The Sharpeez. Sala X. 23 de septiembre de 2019
Anoche The Sharpeez dieron en la Sala X un concierto muy bueno. Quizás nadie esperaba que unos músicos que llevan en esto tantos años sin haber despuntado nunca fuesen capaces de derramar sobre nosotros tal carga de rock and roll y rhythm and blues, pero demostraron una profesionalidad y una calidad dignas de que ante ellos nos hubiésemos juntado una cantidad superior a los 28 espectadores (los conté dos veces) que disfrutamos del concierto. Sobre todo destacó Loz Netto, un guitarrista fantástico, dominador de cualquier clase de estilo y con un mágico dominio del slide. Pero es que eran buenos los cuatro miembros, Bill Mead cantaba de forma excelente y le daba a Loz un contrapunto guitarrero que llenaba de acordes distintos las canciones, cuando no era él mismo quien tomaba el papel de guitarra solista; Fergie Fulton, el bajista, era un perro viejo que, para que os hagáis una idea los que conocéis las escena sevillana, podría ser similar al Culebra en cuanto a planta y modos. Y el batería, un joven paisano de Bill llamado Bob Langridge, mantenía perfectamente el ritmo, incluso tomando protagonismo en algunas intros. Realmente buenos.
Con la puñetera puntualidad que se gastan en esta sala, cuando entramos en ella estaban tocando ya Tower of love, la segunda de las que hacían, según nos informó la chica de la puerta, y mientras pasábamos por la barra y nos acomodábamos, The Sharpeez ya estaban comenzando con la canción que le da título a su último disco, Wild one, una pieza de rock de combustión lenta, que fue con la que ya nos metimos de lleno en su música. La siguiente, Dr. Feelgood, es una canción que compusieron pensando en la banda de ese nombre, lo que me hace pensar que estos reyes del pub rock fueron algo más que una influencia en ellos porque si Wilko Johnson y Mark Knopfler se hubiesen intercambiado sus bandas probablemente las dos hubiesen sonado como estos The Sharpeez, que en canciones como la alegre Losing hand, que tiene una melodía amenazante, el efecto de la guitarra de Loz la suaviza hasta llevarla a terrenos de Dire Straits, mientras que Desperate man es como una Lady writter llevada al límite por los Dr. Feelgood.
Los componentes de The Sharpeez han escuchado mucha música (después en el post concierto, el bajista, Fergie, se nos rebeló como un gran conocedor del folk británico) y, sobre todo, la han asimilado perfectamente y usan sus conocimientos para dar una variedad a su repertorio como hacía tiempo que no escuchábamos en directo; si con Strangers eran puro rock sureño, con Loz y William convertidos en Duanne Allman y Dickey Betts, en Mississipi Thrill se convirtieron en The Knack y en Automatic mode emplearon sus voces (también hacían bien los coros) en un estribillo digno del mejor grupo de pop que puedas imaginar. En Jackie D Bob comienza con bombo y charles, acompañado de unos toques de guitarra de Loz que enseguida nos transportan al Jumpin’ Jack Flash para ir cambiando hasta terminar sonando a Bruce Springsteen, por lo que la única canción que interpretaron que no fuese de ellos, el impecable Fooled again de Tom Petty, fue la mejor continuación que pudo tener ese Jackie D. El set terminó con un Framed City Blues en el que Bill modificó uno de sus versos para dedicarle un guiño a Sevilla. Y Crazy woman y una Sweet little contessa reminiscente de todo el rock and roll primitivo de Chuck, Jerry Lee, Little Richard, pusieron el punto final a una velada de lo más agradable.
A veces los mejores descubrimientos musicales ocurren por casualidad. Y anoche fue una de esas ocasiones en las que no esperas nada especial y sales imbuido de grandes dosis de alta energía.