The Magic Mor + Verborrea Espacial & Mrs Pausa + Tic Muay Thai. Sala X. 30 de diciembre de 2022
The Magic Mor equilibraron la velocidad y la belleza en su concierto de anoche en la Sala X. En piezas como Phase and gold, ya sobre la mitad del concierto, el ritmo motorik que habían impuesto a sus canciones desde un rato antes con Noisy eyes, ahora les hacía volar, pero no por autopistas, como estábamos acostumbrados con las antiguas bandas de krautrock, sino por vías de trenes de alta velocidad. La batería de Ernie Rodriguez marcaba una pauta incansable, que hubiese machacado a otros cualesquiera que no fuesen los componentes de una banda, no hay más que atender a su nombre, mágica: Juan Antonio Mateos, bajista y voz principal, Álvaro Marabot, guitarrista y segunda voz solista, Tamara Díaz, teclados y percusiones digitales y Jaime Hortelano, teclados y guitarra acústica. La combinación de la música de todos ellos, con la presencia en el escenario, adornado con guirnaldas de luces navideñas y hojas de plástico, parecía a la vez extraordinario y casero, lo que significaba que siempre parecía natural, humano, incluso en su forma más extravagante.
Parte de la belleza del espectáculo fue que el concierto como concepto funcionó perfectamente. Comenzó en términos emocionantes y familiares con dos canciones de sus primeros discos, Nation, del de 2018 y Bye bye earth del de 2015, y a nadie hubiese extrañado que el temor se hiciese presente cuando la tercera canción fue una de las nuevas, del próximo EP que estaban estrenando, un poco extraña, como la definió el propio Juan Antonio; sin embargo este Cuerpo transparente, con su asociación de bellos acordes de teclado y guitarra, nos quitó enseguida las preconcepciones y fue un claro ejemplo de eso que escribí al principio, el equilibrio entre la belleza y la velocidad, porque en cuanto la terminaron y se metieron de lleno en su último disco, el Abstract minds in complex mazes, del año pasado, encadenando tras un ominoso ruido salido de la consola de Tamara o de Jaime, Super soft party, Noisy eyes y Happiness happens, para desembocar en la sobrecarga de Phase and soul.
Carros de fuego era otra de las nuevas. El motorik se desaceleró, aunque seguía teniendo influencias del krautrock que le sentaban muy bien y la hacían palpitar y pulsar, moviéndose con una determinación que hacía que las voces de Juan Antonio y Álvaro fuesen frágiles en contraste. Vino bien una pieza con un tempo medio como esta. El tramo sombrío continuó con How to climb a mountain, también del último disco, manteniendo la atmósfera suave que sirvió para la tercera y última de las canciones nuevas, Centro de gravedad, esta tirando de nosotros de nuevo hacia arriba, brindándonos el simple placer del rock and roll y demostrando que The Magic Mor es una banda favorable a la impermanencia; todo está en continuo cambio, nada es para siempre y no hay que querer que las cosas sean permanentes. Aunque en tres discos les ha ido bien, no les va a hacer sufrir un cambio y la aceptación de que todo lo que aprendieron haciendo música en estos siete u ocho años anteriores no tiene por qué ser lo único válido y cierto en su momento actual.
Desde aquí hasta el final repasaron todas aquellas cosas aprendidas; Island fue de menos a más, terminando en un torbellino instrumental conducido por la guitarra de Álvaro en el que a Juan Antonio le costó hacerse escuchar. En Move the lines volvió el patrón rítmico regular y repetitivo de la batería y de nuevo tuvimos a la banda en su forma más accesible, en un tramo final del camino hermoso y gratificante; las melodías fueron en ascenso y el ánimo con ellas en Satellites y Welcome, recreaciones musicales ricas, crudas y fascinantes del más alto nivel, con una saludable dosis de arrogancia, que pusieron a saltar a las primeras filas de una sala que no llegó a completar ni la mitad del aforo. El final fue desenfrenado; yo no lograba entender cómo podía Ernie mantener ese ritmo constante de golpeo de bombo y parches a dos manos, haciendo que a la vez el agudo de los platos se nos atornillara al cerebro, hasta que me moví un poco y el enorme (e inútil por los in-ear que usaban ellos) altavoz de monitores que tenía delante de mí en el escenario dejó de taparme a Tamara, que estaba en el lado derecho de la batería golpeando sin piedad el ride de una forma que hacía presagiar que no llegaría entero al final. No defraudaron, visual, musicalmente y, menos que nada, emocionalmente.
Antes de que The Magic Mor se subiese al escenario lo hicieron los dos componentes de Verborrea Espacial & Mrs Pausa, de los que no os puedo contar nada más que me parecieron una propuesta ágil y fresca porque solamente les escuché la última de las cuatro canciones que interpretaron y entre saludar a los primeros conocidos que me encontraba al entrar en la sala y pedir el primer avituallamiento en la barra, apenas pillé nada de la historia sobre el sillón de la real academia que nos estaba contando Mrs. Pausa, de verdadero nombre Alba Soto, a la que sí le encontré verdaderas dotes de showoman. Le acompañaba, soportando toda la base musical lanzando beats desde un portátil y una guitarra con multiefectos, Óscar Vías, y cuando pregunté por ellos entre la gente amiga del público, alguien como Isachi, de Al Sur Conciertos, que es una voz muy autorizada, me dijo que le habían gustado mucho; así que habrá que seguirles la pista.
La noche la cerró el power trío Tic Muay Thai, formado en Chiclana con Cárlos Alcántara a la guitarra y voz, al que conocíamos ya de Holögrama, aunque era un dúo granaíno; Mané Gallardo, al bajo, aunque antes era uno de los dos baterías de Gente Mayor, y Harkito González, que aquí sí es el batería, y además de los mejores y más potentes que han pasado últimamente por esta sala. De entrada, la banda me descolocó bastante, con unas canciones en castellano directas, cortas, difíciles de encasillar, que unas veces sonaban a Derribos Arias, otras a Siniestro Total, a veces a los Ilegales y en la mayoría de las ocasiones a todos ellos a la vez y a ninguno en particular; también alguna vez se perdieron en pasajes instrumentales similares a cuando los tíos de Mogwai se quedan colgados en el vacío o cuando los de Sonic Youth se ponen a atronar al final de sus conciertos con una pared brutal de ruido blanco. … Carlos dijo que ojalá hubiesen formado esta banda cuando tenían 14 años y tenía razón, porque para tíos talluditos como ellos esta forma de mantener el tipo en el escenario es agotadora. Hasta ahora solo tienen una canción disponible en las redes, Veo tu luz salir, que aquí interpretaron junto a las otras seis que van a componer su primer disco, que irá apareciendo desde enero, y otro puñado más tan contundentes como las patadas en los morros que se pegan los luchadores de ese deporte al que hace alusión su nombre. Otra banda a seguir, una vez ya familiarizados con su propuesta, novedosa y alejada de clichés conocidos, porque nos dejaron huella.
