Swamp. Fundación Tres Culturas. 18 de marzo de 2021
Tras los primeros acordes de la guitarra eléctrica de Maite Herrera ya podíamos cerrar los ojos a la elegante presencia del trío que componen Swamp y a la preciosa estética que tiene el patio interior del Pabellón Hassan II, porque nos bastaba con la belleza de los sonidos que comenzaron a flotar en el aire, los que componían las grandiosas voces de Abbi Fernández y Txaco Jones, que tras una breve intro entonaron el Midnight rider de los Allman Brothers, seguido del Harvest moon de Neil Young con una dulzura que les insuflaba nueva vida; canciones melancólicas, pero llenas de esperanza, y no hay banda más adecuada para transmitir ese sentimiento que el que componen ellas tres. Sabemos dónde suena la música, salgamos a sentir la noche… frases mágicas contenidas en la canción de Neil Young que los invitados por la Fundación Tres Culturas que completábamos el aforo permitido estábamos siguiendo al pie de la letra. Quiero celebrarlo, verlo brillando en tus ojos… algo que también dice la canción y que no me cabe duda que Abbi apreció en mí al distinguirmelos por encima de la mascarilla mientras me miraba desde el escenario, sabedora de que es una de mis canciones favoritas de siempre.
La voz protagonista pasó de Txaco a Abbi para una interpretación de Happy Together cautivadora de principio a fin. Y después hubo un intercambio de guitarras en la que la eléctrica pasó a Abby y la acústica a Maite para no tener que llevar esta el peso de la instrumentación, porque ahora le tocaba a ella dejar constancia de que había tres reinas de las armonías vocales, interpretando un Monday Monday que los agudos de Txaco contribuyeron a glorificar. El medley de composiciones de John Fogerty para la Credence que siguió después fue otra brillante muestra de interacción entre las tres, llevando la voz cantante Abbi en las estrofas de Have you ever seen the rain, Txaco en las de Down on the corner y Maite en las de Bad moon rising. Las tres brillaron y no podemos decir que superaron nuestras expectativas, porque a estas alturas del concierto sabíamos que para ellas no había límite alguno, todos los presentes estábamos en sintonía arriba y abajo del escenario.
Hasta ahora todas las canciones que Swamp fueron desgranando, además de por sus voces y los perfectos arreglos musicales de Maite, se beneficiaban del componente sentimental que tienen para los oyentes, porque de una forma u otra, todas ellas han formado parte de su vida; esto no ocurría con la siguiente, que fue Too hot too last, una canción ya de este siglo, salida del singular proyecto Snarky Puppy, que sin embargo hizo que la emoción del público ascendiese todavía más. Iba a ser difícil alcanzar ese nivel celestial desde ahora en adelante, pero la unión vocal de Abbi y Txaco en el Take it easy de los Eagles resultó imaginativa, genial, a la hora de crear algo totalmente nuevo con esta canción. Tras eso solamente quedaba dejarse arrebatar por la agradable conmoción que supuso escuchar los primeros acordes de Helplessly hoping.
La canción Didn’t he ramble, del cantautor irlandés Glen Hansard, es otra de esas que salpican el repertorio de Swamp, que nos resultan desconocidas pero que sirven para demostrar la versatilidad del trío para conmoverte con sonidos nuevos y texturas diferentes a las que te son familiares. Fue un preámbulo perfecto para el mejor momento de la noche, logrado precisamente por otra de esas canciones que son ajenas a nuestro imaginario colectivo, Dusty trails, de Lucius, las chicas de las que Abbi quedó prendada cuando las descubrió haciéndole los coros a Roger Waters y de las que ahora convierte su canción en una reinvención espectacular, coronada por el final a capela con Txaco, que es una experiencia auditiva dramática y de gran efecto. Las diestras líneas de guitarra y la ágil y discreta percusión que acompañaron a las vibrantes armonías de A horse with no name pusieron el punto final a un concierto que nos arrastró a grandes profundidades emocionales.
La noche tuvo un preámbulo a cargo de Saki, una cantante y guitarrista marroquí que se ha formado desde pequeña en la música arabe-andalusí, acompañada de Carla Monzubi, una cantautora de formación alemana, aunque impregnada por los ritmos del sur, y una guitarra acústica que se iban intercambiando, que nos ofrecieron un concierto demasiado irregular, compuesto por la canción Tuyo, descubierta por la serie Narcos; la Historia de un amor, el famoso bolero, interpretado en tres idiomas; el Vienna de Billie Joel, con el peso de la voz de Carla; después Quizás, quizás, quizás también favorecido por el regusto de la forma de interpretarlo Saki en árabe, que cuando empleaba su idioma para cantar era cuando realmente conseguía nuestro interés. Una versión de Ojalá, de Silvio Rodríguez inició el final, que llegó con un ¿A quién le importa? que seguramente a Alaska sí le importaría si llegase a escucharla alguna vez. Buenas intenciones que hay que pulir mucho y encauzar de forma menos deslavazada.
No quiero cerrar esta crónica sin expresar mi deseo de que los cambios que ha supuesto la fusión de Tres Culturas, el Legado Andalusí y la Fundación Baremboim Said, por parte de la Junta en un solo ente siga apostando, como hasta ahora, por el programa cultural diverso y de calidad al que nos tiene acostumbrados su programadora Araceli Míguez con su animoso equipo y que este verano, en lo que respecta a música y cine, disfrutemos de las mismas delicias que hemos degustado en temporadas anteriores.
