Holländer Noise Connection II (Clara Incendio + Hell of a Mind + Endlands + Southchild). Sala Holländer. 24 de marzo de 2023
Las alusiones al infierno son un lugar común entre cierto tipo de bandas bastante más macarras que las que anoche comparecieron sobre el escenario de la Sala Holländer, quizás el lugar más parecido al averno por aquello de lo subterráneo o underground que se puede encontrar en una ciudad como Sevilla, dicho sea en tono laudatorio, claro está. Y sin embargo la mitad de los cuatro grupos presentes remiten al abismo de las tinieblas ya desde su nombre (Hell of a Mind) y/o en el título de sus canciones (Clara Incendio, hoguera, arder…). En cualquier caso, resulta innegable que la savia nueva pide paso en la escena local –curiosamente las cuatro bandas echaron a andar a lo largo de 2021, en plena pandemia, y todas tienen ya publicado un epé y algunos sencillos– y lo hace sin miedo a ser pasto de las llamas o del olvido.
Un póquer de propuestas que por cierto se movieron por terrenos muy variopintos pero que más bien tienen poco que ver con el término noise que figuraba en el cartel del evento, salvo que tomemos esta acepción en su sentido más genérico. Si bien la conexión entre todas es bastante fluida, eso resulta evidente, pues son ya varias las ocasiones en que han tocado juntas unas u otras en las distintas salas de la ciudad y en la del polígono Calonge en particular (incluso dos coincidieron en la primera edición de esta Noise Connection), amén de que las dos aún no citadas (Endlands y Southchild) comparten el inquilino de la batería, y por ello no tuvieron inconveniente en alternar el orden de salida con respecto al anunciado.
Pero vayamos al lío, y en orden cronológico. Le tocó abrir a Clara Incendio, que no es sino el proyecto de una chica de 24 años que lleva toda su vida cantando y que se lanzó con este nombre hace un par de años. Desde entonces ha ido dejando algo atrás los aires celtas y flamencos de sus inicios para, arropada por cuatro músicos –entre ellos, su padre José Enrique de Vargas al bajo– abrazar un pop-rock más convencional aunque en todo caso marcado de forma inequívoca por su personal voz. Ubicada Clara en el centro del escenario junto a la violinista Lia Sánchez –luego se encargaría de recalcar que eran las dos únicas féminas entre los 17 artistas que actuaron anoche–, el quinteto que completan el versátil guitarrista Juanjo Peralta (FLXWXRS) y el baterista Javi Galliza (Lucky Night) alternó piezas de su epé Aprende a arder con tres temas inéditos: tras el conocido Amor pagano, Clara agarró un intimidante palo adornado con cascabeles de origen tibetano en Ritual para golpear el suelo y gritar de forma reiterada yo sé quién soy en un arranque pleno de garra que culminó la feminista Mano dura, con la protagonista ya desmelenada, literalmente.
Luego rebajaron el tono para que Clara exhibiera su faceta más delicada y suave en las inéditas Fluir –su voz mecida por el violín en una suerte de blues que acabó estallando– y A la hoguera, tema para el que se sentó y que cortó de forma brusca a los pocos segundos para exigir el silencio que pedía la canción al público del fondo, en una muestra de que personalidad no le falta; luego reiniciaron esta pieza dedicada a las mujeres asesinadas en el fuego que sublimó la pericia de Peralta con las seis cuerdas y el cierre colosal de Galliza. Materia y Aprende a arder, ambas de su epé, sirvieron para llenar de garra y fuerza el final de un set corto en comparación con el resto de bandas… aunque Clara lo alargó con su –excesiva, seguramente– charla entre tema y tema.
Cuatro canciones más, hasta once, desgranó el único trío de la noche –el resto eran todos quintetos– y quizás el triunfador de la noche, vaya por delante que no había ninguna competición en liza. Y es que Hell of a Mind confirmaron que su propuesta va ganando peso y calidad con el tiempo. Sobre todo gracias al tramo final de su actuación, con tres temas inéditos consecutivos (My Turn, Burn, Lost Temper y When I End) en el que se apreció un muy jugoso escoramiento hacia un hardcore melódico poco habitual por estos lares, sostenido en la pericia de Manu Ramos con el bajo y en unos cambios de ritmo atinados y convincentes cincelados desde la batería por Sergio Bueno y con Javi Patón a la guitarra y cantando de forma muy solvente. Y no es que lo anterior fuese desdeñable, pues la banda empezó sin concesiones enlazando la mayoría de temas de su epé The Exceptional Force: Pure Magic, Like a Fiction –esta en cambio nueva–, Phoenix, I’m an Animal… haciendo así las delicias de sus seguidores, que sin rubor mostraban ya a esas alturas su, precisamente, condición animal.
Esos empujones y embestidas son parte del espectáculo, supongo, y cesaron cuando el grupo rebajó la intensidad en The Golden Fruit y sobre todo Falling into You, un bonito e inédito medio tiempo. Y antes de la sublime recta final aún habría tiempo para presentar los dos últimos sencillos de Patón y cía., esto es, para montarnos todos de nuevo en esa Rollercoaster sinuosa y enérgica y luego dejarnos seducir por Fake. No nos engañaron, pero sí que nos sorprendieron muy gratamente con el trío de piezas de la clausura y que invita a pensar en que lo próximo de Hell of a Mind nos hará vibrar y arder de veras.
Tras el receso, llegó el turno de Endlands y su punk rock de reminiscencias californianas, fresco y divertido como tiene que ser. Con la complicidad también de un sector del público allegado a la banda, el quinteto que lidera Fernando Otero, un vocalista carismático que no para quieto ni un instante –en las antípodas del hierático Patón, por ejemplo–, optó a diferencia de los anteriores por espaciar más la media docena de cortes de su epé Discomfort Noise. En el arranque colaron Rock Radio y la contagiosa Summer’s Over (Again) –entre medias despacharon Phineas de la conocida serie de animación Phineas y Ferb–, y ya con la parroquia entregada a su fiesta pasaron a esbozar temas inéditos (Pay To Win o Gambita) antes de alcanzar otro pico de intensidad con uno de sus primeros sencillos, Pelican Square, en el que el cantante era arropado por los coros de Edu Martínez (guitarra) y Amador Pérez de Algaba (bajo) mientras engalanaba el escenario una bandera de Finlandia que les regalaron, como explicó Fer, por aquello del nombre.
A renglón seguido llegó una de las versiones, The Hunter de los británicos Soft Play, con Fer soplando la melódica antes de iniciar todos un ritual saltimbanqui y finalmente agacharse al unísono. Tras Too Late de su epé y la inédita Time to Time –la tocaban por vez primera– se instauró de nuevo el desenfreno con una acelerada versión del Song 2 de Blur y otra del Pub Feed de los australianos The Chat, con media banda ataviada con gafas de sol. El clímax estaba servido pero entonces llegó una inoportuna rotura de cuerda del otro guitarrista, Borja de los Ríos, que cercenó la fiesta de cuajo. Poco importó: Endlands iban a concluir su show montando el Quilombo y así fue, quedando el incidente en anécdota dentro de una actuación que no defraudó, desde luego no a sus seguidores.
Los encargados de echar el cierre al evento fueron Southchild con su poco encasillable propuesta con ciertas dosis de rock, de soul y, por supuesto, de reggae. Como se encargó de recalcar su bajista, Emilio Márquez, casi al final de su set, cuando el quinteto enlazaba dos canciones nuevas, Mind Release y All in my Mind; la primera introducida certeramente por la guitarra de Edu Quiroga, miembro fundador de la banda junto al cantante y guitarrista Rafael Monedero, que terminó la segunda bajando del escenario para fundirse con el público, imitando a Endlands en cuanto a pedir a la gente que se agachara; ambas piezas dominadas por el doble coro reforzando la peculiar voz de Rafa, una de las señas de identidad y principales valores de Southchild.
Antes de ese momento top, el quinteto había comenzado con un tema antiguo, Mayday, previo a la presentación del combo, que dijo estar celebrando su primer año de vida y justo en la misma sala donde debutaron. Lo festejaron con tres singles seguidos bien conocidos por sus fieles, a saber: Running Circles, Shananana y Pictures of You, tramo éste en el que brilló con luz propia el teclista José Antonio Morillo. Que también se lució, como el baterista Javi Reina –que hacía doblete, se encarga asimismo de las baquetas en Endlands–, en el fin de fiesta que fue el pedido Countryside, uno de los cortes que grabaron en directo en Sputnik, y El fugitivo, el sencillo más reciente del grupo, también grabado –éste no en vivo– en el estudio que regenta Jordi Gil, como las próximas canciones que presentarán.
Si el castigo eterno es parecido a lo vivido en esta maratoniana e intensa velada, seguiremos pecando para que nos condenen y torturen nuestras almas de forma tan gustosa y placentera. Yo lo firmo al menos.