El comienzo de este disco parece toda una declaración de intenciones. Porque el inicio del mismo es como un final clásico: los acordes con los que suele terminar la última canción de un concierto. Pero en seguida se quedan ahí y asciende la voz del Culebra diciendo que aquí mando yo. Porque yo Soy rock, como ha titulado a esta segunda obra; yo soy rock para lo bueno y para lo malo que tiene elegir este camino. Y sobre las cenizas del antiguo rock urbano, el de Moris, el de Burning, el de Silvio, el de Dogo y los Mercenarios, estoy aquí yo, que resurjo como un ave Fénix y pongo al día lo que ellos contaban sobre recorrer la ciudad de noche, partirle la cara al tipo que nunca debió entrar en ese bar, la pasión que siento por esa tía que va de puta por mí, y os recuerdo lo mal que lo pasamos bajo el peso de las botas de los generales, que cada vez hay menos artistas en las calles, que ya ni siento ni padezco…
Todo eso está contenido en este disco de Culebra & Cheyennes, en este Soy rock, que Javier Padilla, el Culebra, por fin ha conseguido ver editado en un buen sello discográfico como es el madrileño Martin Music, que se hizo cargo de la fantástica masterización de Jesús Chávez en los sevillanos Estudios Pelícano, para que brillen con gran esplendor revisiones del pasado de nuestra ciudad, como Perversa pasión, una composición de Manolo Díaz, el Luzbel siempre asociado a Silvio, y como Partiéndote la cara, escrita a medias entre Ricardo El Poeta y Dogo, para aquel mítico grupo protomercenario que fue Los Canijos. El Dogo, Juan Diego Fuentes, no está presente en este disco solo mirando al pasado, sino también al futuro, porque es el autor de la letra de Reina de Picas, el single que se adelantó a la salida de este álbum, arropada por una música perfecta para el lucimiento en los riffs de las guitarras de Loren Cortés y de Raúl Fernández. Otro guiño al rock sevillano de la vieja escuela es Tren del amor, una buena adaptación a medias entre el rock y el country del propio Culebra sobre el Train kept a rollin’ que tantísimas veces cantase Silvio en los escenarios a su manera, que además aquí se ve muy favorecida por la intervención de otros dos invitados de lujo, Manolo Arcos soplando la armónica y Manolo Dastis moviendo el tubo de slide por el mástil de su guitarra.
El Culebra siempre suele decir que su gurú en esto del rock and roll es el argentino Morís y eso se hace notar en este disco porque lo recupera en dos canciones, Muévete y Atrapado por el rock and roll, sin duda la más conocida de todas las que grabó, y se advierte su espíritu canalla sobrevolando sobre las originales del Culebra, sobre todo en La derrota con que se inicia el disco, pero también en El rock se fue y Lo olvidé, en las que Juanma Romero demuestra que es un as con el saxo, y en El destino, un medio tiempo donde el Culebra se hace acompañar a la voz por Lidia Viegas; y en todas ellas brillan también la guitarra rítmica de Ramón Parachokes Arias y la batería de Santi Nieto, junto a las medidas notas graves del bajo del Culebra.
La voz del Culebra domina todo el espacio, contándote estas historias callejeras que oscilan entre el gris y el negro, pero cuando se calla, la guitarra del Loren estalla en un aluvión de esquirlas aceradas. Un trovador metropolitano entre música eléctrica y arrolladora, que no adopta la óptica panfletaria ni la verbosidad de los cantautores urbanos; sus personajes son simples peatones, gente normal que trabaja e intenta disfrutar cuando puede y huir del dolor cuando no puede. Cuando escuches el disco puede que su autenticidad humana pueda chocar con tus esquemas, pero el Culebra no se ha dejado modificar de cómo ha sido siempre… para lo bueno y para lo malo, ya te lo dije al principio de este texto; pero la disyuntiva es sencilla, o lo aceptas tal como es o te largas en busca de letras más literarias y sonidos más refinados. Lo tomas o lo dejas, porque te lo repito yo y te lo grita él también desde el título del disco, el Culebra es rock hasta en la fidelidad a sus vicios, y como tal aporta una experiencia musical, un saber hacer buen rock and roll, que es muy necesario, y a la vez asimila toda una temática, un estilo de vida, un paisaje incluso, que da fuerza a sus canciones. Y esa relación de simbiosis es la que da vida a este disco. Disfrútalo sin prejuicios.
