerviosa por hablarnos en español como por intentar tocar el bajo, ya que esta era la primera vez en su vida que lo hacía. Podemos decir que salió airosa del desafío, aunque solamente sacase del instrumento unas pocas notas repetidas, ya casi al final de la canción, pero en realidad los instrumentos eran casi superfluos, porque Irma, tierna, a veces frágil, se las arregló perfectamente para emocionarnos sin necesidad de alardes. Brilló con canciones sencillas en las que su voz tomaba vuelo sin esfuerzo, subiendo y bajando la melodía de forma que en la segunda de las que interpretó, Beija-me a boca, me recordó a la Minnie Riperton de Loving you.
Nos presentó después Coraçao, la canción que va a abrir su primer disco, diciéndonos que es su favorita de las que lo componen. Una canción que escribió hace dos años, cuando todavía no tenía ni idea de que con el tiempo serviría para abrir un disco. Pity pasó a la guitarra e Irma, liberada de cualquier distracción que no fuese la simple belleza de la melodía que nos hacía llegar con su voz, nos besaba suavemente con cada nota que cantaba. Sei de cor, la canción siguiente fue una de las dos que compuso durante el confinamiento, la otra fue Nao queres saber, y con ellas brilló de forma serena. Las emociones de los días inciertos de marzo y abril le inspiraron melodías suaves sobre anhelos privados, como también las que sintió al nacer su hijo le llevaron a componer Alfazema cuando todavía no tenía en mente convertirse en cantante profesional. Anoche la interpretó de forma todavía más dulce y tranquila que las anteriores.
El concierto continuó con Nao vas y Da mesma pele, una canción que narra una historia de amor que termina con caminos diferentes para los protagonistas, que fue con la que se dio a conocer en su primer single. Con la anteriormente mencionada Nao queres saber profundizó en su introspección y me mantuvo hechizado; Irma era pura seducción.
La recta final la inició con esa Saudade en la que cambió la guitarra por el bajo, para seguir con la versión en castellano de Jorge Drexler, cuya música conoció en Barcelona, donde estuvo pasando algún tiempo gracias al dinero que pudo ahorrar, moviéndose por las noches en clubes de jazz y de jam sessions, y el punto final lo puso con A qualquer hora, tras la que se despidió muy agradecida por esta oportunidad de haber cantado en Sevilla, una ciudad que no conoció hasta ayer mismo.
Irma tiene una hermosa voz, una gran habilidad para escribir canciones que le van perfectamente a su forma de cantar y si tiene ambición y una visión clara de su carrera, creo que esta puede ser larga y productiva. Ella es encantadora y sus canciones tienen una gran sensación de ensueño y están llenas de luz.
