Girlschool + Mean Machine. Sala Even. 5 de abril de 2019
Estruendosas sirenas anunciaban la entrada al escenario de la Sala Even de las Girlschool, convertidas en metálicas chicas de oro tras 40 años de carrera. Un logro como ese merece una celebración por todo lo alto y es lo que están haciendo ellas con una amplia gira, que fue la que anoche las trajo a Sevilla.
Demolition boys para empezar, al igual que hacían en 1980, cuando se publicó en su primer disco y Lemmy Motörhead las acogió como pupilas para llevárselas de gira junto a su propia banda. Más canciones de aquella época siguieron, C’mon let’s go y The hunter, antes de que Kim McAuliffe, la segunda guitarrista y voz principal, nos dijese que era hora de abandonar el siglo pasado y recordar que hace tan sólo tres años y pico todavía eran capaces de crear canciones contundentes, y atronaron con la que daba título al álbum que las acogía: Guilty as sin.
A estas alturas, los tíos ya estábamos hartos de babear viendo a Jackie Chambers tocando su Strato, a horcajadas a veces sobre ella, iluminando la noche con su sonrisa y sus guiños. Con Action volvieron a sus grandes hits y el mayor de todos ellos, Hit and run, asentó las bases de la furia tormentosa que iba a seguir, con Denise Dufort, la batería (le faltaba un diente delantero y eso le daba un aspecto siniestro y feroz) amenazando con sustituir su bombo por alguna de nuestras cabezas, y Enid Williams, la bajista, abriéndose paso a través de la pieza tras tomar la voz cantante en ella. Luego Kim y Jackie se fueron turnando en las tareas vocales y los solos de guitarra para dejarnos cautivos y desarmados definitivamente con Future flash, un Screaming blue murders que puso a toda la sala a saltar y, como indica su título, patearnos el culo con Kick it down.
Tras un Nothing to loose que las llevó de nuevo a sus principios, volvieron a cambiar de siglo con un increíble Take it like a band, de su último disco, para de nuevo saltar al pasado más lejano y triunfal con Watch your step y Take it all away. El concierto rebosaba energía, pero todavía no había erupcionado el volcán que en las primeras filas se estaba formando a medida que las chicas iban haciendo subir la temperatura física y mental. El empuje de la fantástica recreación que hacen del Race with the devil de The Gun recibió el rugido más potente de la noche cuando comenzaron y lo detuvieron por un momento, y el entusiasmo reprimido de la gente se desbordó del todo cuando reconocieron las primeras notas de Bomber, la canción de Motörhead con la que ya nos dejaron agotados y desgastados del todo. Emergency fue el final con el que nadie se conformó, por lo que tuvieron que salir de nuevo a escena para una ración extra y clavarnos el colmillo, Tusk, de ZZ Top, como vampiras por las que nos dejamos llevar al inframundo de la eterna juventud, a la que ellas pertenecen.
Las Girlschool, a pesar de que no congregaron en su concierto a tanta gente como yo mismo había pensado que harían, sí que se fueron dejando huella en todos los que, emocionados y agradecidos, las despedimos dándoles las gracias por haber venido a sacudirnos así.
