Llevan en funcionamiento cerca de dos años, y sin embargo han pasado prácticamente inadvertidos, como de puntillas, por una escena indie sevillana que conocen sobradamente. Y es que Carcamonías es una banda de escasa trayectoria como tal, con apenas un par de apariciones sobre los escenarios de la ciudad, pero que ha sido capaz de armar un disco de debut que no pasará -no debería- tan desapercibido a partir de ahora. El secreto es que en realidad no se trata de unos jovencitos inexpertos sino de unos veteranos músicos curtidos en algunas batallas de fuste en los dorados años noventa.
Nos lo cuenta Seli Martínez (guitarra y voz), que es en cierto modo el impulsor del proyecto y compositor de las ocho espléndidas canciones que incluye El viaje de Orito, que es como se llama el elepé en cuestión, puesto en circulación el pasado viernes. «En los 90 Sandra (Rubio, bajo y voz) era la vocalista de Hébridas y yo era el batería; grabamos un disco con Elefant Records y también yo comencé a tocar la batería con Sr. Chinarro, participando en los dos primeros discos. Éramos todos de San Juan de Aznalfarache, un pueblo de donde salieron varias bandas, era el Seattle sevillano», bromea nostálgico antes de proseguir: «Cuando empecé a ejercer mi profesión de realizador emigré a Madrid y allí entre trabajo, esposa e hijos dejé un poco la música a un lado. Pero hace unos tres años empecé a trabajar en Sevilla, aunque sigo viviendo en Madrid, y decidí coger la guitarra y escribir canciones, cosa por la que siempre he tenido la inquietud pero al tocar la batería nunca me lo planteé«.

Así es como nació un proyecto que, no obstante, aún no tendría el nombre de Carcamonías. Martínez sigue explicando el origen: «Entonces monté la banda Los Martinellis, donde tocaba el bajo Eva Rodríguez, una amiga del instituto, y mi primo y actual batería de Carcamonías, Juan Javier Martínez. También se incorporó David Belmonte una temporada corta; aunque no siguió, nos regaló una canción que es nuestro actual single, El metro. Decidimos grabar tres canciones por ver cómo quedaban en estudio (No tienes la razón, Nubes en el cielo y Un año más) y pedí la colaboración de Sandrita a las voces ya que nos une una amistad de cuando éramos zagales. Dos de estas canciones están metidas en el disco. Le pedí a Sandra y a Richie (Zilg), su marido y gran guitarra, que se incorporaran a Los Martinellis y así fue y comenzamos a trabajar nuevas canciones. En ese momento nuestra bajista Eva decidió abandonar la banda y Sandra se incorporó al bajo y voz. Decidimos ya grabar un disco pero teníamos que cambiar el nombre ya que Los Martinellis era una marca registrada por los zapatos y además había grupos de bachata con ese nombre. Entonces decidimos llamarnos Carcamonías, que es una palabra muy andaluza a la hora de nombrar las calcomanías que nos pegábamos de pequeños».
Antes de continuar cabe reseñar que Sandra, tras la disolución de Hébridas hacia 1995, también había puesto su voz y teclados en dos discos capitales de Antonio Luque (El porqué de mis peinados y Noséqué-nosécuántos). Ella misma explica que «luego me fui de vacaciones a Estados Unidos y en un concierto en Manhattan conocí a Rich», su pareja. «Él tenía por entonces un grupo allí, Star & Browning, y como les faltaba un bajista me ocupé yo aunque nunca lo había tocado. Sacamos dos discos en tres años, aunque Richie tiene otra banda más importante, Roadside Graves, con la que hace giras nacionales en Estados Unidos. Hace cinco años, en otoño de 2014, me volví a Sevilla con mi marido y fue entonces cuando Seli retomó el contacto conmigo».

Todas estas vicisitudes desembocaron en el proceso de grabación del primer disco de Carcamonías en los estudios Happy Place a las órdenes de Javi Mora. Es de nuevo Seli quien lo relata: «La grabación fue genial. A Javi no lo conocíamos pero rápidamente conectamos. Él tuvo libertad total para la producción y nos ayudó mucho», dice antes de admitir que «cantar canciones pop en español con letras de amor es un poco complicado, por lo menos para mí. Sandra y yo parecíamos Pimpinela«, bromea antes de compartir otro detalle de humildad: «Las voces fueron un curro importante, porque yo no canto muy bien y mezclar mi voz con la voz de ángel de Sandra y que quedara bien era una tarea para magos».

El resultado es este El viaje de Orito cuyo sonido remite al indie de los 90, además de con ese juego a dos voces masculina-femenina: «Está claro que hemos mamado a REM, Pixies, Dinosaur Jr., Teenage Fanclub… pero también Lole y Manuel, Triana, Los Pecos… Al final yo creo que hacemos un pop sevillano cantado en la lengua de Cervantes donde contamos historias de amor y desamor, adicciones, sueños… Nuestro estilo está muy definido, las canciones intentamos que sean todas alegres y positivas, aunque en alguna hayamos matado a alguien», vuelve a bromear en alusión al segundo corte, La niña muerta. Y agrega convencido: «Yo creo que las buenas canciones honestas y sin pretensiones, donde seas sincero con tu manera de entender la música, conectan siempre con el público«.
La banda estuvo en la Sala La Calle en noviembre de 2018 y luego en Madrid en junio. Hasta hoy, poco más… reseñable al menos: «Hemos tocado en muchos sitios pero al no ser conocidos nadie nos vino a ver. En La Calle vinieron a vernos tres; también estuvimos en el FunClub y no metimos más de 15 y eran casi familiares… Yo creo que en Sevilla no hay afición de ver a grupos nuevos y la culpa la tenemos primero nosotros mismos los músicos, que no vamos a ver a otros grupos que empiezan», argumenta con cierta desazón. Habrá ocasión de remediarlo y no habrá que esperar en exceso, ya que Carcamonías estará el jueves 7 de noviembre de nuevo en la Sala FunClub para presentar el disco. Y ya toca que vaya a escucharlos más de un centenar de personas. No se arrepentirá quien lo haga, eso es seguro.