Eli Paperboy Reed. Sala X. 14 de junio de 2022
La verdad es que hasta la misma tarde de ayer no terminé de decidirme a ir a la Sala X para ver en directo a Eli Paperboy Reed. Con tanto trabajo como tengo ahora, asistiendo prácticamente a un concierto diario y después tener que escribir sobre él, cuando no también un artículo previo sobre algunos de ellos, no me había puesto a escuchar su nuevo disco, del que también había leído que se basaba en el country más que en el soul, que es lo que de verdad me enamora de Eli, y eso me echaba bastante para atrás. Pero finalmente me dije que de perdidos al río y me fui a verle. Y la decisión no pudo ser más acertada.
El concierto de Eli fue arrollador y brillante, lleno de energía, buenas vibraciones y sudor, mucho sudor. Y ya desde el principio todas mis prevenciones se demostraron falsas. Iba esperando encontrarme a un Eli Paperboy cantando sobre perdedores al cansino ritmo del country clásico y ya desde la cola para entrar (los cabrones de mis amigos siempre apuran al máximo y me relían) pude apreciar que le iba a cantar a los perdedores, pero con su habitual ritmo de soul acelerado, porque hasta allí fuera llegaba lo que cantaba sobre ese tío que prefería estar ciego, lisiado y loco antes que volver con su novia. Eli estaba abriendo su concierto con I’d rather be blind, crippled and crazy, un semi clásico del soul que escuché por primera vez allá en los años 70 a Overton Wright, aunque no estoy muy seguro de si es suyo.
Una vez dentro, un poquito de serpenteo entre el personal que llenaba la sala hasta llegar a las primeras filas, que el peso que he perdido ya me permite estar de pie durante el tiempo que dura un concierto sin que la rodilla se resienta apenas. God’s Gonna Cut You Down ya la disfruté en su plenitud y fue como si estuviese escuchando la versión de Johnny Cash a 45 rpm en vez de a 33. Con Eli todo fue así de desmedido: se quejó continuamente del calor que hacía, le hacía gestos de todas clases -incluso el de pasarse el pulgar por el cuello- al chaval del sonido, aunque no sé si porque él tenía problemas en sus monitores, porque el sonido hacia fuera no era malo y el técnico tampoco tuvo la culpa de que su pedal de efectos se fastidiase en la segunda canción y tuviese que conectar su guitarra directamente al amplificador; nos mandó callar muchas veces con unos sssssh que sobraban en un concierto como el suyo y en general, en su cruce habitual entre James Brown y Sam Cooke, estuvo siempre mucho más cerca del primero.
Esa segunda canción es de su disco de hace seis años, el My Way Home, y desde ahí en adelante fue extrayendo canciones de todos sus discos, siguió con Name Calling del de 2010, puritito soul de la Motown que no desentonaría en las voces de las Supremes y con Well, Alright Now del de 2014, con un gran solo de órgano por parte de Sergio Valdehita, muy celebrado por la gente, tras el que Eli nos usó de coro masivo; luego, Your Sins Will Find You Out, de nuevo del de 2016, para ralentizar un poco la marcha y a partir de ahí se puso ya con las canciones del disco nuevo, del que sacó la mitad de las que lo componen, cinco seguidas ahora, más Workin’ Man Blues, que la guardó para los bises. Pero esto que hacía, a pesar de que eran canciones de Merle Haggard, no se parecía en nada al country que me temía, menos mal. Aunque estas canciones sean del country de la vieja escuela, Eli ha dedicado su carrera a los sonidos del soul vintage y no iba a cambiar ahora; al fin y al cabo, aunque ahora los géneros estén bastante separados, en los años 60 y 70 hubo una clara superposición entre el country y el floreciente género de la música soul, centrado en Memphis y Muscle Shoals, en Alabama; y aunque Eli es de Boston, que está bastante alejado de allí, su padre era crítico musical y él creció expuesto a una amplia variedad de sonidos y estilos, que ha sabido asimilar muy bien.
La forma en que Eli interpretó estas canciones nuevas, comenzando por Mama Tried, para demostrar que no le teme a nada, demostró lo flexibles que pueden llegar a ser estas canciones de Haggard, para nada ajustadas a los principios básicos del género. Con un control vocal envidiable, pasaba del susurro al grito en cuestión de segundos, haciéndonos sentir el dolor y la tristeza de la canción, que convirtió en oro puro. I’m Bringing Home Good News la ralentizó un poco, en vez de mantener el ritmo de la anterior, y la convirtió en un medio tiempo de soul y funk extrayendo de la canción toda la emoción posible con su voz y el subidón de los metales, saxo tenor y trompeta, que parecía que estábamos escuchando al mejor Otis Redding, al que derrochaba más sentimiento de lo que uno podría imaginar posible. Repitió la jugada tras mandarnos callar y repetir de nuevo que hacía mucho calor, con Somewhere Between, una balada que encajaba perfectamente en la tradición soul, sobre todo con esos metales mencionados antes, proporcionados por los dos músicos que se ha buscado en nuestro país, el trompetista Iván del Castillo y el saxofonista Ernesto Millán, al que conocemos de Love of Lesbian, junto al teclista, para que le apoyen en esta gira. I’m Gonna Break Every Heart I Can y It’s Not Love (But It’s Not Bad), con las que siguió, fueron más salvajes, como el propio Eli; los metales otra vez disparados, ardiendo con una energía imposible de extinguir. Lo que hizo Eli con estas canciones fue buscar su núcleo emocional y usar su propio estilo para transmitir la esencia que tenían; donde Haggard les ponía su timbre cansado, Eli metía sus propios lamentos vocales y gritos descomunales, porque entiende perfectamente el corazón palpitante del trabajo de Haggard, ya sea la ira o el dolor y la tristeza. Los conceptos líricos no pueden ocultar la pasión humana que tira de las cuerdas del corazón, y Eli anoche fue apasionado de manera desmedida… aunque creo que eso ya lo había dicho…
Para la recta final se guardó tres joyas alegres que sonaron como si viniesen directamente del cancionero de Holland-Dozier-Holland, con Eli cantándolas ya fuese acompañándose a la guitarra como dejando esta de lado y apañándoselas solo con el micro, sacado de su pie para moverse mejor por el escenario. En Coulda Had This se imbuyó del espíritu del Marvin Gaye más sensual, incluso parando la canción para contestarle I love you too y chocar los puños con la chica que le lanzaba gritos de amor desde la primera fila; Come and Get It y Take my Love With You fueron un final efervescente de pura alegría. Tras un breve paso por el camerino, Eli volvió solo para interpretarnos una desnuda y desconocida canción que bien se podría llamar You Can’t Leave Your Woman to the Hotel, por las veces que repetía esta frase, tras la cual aparecieron de nuevo los seis músicos que le acompañaban, los tres españoles mencionados, más los americanos Jesse Barnes, a la guitarra, Mike Montgomery, al bajo y el exuberante, en todos los sentidos, Attid Clopton, a la batería, para dos canciones más, Workin’ Man Blues, de su nuevo disco, y una demoledora Doin’ the Boom Boom, como broche perfecto. Menos mal que para cuando salimos, nuestro amigo Sabi ya había podido arreglar el tirador de su bar y la cerveza corrió… y corrió…
