Mist3rfly. Sala Even. 3 de julio de 2020.
Como anoche éramos apenas una treintena de espectadores los que estábamos en la Sala Even, la gerencia decidió quitar los taburetes que rodeaban las mesas, todas ellas colocadas en el centro de los espacios marcados en el suelo: «Podéis bailar, pero sin abandonar vuestro espacio de al lado de la mesa y manteniendo siempre el distanciamiento social preceptivo». Esto hizo que a veces el local pareciese un club berlinés con la gente moviéndose en un jacking descafeinado, sujetos a su mesa alta, haciendo que a veces peligrasen los vasos y botellines colocados en ella. Y la música que ponía Mist3rfly desde el escenario era más que adecuada para sacudir así el cuerpo, porque se trataba de un house un tanto insistente, pero sin llegar a entrar en terrenos del techno ya que era totalmente físico y lúdico, sin apenas trazas de su componente mental.
Música sintética y en gran parte deshumanizada por las influencias del krautrock y el sint pop japonés mantenida durante una docena de piezas perfectamente enlazadas, con un ritmo común de bombo que las anclaba al house y no las dejaba desviarse hacia terrenos más locos, de esos en los que reina gente como Prodigy. Las influencias de Kraftwerk quedaron claras ya desde el principio, porque Mist3rfly arrancó su concierto con Florian Schneider, la pieza de su reciente disco en la que homenajea al fundador de la mítica banda alemana, con estructuras y ritmos que mantuvieron durante las que siguieron después, Complex y Max hyper boom, hasta que los ritmos funkies comenzaron a abrirse paso en Future dark, una pieza más antigua en la que las huellas de Moroder son más visibles que las de los cuatro de Düsseldorf.
En realidad el futuro oscuro que da nombre al tema más que en la música de Juani Misterfly, que en realidad era jovial, se plasmaba en las imágenes que se iban proyectando en la pantalla trasera desde el ordenador de su compañero de escenario, Atk Epop, muy plásticas e interesantes, aunque a veces dispuestas de forma bastante anárquica, extendiendo las del Alexanderplatz a las piezas anterior y posterior de la misma, unos Übertragen e Hyperactivity que Juani rescató del repertorio de su alter ego Yilfretsim, o mezclando sin compasión paisajes sevillanos y japoneses en las interpretaciones de Wonita Poison, la pieza dedicada a nuestra ciudad, y Tokyo, otra de las antiguas, rescatada del disco K-Tre del 2015… y la verdad es que la que siguió, también de ese disco, me puso a huevo con su título el uso del orden de las imágenes: Absolutely wrong.
Las imágenes que comenzaron a aparecer posteriormente en la pantalla mostrándonos a Gaby Delgado anunciaban que la gran versión que Mist3rfly hace de Der Mussolini se acercaba, aunque todavía tuvimos que esperarla un poco más porque era el Vórtice que da título al disco que se presentaba anoche el que comenzó a sonar, dejando el tema de D.A.F. para cerrar el concierto con un brillante broche final.
Discretos de apariencia, sin más adorno visual que unas gafas estrafalarias, Juani y Atk nos recordaban que estábamos allí no solo por el hombre sino por la máquina, estableciendo el estándar para el espectáculo sonoro que nos dieron. Piezas líricamente muy simples, muchas con la voz incluso inexistente, pero que acentuadas por las imágenes, eran temáticamente audaces. Y con mucha vitalidad. Resultó un gran concierto, y muy equilibrado entre el hombre y la máquina.
