The Underground Youth. Sala X. 5 de junio de 2019
No estoy muy seguro de si lo que escuchamos anoche en la Sala X fue post-punk, psicodelia, shoegaze, goth, dream pop, darkwave, chillwave… pero de lo que sí salimos convencidos es de que The Underground Youth nos ofrecieron un concierto compuesto por elementos de todas clases que resultó tan fantástico como difícil de categorizar.
Desde que comenzaron con Sins hasta que terminaron tras un bis con Blind y Mademoiselle, Craig Dyer se mostró como un gran chamán que nos sumergió a todos en el ambiente adictivo de su mundo creativo, en el que nos mantuvo totalmente fascinados con las imágenes, tan hermosas a veces como de pesadilla otras muchas, que nos inducía con su música, que nos llegaba de una forma un tanto rara, con la guitarra por lo general muy apagada de Leonard Kaage, el bajo extrañamente octavado de Max James, un tipo de una presencia escénica tan grande como el coñazo que debió darle al sufrido técnico de sonido durante todo el concierto, y Olya Dyer tragándoselo casi todo con su percusión impresionante. Su batería es bastante simple: una caja y un tom que golpeaba continuamente y sin piedad, un platillo que apenas sintió su baqueta cinco o seis veces y el charles más inútil del mundo, porque no vi que lo utilizase ni una sola vez. Olya toca de pie y es una de las figuras claves del resultado final, tanto sonoro como visual, porque además del patrón rítmico poderoso y directo que marca, su misteriosa imagen realza la atmósfera artística de la banda. El título de su disco editado hace apenas una semana, Montage images of lust & fear, parece una referencia concreta de ella: lujuria y miedo.
A pesar de ser este disco el que se supone que vienen presentando en la gira, de la que su parte española comenzaba anoche aquí en Sevilla, no interpretaron muchas piezas suyas o al menos, por no tenerlo aún muy trillado, apenas reconocí la mencionada con que empezaron, seguida de This is but a dream; terminaron el set con The death of the autor, cuando Craig se bajó del escenario y plantó su micrófono en mitad del público, y metieron una de las dos partes de Blind en los bises y por en medio solamente Last exit to nowhere. El resto fue un amplísimo repaso a toda su discografía, especialmente al Delirium, del que nos ofrecieron hasta tres cortes: el de su título, I need you y Strangle up my mind ya en la parte final del concierto.
En el camino quedó la secuencia de acordes inicial de Half poison, half god, envuelta en una neblina melancólica de frecuencias de guitarras destrozadas y atmósferas rugientes, una vocalización infecciosa de Craig, balanceada de forma repentina por uno de los momentos de más escasa percusión de Olya. Nos vimos arrastrados al éter hasta que nos salpicó un remolino de reverb cargado de ruido, con repeticiones progresivas de la guitarra de Leonard cortando los graves de los ladridos del bajo de Max para mantener colectivamente el tiempo con el sonido metronómico de los ecos del tom de Olya. De ahí surgió sin esfuerzo Juliette con una energía que se iba haciendo cada vez más sombría a medida que Craig volvía a hacerse con el mando del sonido poniendo en primer plano las líneas hipnóticas de su guitarra. Intensa y fascinante, Olya destrozaba la atmósfera a golpes para de nuevo arremolinarse todo en un torbellino sónico en espiral lleno de ruido, reverberaciones estremecedoras y un estilo gótico sombrío…
…oscuridad cuando las partes de Craig Dyer expresaban una narrativa distópica impregnada de atmósferas que languidecían brillantemente dando forma a un monstruo musical que nos devoró a todos los que nos encontrábamos allí.