Enana White. Sala X. 2 de febrero de 2023
Cuando estéis leyendo esta crónica ya podréis escuchar también las canciones de las que hablo en ella, porque estuvieron disponibles en todas las plataformas de escucha habituales una hora y media después de haber terminado el concierto: a las doce de la noche del jueves. Por eso esta cita era obligada, porque Enana White por fin podía presentar en directo su primer disco largo, Ascensión, en un escenario, el de la Sala X, para el que tenía pedido el sitio desde el pasado mes de julio. Tenían ganas y las demostraron, en lo bueno y en lo menos bueno.
Lo bueno, dejando aparte la gratísima sorpresa de que la sala, una noche entre semana, con una banda local, estuviese casi llena de gente, pasó por el tratamiento que este grupo le da al pop, que aunque en el desarrollo de las canciones siempre les lleve a terrenos situados entre Maga y Vetusta Morla, pasando por Supersubmarina y Viva Suecia, que no son malos espejos en los que mirarse, ni mucho menos, conservan el primitivo atractivo rockero que se reflejaba en la toma de contacto inicial con sus canciones; así a bote pronto, recuerdo que esta noche Abril me sonaba a Television, Demolición al Bowie de su etapa berlinesa o El dicho del mar a los primeros Animals. Entre lo bueno podemos señalar también que sus canciones están bien compuestas, son buenas y, sin llegar a ser asesinas, sí que te dan puñaladas en el alma… y también en el culo, para hacerte saltar; no hay más que dejarse llevar, por ejemplo, por 13 grados sur, que fue la que propició el movimiento convulsivo de las primeras filas. Y en lo bueno también hay que anotarles el virtuosismo: Israel Martos y Sito Páez, al bajo y la batería, son una sección rítmica contundente y mucho más efectiva que efectista; José Paris y Carlos Cagiao son dos buenos guitarristas que, además de lanzar sus riffs y hacer sus solos, saben combinar sus fuerzas perfectamente, como evidenciaron en la única versión que hicieron, Starman, repartiéndose los acordes de Mick Ronson de la original y vaciándose en un final demoledor. Ceci Márquez, además de ser una compositora muy buena lo tiene todo para ser una diosa del escenario; tiene una increíble presencia y una forma de cantar más que atractiva; su aptitud es grandísima…
…pero de su actitud llegó lo menos bueno. No es necesario echar una parrafada entre cada una de las canciones; se rompe la continuidad del concierto y cuando vas teniendo las canciones dentro del corazón no hay que dispersar la atención. Entiendo que esta noche era una ocasión especial y le apetecía agradecer la ayuda en la creación del disco que presentaban a todos los que habían colaborado, también a todos los técnicos del concierto, también a los que estaban aquí y también a los que no habían podido estar… Ceci se convirtió en una especie de profesora de buenos modos y yo hubiese salido del concierto perdidamente seducido por ella si en lugar de estar tan cercana a Mary Poppins lo hubiese estado más a una displicente Chrissie Hynde, ya que no le falta el poder ni la sutileza.
Interpretaron las nueve canciones del disco, sucediéndose aquí las cinco primeras en el mismo orden en que aparecen en él. Canción de la hoguera rompió la Intro con la que se fueron situando en escena cuando José y Carlos comenzaron a lanzar acordes; la voz de Ceci se mantuvo bastante más baja de lo deseable hasta la mitad de Sirenas, la segunda de las canciones, en la que ya apreciamos bien la letra que cantaba, muy apropiada, además, al momento… luchábamos con fuerza, todo renacía… poesía lírica entre guitarras entrelazadas, cuyos vuelos anclaban el bajo y la batería. Después Abril realzó aún más la marca, mucho más tensa esta vez en directo que en su versión grabada, que esta sí la conocíamos así porque fue el primer adelanto del disco y salió hace unos meses.
Más convencional fue De cristales, en nuevo contraste con Demolición, seguramente porque esta de después, aunque sea la última que han grabado -algo que Ceci también explicó con pelos y señales- fue la primera que ella compuso, hace unos ocho años, antes de que la formación de Enana White estuviese siquiera en el pensamiento de nadie. La convirtieron en un paisaje sonoro épico. Al terminarla abandonaron el escenario los cuatro instrumentistas de la banda y se quedó Ceci sola en el escenario. Poderte salvar es una canción inédita, que no forma parte del disco que se presentaba anoche y su interpretación desnuda resultó anticlimática, pero reforzó a Ceci como cantante, como autora, como estrella del centro del escenario, para emocionarnos, extrayendo notas de su guitarra acústica mientras nos quitaba también capas de la piel. Del mismo entorno melancólico salió después Diciembre, ya con todos de nuevo presentes y Jose cambiando la guitarra por el piano eléctrico. Sin las líneas de bajo cálidamente melódicas de Isra y la suave percusión de Sito, la banda simplemente hubiese desaparecido en el éter.
Del disco nuevo era también la que siguió, 3 caras, aunque esta también la conocíamos de antes y tenía yo un recuerdo preciso de ella, reforzado por la letra de Ceci… sale de dentro y queda el ruido de un paraíso… que zigzagueaba por nuestras mentes. Y en la que llegó después recordaron sus inicios, el del EP Rascacielos que Sito y Ceci grabaron con Utópica y retomaron luego con Enana White para que fuese su disco de debut va ya para cinco años. Metálica es la canción que lo abría y escuchándola ahora uno entiende la serenidad que ganó Ceci para poner en marcha un proyecto como el de esta banda, sabiendo que era capaz de escribir canciones de esta magnitud. En El dicho del mar y Lo gore del amor todo fluyó como si la banda fuese una araña tejiendo su red instrumental, para desplegarla en toda su plenitud cuando atraparon en ella al hombre de las estrellas de Bowie. Aunque Ceci no brilló como en sus propias interpretaciones; quizás le faltaba el componente emotivo y orgulloso que subyuga al propio autor que se vacía en su obra, quizás esta canción es una concesión a los otros músicos, que la tratan como el mito que es. Fue también un punto de inflexión que de no haber hecho Enana White todo el concierto seguido hubiese marcado el final del set o el inicio de los bises y el trío que formó con 13 grados sur y La cima fue el momento más compacto de la noche, la única vez en que las canciones estuvieron enlazadas sin interrupción, mostrándose como Ceci decía en una de ellas… he encontrado mi sitio y es más grande que el sol… con la gente respondiendo más y mejor que en ningún otro momento. Fue un verdadero culmen, con las líneas de la melodía en cascada y el público cantando y bailando, reflejando la imagen de la pasión que los cinco músicos transmitían. La música fluyó para hacer existir la comunicación y así Ceci nos traspasó un sentimiento mucho más que un mensaje, aunque este iba implícito; el buen rollo transmutado en pura energía. Y el final fue avasallador.
