Lejos queda ya agosto del 2019, que fue cuando trajimos a esta web a Nacho Sarria para que nos hablase de su proyecto, por entonces inmediato, que era la grabación del primer disco a su nombre. El tiempo y una serie de vicisitudes que escapaban a su control dispusieron otra cosa diferente y aunque ese disco se terminó de grabar en el mes de noviembre de ese pasado año y se quedó listo en febrero, no es hasta hoy cuando comienza a ver la luz. Y lo hace con el adelanto de Gitana, una preciosa canción, con una voz espléndida y unos acordes de guitarra muy evocadores de las grandes baladas del rock.
Gitana se grabó y mezcló en Happy Place, con la producción de Paco Lamato y posteriormente fue masterizada por Jordi Gil en los estudios Sputnik. Es una composición de Nacho, que la canta y toca la guitarra, al que acompañan Ricky Candela en el bajo, Fernando Reina en la batería y a los teclados está José Vaquerizo. Pero no fueron los únicos que participaron, porque Nacho tiene recuerdos y agradecimientos para varios más: «Javi Mora estuvo también haciendo la grabación y hay otro teclista que no toca en Gitana pero si en otras de las canciones, que se llama Fran Rosado. Alfonso Espadero y Eduardo Ruiz Joya echaron un cable y dieron apoyo técnico. Edu incluso me hizo el sonido gratis en un concierto que di y estuvo con nosotros apostando siempre por el proyecto. Y mucha gente dando apoyo emocional».
Apoyo que Nacho volvió a encontrar en más gente aún a la hora de grabar el videoclip que impulsa el lanzamiento de la canción. «El responsable del video ha sido mi primo Iñaki Gijón Sarria, que ha coordinado a un equipo audiovisual, La Mochila Media, fantástico, con el que hemos podido tener acceso al Palacio del Limonar y ha conseguido también hacer realidad lo que yo tenía en la cabeza». Judith Naess y Álvaro J. Vílchez dan vida a unos personajes más oníricos que reales que representan la contradicción de sentir un gran amor y saber que lo has perdido y vaga por ahí, lejos de ti. Nacho la compuso hace tiempo, cuando estaba pendiente de irse a vivir en El Viso del Alcor, preso de un arrebato de desamor. «El payaso es mi alter ego, atrapado en el bucle del amor no correspondido, deshojando la margarita… me quiere… no me quiere… y ella es la pureza, el deseo…».
A Gitana le acompañarán en el disco, que se llamará Sarria, tal como el proyecto, al que Nacho ha decidido quitarle su nombre y dejar solo el apellido, siete canciones más, fruto de las influencias y personalidades tanto del propio Nacho como de los músicos que en su momento las grabaron con él. «Son canciones que van en diferente línea, haciendo que el disco sea super ecléctico. A mí me gusta el concepto beatleliano de que cada canción sea de su padre y de su madre, pero que suene todo como a lo mismo, que sean plurales pero que estén todas dentro de un tono singular; esa era una de las premisas que tenía yo para grabarlo. Hay canciones, como esta Gitana, que es más rockera, en la onda de los Doors y más psicodélica; la que saldrá en enero es folk total… hay incluso una canción con palmas flamencas. Suena todo a rock; si lo tuviera que etiquetar diría que es un disco de rock, pero tiene muchos matices, mucha guitarra acústica, mucha también de doce cuerdas…».
Ocho canciones para componer un disco de extraño formato, corto como LP, largo como EP. «Así es. No es un EP pero tampoco quería pasarme en el estreno; creo que es un formato perfecto para los tiempos que corren: que se considere un disco largo, pero que no tenga mucho rato de escucha». Un disco que está previsto que salga en marzo, después de adelantar otro single en enero, como Nacho nos ha dicho antes. Aunque si las circunstancias continúan siendo adversas no pasaría nada si su salida se atrasa un poco y sale otro single más de adelanto. Lo que sí está claro es que salga cuando salga los músicos que lo interpreten en directo serán diferentes a los que lo grabaron. «Cuando terminé el disco en febrero me fui a Madrid a vivir; pero aquello no me gustó nada y cuando decidí volverme comenzó la pandemia. Me volví a Málaga ese mismo mes y aquí busqué una banda nueva, que tuve la suerte de encontrar, con gente muy buena tanto técnica como espiritualmente. Ricky Candela hizo mucha labor de producción con Paco Lamato y conmigo y él es muy responsable del sonido del disco; estuvo muy pendiente y se involucró como si fuese su disco propio. Pero al vivir yo en Málaga era un disparate tener una banda en Sevilla. En una jam session coincidí con cuatro músicos y se formó la nueva banda en una noche. En Madrid no encontré a nadie porque la banda que buscaba tenía que sonar igual de bien que lo hacían Ricky y Fernando, pero no la encontraba, hasta que por casualidad la encontré aquí mismo. Son Alfón López al bajo, Aless a la batería, que además tiene otro proyecto con ese nombre; compartiendo conmigo el peso de las guitarras está Alejandro Hidalgo y a las teclas Eduardo Díaz-Miguel».
Un grupo nuevo e ilusionado que, sin embargo, no sabe cuándo llegará el día de su estreno en concierto. «No hay nada pensado ni previsto. Me he tirado el año entero intentando buscar a alguien que moviese el proyecto, pero está todo muy parado y las salas a las que tengo acceso también están en tierra de nadie; no he querido preparar nada porque no lo he visto claro. No sé cuándo podremos tocar, por mí ya lo haría mañana mismo, porque llevamos ensayando desde agosto». Se le hace larga la espera cuando necesita sentir el vértigo del escenario. «Mi último concierto fue en febrero, con una banda de Madrid que me llamó para hacer unas sustituciones. Luego en verano he hecho algunos acústicos por la Costa del Sol, donde se lleva mucho eso de las versiones de los 60, 70, pero concierto de verdad, en eléctrico, de los que te entran las cosquillitas, no hago desde febrero».
A pesar de todo Nacho no guarda resentimiento hacia este 2020 al que todo el mundo odia y desea que llegue a su final. «Ha sido un año bueno para mí; en lo económico ha sido una ruina, pero en lo personal, musical y en todo lo demás ha sido para mí una salvación, porque yo me vine de Madrid muy deprimido y sin ilusión; no sabía siquiera si quería sacar el disco, no tenía claro lo de la banda, estaba bastante bloqueado y muy echado abajo. A Madrid me fui muy petado por lo ocurrido con Los Labios y todo eso, y necesitaba cambiar de aires, irme de Sevilla. Estaba bastante quemado y no quería volver a casa a vivir otra vez con mis padres, así que me dije: me voy a Madrid; y llegué y a la semana de estar allí me di cuenta de lo andaluz que soy y no lo pude manejar, me sentía raro; yo estoy acostumbrado al mar, a la montaña y a coger el autobús de una punta a otra de la ciudad; la inmensidad de las grandes ciudades me agobia mucho. Y aunque realmente me fui a Madrid de escapatoria, enseguida comprendí que había hecho mal».
Su vuelta a casa en febrero significó un reencuentro con sus raíces. «Vivo en El Rincón desde siempre. A Sevilla no tengo previsto volver de momento más que de visita, que eso sí lo haré, seguro. Pero ahora necesito mi tierra; me he llevado mucho tiempo fuera de mi casa y ahora para estar a gusto necesito ver el mar y estar con mi familia cerca; antes sí veía necesario irme a Sevilla pero ahora mismo para mi música lo mejor es que esté en Málaga, que es donde me encuentro bien y donde me nacen mejor las cosas».
Mientras hablo con Nacho me cuenta que acaba de salir de clase hace un rato, lo que me da pie a interesarme por los estudios que realiza. «Estoy estudiando producción, grabación y sonorización. Me encantaría producir. Yo siempre que iba a los estudios de grabación me sentaba en el sofá; yo lo que quería era tocar la guitarra, y las máquinas y todo aquel rollo técnico me daban igual. Hasta que fui con Los Labios al estudio de Craig».
Nacho se refiere a Craig Ross, guitarrista en la banda de Lenny Kravitz, con el que escribió éxitos del calibre de Are you gonna go my way; toda una leyenda, que desde sus inicios como músico abrió conciertos para Steve Ray Vaughan y Jerry Lee Lewis y posteriormente produjo discos de Mick Jagger, The Black Crowes, B.B.King, Eric Clapton y Sheryl Crow. En el estudio que Craig tiene en las Bahamas estuvo Nacho grabando el segundo disco de Los Labios y comenzando a aprender de la mano de un gran maestro. «Estando allí de repente me enamoré de esa atmósfera y de lo que hacen los cacharros. En parte me he metido a estudiar sonido por el coraje de decir: tío, he estado en un estudio que es un museo y no he sabido apreciar que allí había mesas de mezcla de Abbey Road, cosas de Elektra… era un museo totalmente. Ves a los técnicos tocando botones y piensas en qué estarán haciendo. Me empezó a picar la curiosidad y además mi amistad con Alfonso Espadero ha sido clave para despertarme el interés. Desde entonces abrazo el sueño de tener un campito con mi huerto, en el que grabar y vivir como un hippy. Pero de momento es solo eso, un sueño. Económicamente me es imposible; lo poco que voy rascando lo voy guardando para este proyecto de Sarria, que es cosa mía y lo estoy afrontando yo solo».
Y aunque el futuro no esté claro, él solo terminará por sacar su proyecto adelante. Porque poca gente hay que tenga tanta fe en lo que hace como Nacho Sarria, que desde muy joven siempre deseó ser músico e incluso al ver el concierto de una banda que le gustó mucho tomó la determinación de que algún día formaría parte de ella. Esa banda era Los Labios y su deseo se cumplió cuando tuvo la oportunidad de unirse a ellos como roadie, moviendo flightcases, monitores, conectando cables… hasta que Alvaro Suite se marchó del grupo y Nacho ocupó su lugar como guitarrista. Desde entonces vivió plenamente el sueño de cualquier otro veinteañero como él: ir de gira por Estados Unidos, Australia, Holanda, Chile, Inglaterra… ¿se le va a resistir, pues, algo como lo que se propone conseguir ahora?
Fotos: Saray Ramos (cabecera y final), Alba Cantero (las dos entre párrafos) y Juan Pérez-Fajardo (portada del single).