Last Great Dreamers. Sala X. 25 de abril de 2019.
Anoche había muchos conciertos interesantes entre los que elegir en Sevilla. Lo que me hizo dejar atrás a Med Jbara en la Fundación Tres Culturas o al cuarteto de Sheila Jordan, íntima de Charlie Parker, en el Espacio Turina, fue que a Last Great Dreamers los estaban vendiendo como una banda de power pop y glam rock. Y cuando la palabra glam está de por medio yo me siento atraído inevitablemente, por lo que mis pasos se encaminaron finalmente a la Sala X. Luego resultaría que lo de power pop sí que era cierto, porque la banda fue durante todo el concierto una mezcla de los Hanoi Rocks con los Manic Street Preachers, pero el glam, lo que se dice glam, solamente lo aprecié cuando interpretaron Glitterball apocalypse, una canción que sí tenía muchos aires del Bowie de Aladdin sane.
Pero fue un concierto muy divertido. Quizás por ser el primero de la gira española todavía no estaban muy bien cohesionados y el bajista se perdió un par de veces, aunque sin que ocurriese nada grave porque el batería tenía maña suficiente para llevar él solo toda la base rítmica y tapar con el bombo las deficiencias de las cuatro cuerdas. El guitarra solista, Slyder, sí que fue una verdadera fuerza de la naturaleza y mantuvo el concierto siempre en un nivel muy alto con sus solos y su riffs realmente magistrales. Curiosamente, en sus canciones más recientes como 13th floor renegades o Primitive man y I think I like it, las dos canciones con las que comenzaron, era más evidente el filo punk que en las que compusieron en sus primeros tiempos, cuando eran mucho más jóvenes y con una actitud más punkie; sin embargo canciones como Far from home, de su primer disco, estaban interpretadas con muchos efectos de delay en las guitarras, mucho reverb en la voz de Marc, mucho pavoneo por parte de este último… aunque quizás fuese solamente el calentamiento para atacar la parte final del concierto que fue la que más nos hizo disfrutar. Estuvo formada por Dope school y Oblivion kids prácticamente enlazadas y estas sí llenas de actitud punk y las dos guitarras fundidas a fuego lento; canciones rabiosas, que son las que asientan la mala reputación tan necesaria a una banda de rock.
Y realmente esta energía final les vino muy bien para borrarnos esa extraña sensación que nos deja siempre la vergüenza ajena, ese sentimiento que nosotros tenemos tan arraigado pero que los anglosajones no conocen y eso hace que una banda golfa como Last Great Dreamers, en mitad de su interpretación de White light (black heart), se pongan a cantar en español macarrónico el estribillo del Eva María de Fórmula V.
Esta parte final fue la que también nos sacudió el marasmo de un concierto que cuando ya estaban interpretando la canción que se llama igual que ellos estaba comenzando a hacérsenos un poco largo. Al final nos quedamos con muchas más ganas y nos supo a poco el único bis que hicieron, el puñetazo amargo de Broken things que nos devolvió de nuevo los aires de uno de los mejores momentos del concierto, que fue cuando hicieron Miles away, de ritmo lento y con ese sabor de amargo glamour que tenían las canciones de Marc Bolan.
Nostalgia modernista, no demasiado bien elaborada aún, pero que estoy seguro de que los que les vean a partir del tercer o cuarto concierto de esta gira apreciarán mucho mejor que nosotros anoche. Y harían bien en las demás salas en las que toquen en no ponerles máquinas de humo que les tapen los papeles con el set list apuntado, porque el pobre de Marc Valentine está fatal de la vista y prácticamente tenía que agacharse para poder ver qué canción era la siguiente. Después ya quedó demostrado que ve menos que un gato de yeso cuando presentó al batería como “el guapo de la banda”, aunque eso a lo mejor era humor inglés.
Menos mal, repito, que fue un concierto muy divertido y que ya desde el arranque me quitó las tristeza que sentí al entrar en la sala y ver que los espectadores que íbamos a asistir a este concierto no llegaban ni a la tercera parte de los que estaban en ese momento solamente en la cola de la Sala Even, entrando al concierto de un grupo tributo a Queen.
