- El dúo Daños debuta con un epé de cinco temas titulado Márai que transita por emociones como la culpa, la pasión, la esperanza y sobre todo la amistad
Asomarse al abismo interior resulta un ejercicio tan arriesgado como doloroso, pero también a veces necesario. Y sobre este concepto gira Márai, el disco de debut del dúo Daños que te presentamos en primicia y que tiene mucho que ver con ese abismo tanto en su acepción física de precipicio en el que no es posible ver el fondo como en la espiritual de parte profunda del alma o del pensamiento que resulta insondable o incomprensible. Y es que para comprender este epé y este proyecto en su conjunto es preciso despojarse de prejuicios y dejarse llevar por las emociones que te hacen experimentar estas cinco composiciones de talante épico con toques industriales y una electrónica oscura, ensoñadora y decididamente vanguardista, todo ello impregnado de una elegante sensibilidad. Y, por supuesto, conocer «la simbiosis que aporta compartir tan largo y prolífico camino musical», apunta el ubicuo Jose Almero, que se halla tras esta nueva criatura en alianza con Danielo Martínez, alma gemela, no en vano han estado juntos «prácticamente en todos los proyectos desarrollados en el seno de Sacramento Records: Issus, Chacal, Mordida, Lamorte y Looking For The Elf«, enumera el primero. Nombres todos ellos esenciales para desentrañar lo más valioso del underground sevillano en la última década.
El proyecto toma como punto de partida el momento en el que el dúo busca nuevas formas de expresión «tras retomar sesiones electrónicas inéditas de Mordida y comenzar a componer nuevo material producido por los dos», explica Almero, que alude al contundente y conciso término que escogieron como denominación de la banda: «Surge por la propia identidad que tratábamos de impregnar a las composiciones: temas profundos y épicos a nivel sónico y lírico«. Daños, dolor, sufrimiento, agonía incluso son sensaciones que se pueden vivir al escuchar este disco. El cual toma el rumbo definitivo cuando «durante el proceso de composición, tras componer los diez primeros temas tanto de música como de armonías vocales, el libro del húngaro Sándor Márai titulado El último encuentro (1942) impacta enormemente en el espíritu del proyecto, y se emplea como nexo lírico para cerrar el primer trabajo y escoger las cinco pistas que lo conformarían», nos detallan.
Hasta tal punto les impactó la susodicha obra que decidieron titularla con el apellido de este novelista, periodista y dramaturgo nacido justamente en el año 1900 en Kassa –lo que entonces era el Imperio Austrohúngaro– y que hoy es Košice, ciudad perteneciente a Eslovaquia. La novela en cuestión está ambientada en el año 1941 en un pabellón de caza al borde de los Cárpatos y en los recuerdos vitales de un anciano general húngaro llamado Henrik. Sobre El último encuentro y Márai escribió Deutschlandfunk, la emisora de radio pública de Alemania, que «envía a los personajes de su novela por una cuerda floja de emociones, en la que la mentira y la traición, la esperanza y la decepción, se encuentran casi fatalmente una al lado de la otra»; y la autora Viola Hardam define la obra como «una expedición a las profundidades del alma humana, en busca de respuestas a las preguntas últimas de nuestra existencia en la tierra. Es una historia sobre la culpa y la traición, el amor y la pasión, el crimen, el honor, el odio, el sentido de la vida, pero sobre todo la amistad«. Valgan estas referencias para captar y asimilar la esencia de este disco brutalmente lacerante y desolador.
Como curiosidad cabe destacar que el dúo modificó su planteamiento inicial en cuanto al idioma que iban a emplear, como nos confiesa Almero: «Se adaptan los textos inicialmente en inglés, pero tras probar en varias pistas los textos en castellano, consideramos que resulta el medio idóneo para la propuesta musical que planteamos«.
El aldabonazo inicial lo recibimos el pasado 1 de diciembre con un primer adelanto llamado Cuervos en el que sonidos oscuros se mezclan con letras poéticas. “Esta oda épica combina la fuerza y la calidez de lo analógico y el universo sonoro de la electrónica con la caricia de una lírica dirigida a lo más profundo del corazón, nuestros propios cuervos”, advertía el dúo sobre un tema que arranca con unas inquietantes notas de piano antes de que Almero susurre una letra que aumenta la sensación de escalofrío: Hay muchas señales que lo indican… ¿Es posible que sea así?, y más adelante: ¿Cómo convertimos en cuervos el pasado? En el que nacimos, el que conocimos… La canción se presentó junto con un videoclip realizado por el colectivo Toque.co asentado en Barcelona, el cual ha logrado aunar a artistas de diferentes disciplinas para la creación de esta obra que mezcla música y visuales de una manera muy especial.
Ya a mediados de enero llegó un segundo single de adelanto bajo el título de Venganza, que se adentra en cambio en sonidos más cálidos y oníricos, quizás cercanos al shoegaze aunque siempre con la contundencia electrónica marca de la casa. Un tema emotivo y épico que nos lleva a derroteros no explorados hasta ahora por estos músicos merced a una instrumentación rica, exuberante… y digital. «Todo son instrumentos digitales: pianos, cajas de ritmos, sintetizadores basados en Ableton Live…«, nos cuenta Jose Almero, que en esta pieza nos enerva con preguntas incómodas: ¿Es posible que todo haya pasado? Demasiada tensión en nuestros corazones, Demasiada pasión y más venganza… Miremos el interior, ¿Qué es lo que vemos? Por lo demás, en la parte visual el sevillano José Luis Alcaparra, perteneciente al colectivo Pirámide, se encarga de crear un videoclip que retrata la oscuridad y el terror que le ha evocado el tema tratado. A través de un uso contundente de colores y contrastes nos hace estremecer ante una figura antropomórfica sin rostro que parece buscar las herramientas necesarias para llevar a cabo sus violentas acciones, y asimismo, a través de unas visuales ruidosas y granuladas nos deja ver claramente su concepto de venganza.
El tercer sencillo de Márai –cuarto en el orden del disco– llegó a principios de marzo y fue Silencio. «Se trata del tema más épico y complejo del trabajo, acumula desde sonidos industriales de una crudeza y un golpeo descomunal a pasajes totalmente clásicos con el uso de instrumentación orquestal. Esa dualidad que recoge el tema creemos que representa las distintas sensaciones que queremos transmitir, de ahí que para nosotros sea el tema emblema del trabajo y de nuestro propio sonido», explican los protagonistas acerca del corte más extenso, casi seis minutos de una perturbadora belleza quebrada por la certeza de que Al final llegó el silencio, la única forma de amar, combatir el miedo, la única forma de amar / Compartimos sueños, anulamos el valor, compartimos dueño, derramamos el licor… En esta ocasión el dúo apostó por la fórmula del video lyric, sobre una misteriosa imagen estática en forma de X.
Con tres de los cinco temas ya conocidos llegamos hasta este día en el que en Sevilla Disonante tenemos también el privilegio y el placer de desprecintar los dos restantes. Uno de esos cortes hasta ahora inéditos es Tocados, «quizás el tema más diferente del trabajo, bases con más bpms que imprimen un aire más fresco, el tema central trata la energía con la que cada espíritu imprime los lugares en los que vive«, nos cuentan Almero y Martínez mientras disfrutamos de otro video lyric, esta vez algo mareante gracias a unas imágenes en movimiento divididas en dos partes simétricas que crean ese desasosiego.
Y así, algo confusos, llegamos a Huecos, «el cierre, la despedida definitiva. En mi opinión vocalmente de lo mejor que he hecho en mi vida. Aires a Arca y a A Perfect Circle y en mi opinión un tema 10″, afirma orgulloso el cantante. Y no le falta razón. Como tampoco yerra en su propósito de ponernos los vellos de punta y dejarnos con la incertidumbre de qué ocurrió: En el funeral, sacó la carta del bolsillo, alisó el papel con gran cuidado y…
Un magnífico colofón a un trabajo meticuloso y exquisito en el que música, letras y producción son obra conjunta de ambos artistas: «Producimos entre los dos tanto la música como la parte vocal; si bien canto yo, la producción de todo lo que escuchas es conjunta», matiza Almero antes de reforzar ese mensaje de trabajo al alimón: «Aquí los dos metemos las manos en todas las composiciones. Danielo lleva una carga mayor en las partes musicales y yo en las vocales, pero nada más». Pese a ese espíritu DIY, el disco también tiene otros padrinos, en este caso Sergio Carmona, quien se ha encargado de grabar, mezclar y masterizar las canciones en White Tower Studio, en tanto que la edición es compartida por los sellos Nooirax Producciones y, cómo no, Sacramento Records.
Todos coadyuvan a dar forma a un disco delicado y delicioso en lo sonoro y en lo estético, que también se extiende al capítulo del merchandising, con una edición limitada de una camiseta de Cuervos que se puede adquirir por 12 euros a través del perfil de Bandcamp o las redes sociales del grupo y cuya serigrafía ha sido realizada por los maestros de Skull Corps.
Sólo resta esperar a que este proyecto tenga su traslación al directo, faceta que el dúo no descuida: «Estamos preparando una puesta en escena personal, me encuentro inmerso en el proyecto La Luz del Sur y trataremos de mimar mucho ese aspecto», señala Almero acerca de un estreno sobre los escenarios que llegará, antes o después. Entre tanto, armémonos de paciencia y de toda la capacidad que podamos reunir para tolerar y disfrutar los daños, aún sin alcanzar la algolagnia. ¿O sí?