- Animals with Red Eyes, el proyecto de Rafa Morillo, se estrena con The Extinction
¿Quién dijo que la pandemia sanitaria no nos puede hacer mejores personas? En los últimos meses hemos asistido a no pocas discusiones acerca de si esta inédita coyuntura de encerramientos, pérdidas y privaciones nos llevará a una reflexión y a un cambio de chip para transformarnos en personas más responsables y concienciadas, menos egoístas y pasotas. Y suelen ganar quienes sostienen que no, que seguiremos mirando cada cual por lo suyo y que no habrá un afloramiento de los valores más elevados. No obstante siempre hay casos en los que se puede afirmar que el efecto de esta sacudida que estamos sufriendo está siendo positivo, y si el ejemplo es de un treintañero no cabe sino aplaudirlo: «Este proyecto lo decidí crear en la Navidad de este pasado año, la pandemia y el toque de queda me cambiaron el salir en fin de semana por la noche por el encerrarme y grabar música. Gran parte del trabajo está realizado en fin de semana, siendo el sábado el día ideal para quedarme hasta tarde grabando y pensando en nuevas melodías», explica Rafael Morillo, al que muchos conoceréis como el bajista de BLEEM, sobre la aventura que inició en los últimos días de 2020 bajo el nombre de Animals with Red Eyes. «A partir de las nueve de la noche me ponía y me podían dar las tantas. Estaba muy entretenido y además me ha servido para despejarme, hasta me está yendo mejor en los estudios», añade este casi egresado en Ingeniería Eléctrica, grado que está a punto de culminar en Córdoba.
Este joven músico de Martín de la Jara, pequeño municipio de la maravillosa y poco conocida Sierra Sur sevillana, es todo un hallazgo que no debería pasar inadvertido porque en apenas cuatro meses ha sido capaz, él solito sin casi ninguna ayuda externa, de construir todo un universo propio y plasmarlo no ya en un notable álbum de 16 temas, The Extinction, que vio la luz ayer jueves 29 de abril; por el camino ha ido sembrando mediante el lanzamiento de algunas de esas canciones en las diferentes plataformas digitales. Su primer paso fue crear el pasado 30 de diciembre su propio canal de YouTube y estrenarlo con el vídeo de Desert, y luego hizo lo propio en Spotify o Bandcamp, donde fue mostrando Cannibal Planet, The Time of the Ants –con el añadido de la citada Desert y de A Raven in Baltimore– y finalmente Cosmic Insects –con Imagination de regalo–, todo ello entre enero y marzo.
Pero antes de entrar en faena, centrémonos en el personaje, Rafael Morillo, quien ha seguido el mismo camino que su compañero en BLEEM Alberto Randado a la hora de aprovechar la pandemia para iniciar una aventura personal en solitario; sólo que si el vocalista lo ha enfocado hacia el pop íntimo y desnudo, el bajista ha tirado hacia el rock instrumental y la electrónica. Pero ¿quién es Rafa Morillo? Él mismo nos lo cuenta: «Cuando yo tenía 12-13 años me apunté con otros cuatro chavales del pueblo a unos cursos de guitarra que organizaron aquí. Eso fue en 2002 y al año siguiente vino Barricada y eso fue la chispita que nos hizo pensar que teníamos que hacer un grupo punk. Así que montamos Sinxtilo y tocábamos temas de Soziedad Alkoholika, La Polla Records, Sex Pistols… En 2004 vinieron Fito y Fitipaldis y nos cogieron de teloneros y ya nos metimos más en el rollo rap metal tipo NARCO. El grupo duró muchos años, hasta 2017, años en los que estuvimos en concursos que organizaba la Sala Palo Palo (de la cercana Marinaleda), en festivales de Sevilla, etc, sobre todo haciendo versiones aunque también hicimos algunos temas propios. Y lo dejamos justamente cuando vinieron ese año Mägo de Oz, recuerdo que el salón cultural del pueblo estaba a rebosar y nos despidieron por todo lo alto», resume antes de reparar en que se le quedó algo en el tintero: «También estuve un año en otro grupo que se formó en el pueblo de al lado, Los Corrales, que se llamaba A Pecho, con el que hacíamos básicamente versiones de Barricada, Extremoduro, Fito… en fin, más orientado al rock duro. Y ya en 2019 entré en BLEEM gracias a que me conocía de todas estas movidas Sueco (Juan Manuel Prados es su nombre real), el batería, que es de Sierra de Yeguas, un pueblo de Málaga pero cercano al mío».
Y tras repasar su bagaje anterior, surge la necesidad de crear este proyecto: «Aunque lo tenía en mente, fue en la Navidad de 2020 cuando empecé a darle forma. Recuerdo estar en Nochevieja tocando y grabando cosas. De hecho, fue en las Navidades cuando decidí subir a YouTube un tema a ver qué reacción había, y le gustó a mucha gente, de manera que me animé a seguir haciendo canciones«. Prendida la mecha, había que bautizar esta criatura naciente, y se decantó por Animals with Red Eyes después del típico ejercicio de brainstorming con un amigo: «Todo surgió a raíz de hacer el primer vídeo en el que sale una especie de astronauta andando solo por un paraje inhóspito y desértico, que se intercala con imágenes de casas y coches en ruinas o destrozados. Al final del vídeo meto una frase de Stephen Hawking que se refiere a la extinción (Creo que la vida en la Tierra está ante un riesgo cada vez mayor de ser destruida por un desastre, como una guerra nuclear repentina, un virus u otros peligros, señaló de forma profética, y agorera, el fallecido científico británico). Así que me pareció que estaría bien que todo estuviera relacionado con eso y los animales». Ello explica su obsesión por los animales de ojos rojos y por los insectos y hormigas en particular. «Para la portada, estaba claro que tenía que aparecer un animal, y cuál mejor que un mamut», añade Morillo.
Las 16 canciones que alberga el debut de Junior, que es el apodo por el que también se le conoce, ya hemos dicho que navegan entre el rock instrumental, incluso lo experimental, y la electrónica, a veces más punzante y otras más serena y ambiental. «No sé cómo se puede definir el estilo porque creo que hay mucha variedad. Es verdad que me han marcado bandas como Slipknot o Marilyn Manson, pero al no haber voz resultan referencias no muy claras. También desde siempre me ha gustado Prodigy. Pero no sé cómo se podría encasillar, la verdad, no es como por ejemplo un disco de Marea, que es todo de un único estilo», argumenta Rafael, que ha estructurado el disco en tres bloques: «Los primeros seis temas son una especie de introducción y en este bloque están algunos de los mejores temas», apunta. El tema que cierra este primer tramo, uno de los más potentes de todo el lote, es The Survival of Elephants e incluye la única colaboración del álbum: la guitarra eléctrica de Fernando Aroca: «Si alguien tenía que estar era él ya que compartió conmigo 14 años en mi primera banda, Sinxtilo”, apunta Morillo antes de proseguir con el repaso: «En el segundo bloque están vatios de los temas que he ido sacando estos meses; y en el tercer bloque las canciones más escuchables, las más tranquilas del conjunto», matiza.
Decíamos al principio que resultaba encomiable, más allá de la asombrosa calidad de la música, el hecho de que prácticamente todo se lo ha guisado y comido este joven jareño en su propia casa: «El bajo y la percusión son los instrumentos principales, pero también le doy uso a muchos sonidos de sintetizadores y teclados, así como sonidos de ambientación. Todo lo toco yo, lo único que hay son unas pistas de batería hechas por un programa y algunos loops así más complicados y efectos, pero muy poquitos, no serán ni el 3 por ciento de la música que he hecho», señala. Y no queda ahí la cosa, en un alarde de capacidad y polivalencia se ha sabido currar hasta ocho vídeos que tampoco desmerecen a las canciones: «Los vídeos los he montado yo a partir de bancos de imágenes de libre uso, he ido creando unas historias con imágenes relacionadas entre sí aunque de diferentes autores», admite como si tal cosa.
Esta hiperactividad, está claro, le ha sentado de maravilla y ya no hay quien le detenga: «Habiendo terminado este disco ya estoy pensado en lo siguiente, hay varias ideas rondando por la cabeza y una de ellas será la que plasme en el siguiente disco. Puede que sea un disco con más colaboraciones tanto de amigos que tocan algún instrumento como de personas que canten y le den algo de voz a las canciones, y de hecho ya se lo he planteado a Alberto. Otra idea es la de crear un disco donde las guitarras tengan un papel más principal, ya que en este disco han estado en un segundo plano. Esto lo decidiré en poco tiempo, pero la verdad es que tengo un montón de ideas ahora mismo y estoy pensando qué hacer».
Y tampoco desdeña la opción de llevar su música a los escenarios, aunque es más cauto en ese aspecto: «Tocar en vivo no está descartado aunque necesitaría encontrar músicos que toquen algunos de los instrumentos, yo no podría hacerlo todo. En realidad, ya se me han ofrecido algunos amigos, pero todavía se tiene que arreglar toda esta situación, que se recupere todo lo que solíamos conocer antes de esta pandemia. Que al fin y al cabo es lo que ha motivado que exista este proyecto y este disco; de no haber pasado esto, no estaríamos hablando». Y eso que se habría perdido la humanidad, rumbo quizás a la extinción.