- Culebra & Cheyennes vuelven a la luz, después de su segundo disco, con una canción nueva, Viene el boogie, grabada en directo durante su actuación en streaming en el Vackstage
Los años no pasan en balde; ya todo cambió, ya todo se fue… Culebra & Cheyennes decían que El rock se fue en Soy rock, su segundo y hasta ahora último disco. Dicen que viene el boogie, dicen que viene el boogie-woogie otra vez, dicen que viene más fuerte… claman ahora en el video que lanzaron ayer mismo. Entre esos dos momentos han pasado tiempos de oscuridad que nos mantuvieron recluidos; ahora, al salir de nuevo el sol y quedar atrás la pandemia mundial, hemos vuelto a las calles, a los bares, a las salas de concierto, en las que la situación de estar sentados, con la mascarilla puesta, ha trocado en la de acercarse a las primeras filas ante el escenario y bailar. Y Javi Padilla, el Culebra, lo celebra con su banda de Cheyennes a través de esta canción, Viene el boogie, inédita hasta ahora en su discografía, y presentada a través del video de su actuación en directo en el Vackstage celebrado el pasado mes de agosto en los Estudios Tempo de Sevilla.
El mensaje es muy claro. El rock, si no se moría, se iba, pero las ganas que hemos recuperado después de tantos meses tenebrosos nos impelen de nuevo hacia él. Y no es necesario que sea muy elaborado, de lo que es una palpable demostración esta pieza: letra concisa, repetida en tres tramos y un largo desarrollo instrumental guiado por una guitarra que todo lo llena; una guitarra con el sello de los mejores tiempos del rock clásico, a través de la que Paul Laborda exprime su corazón y su alma, brillando sin limitaciones y haciendo que relumbren con él Frank Wilbury, en la guitarra base; Santi Nieto, en la batería y el Culebra, bajo y voz tintada de los colores que fraguaban las canciones de Moris.
Cada nota de la guitarra de Paul nos mantiene como rehén. En nuestra ciudad hay muchos guitarristas que se sienten obligados a mostrar lo rápido que pueden tocar sus dedos, las posturas fotogénicas que pueden conseguir, pero él es muchísimo más efectivo que efectista, no deja que una nota se desperdicie. Su música simplemente te atrapa y nunca afloja su control emocional hasta que suena la nota final. La estructura de la canción es muy básica, es un boogie como los de tó la vida; pero igual que -salvando todas las diferencias que queráis y veremos ahora sin Dusty– ocurría cuando ZZ Top interpretaba una pieza tan elemental como esta, la ejecución musical hace que adquiera una identidad propia.
El Cule no es un tipo cool, no aparece nunca en las conversaciones sobre lo que se cuece en nuestra escena musical. Pero tenemos que admitir que es bueno tener una banda como Culebra & Cheyennes o un músico como él, que cree en lo que escribe, en cómo nos lo hace llegar y en lo que quiere conseguir, sin diluirse ni ser abiertamente comercial; un riesgo calculado, que nunca le va a llevar a los primeros puestos de las listas de escucha de las plataformas y, aunque solo sea por eso, debería ser más respetado. Al fin y al cabo, otra manera de entender el rock and roll habría ido en contra de la forma en la que él vive y respira.
Muy pronto podremos apreciar en directo el vetusto regusto de Culebra & Cheyennes, porque estarán tocando en la Sala Even el día 7 de diciembre; con un concierto que será el preámbulo de los que ofrecerán posteriormente en La Guarida del Ángel, de Jerez, el día 16, para seguir después por Málaga, Madrid, Granada, Córdoba y cualquier otra ciudad que quiera rendirse al boogie rock que trasciende a cualquier simple etiqueta y que ellos mantienen vivo con una arrogancia digna de encomio. ¿No es esa la actitud que siempre ha empujado al rock and roll?