V Festival de Rock del Aljarafe. Bormujos. 22 de junio de 2019
Anoche se celebró en el recinto ferial de Bormujos la 5ª edición del Festival de Rock del Aljarafe, en la que además de la participación de las bandas invitadas Obús y NARCO y la de BLEEM, segundo clasificados del año pasado, se disputaron el premio del concurso las tres bandas finalistas, que actuaron por este orden: DeLarge, KILLdaCANE y Twelve Monkeys. Después de la votación del jurado el orden en que quedaron, tras la suma de puntos que juzgaba diferentes aspectos de su actuación, fue justamente el inverso, por lo que los brillantes ganadores del certamen fueron Twelve Monkeys.
Rondando las nueve de la noche se subieron al escenario los cuatro componentes de Obús, que dieron un concierto en el que Fortu manejó absolutamente todos los tópicos del jevi español: cuernos por tós laos, coros de la gente gritando cosas diferentes a uno y otro costado del recinto siguiendo las órdenes suyas, charla (demasiada) con la peña, pases toreros, tocamiento de huevos, bromas con equívocos sexuales… resultó incluso entrañable dentro de su sencillez de manual, con escasa sustancia ya, pero cumpliendo y divirtiendo como vienen haciendo desde hace muchos años. Sonaron todas las canciones que se esperaba de ellos: El que más, Autopista, Dinero dinero, Va a estallar el obús, coreadas por toda la entregada audiencia, terminando con un Vamos muy bien para el que pidieron que subiese al escenario la mayor parte de la chavalería que andaba por allí, y sus encantados padres no dejaron de hacerles fotos con sus deditos poniendo cuernecitos en plan fiesta jevi de fin de curso.
A estas alturas no les vas a pedir otra cosa que no sea el concierto base habitual salpicado de guiños más o menos fáciles a todos sus seguidores. Ya lo canta en Que te jodan el propio Fortu: No pienso cambiar, han pasado treinta años y yo me siento un chaval, no estoy ni gordo ni calvo, que se jodan los demás… aunque uno de esos de los demás es precisamente el guitarrista que tenía a su lado, Paco Laguna, al que ya le cuadraba perfectamente esa descripción física; aunque hay que reconocerle que se le siguen dando bien los solos de guitar-hero. La otra rama del espectáculo la puso Carlos Mirat, el batería, golpeando de forma atronadora su set de tambores y platillos y una estructura metálica que pusieron allí en medio a la que se subía y apaleaba jaleado por la audiencia, mientras las baquetas se le caían ya demasiadas veces de las manos intentando hacer con ellas los malabarismos habituales. El bajista, Luisma Hernández, se limitó a acompañar rítmicamente el espectáculo del grupo y en el solo que hizo cuando Fortu le presentó ni siquiera eligió algo original sino que lo basó en el pegadizo ritmo del Another one bites the dust de Queen, de los que empezamos ya a estar un poquito saturados.
La idea de la animosa concejalía de cultura de Bormujos de contar este año con dos bandas de fuerte tirón en lugar de una sola, como en los años anteriores, era una idea muy buena… a priori. De lo que se trataba era de poner a una de ellas al principio del festival para que sirviese de reclamo al público y este acudiese desde el principio, así las bandas participantes en el concurso no estarían tan solas como en ediciones anteriores porque la mayoría de la gente llegaba ya al final para ver solamente el concierto del grupo cabeza de cartel. El problema ayer fue que los que vinieron a ver a Obús se fueron después de verlos, ya fuese directamente a su casa o a sus rollos, o a hacer botellona por los alrededores hasta que llegase la hora de NARCO. De todas formas los grupos concursantes sí contaron con más audiencia delante del escenario que en ediciones anteriores, porque hubo gente que se quedó, obviamente, y ayudó también el hecho de que tocasen bastante más tarde que las otras veces, en las horas buenas, que son la anterior y posterior a la medianoche. Al final, con NARCO, aunque la presencia de público era muy numerosa, la cantidad no llegó a los dos mil espectadores deseados y fue incluso menor que en años anteriores con Mägo de Oz, Barón Rojo o Reincidentes.
Hablando ya del concurso, DeLarge dieron un concierto muy bueno, con las limitaciones que tiene contar solamente con 20 minutos, y aunque su cantante demostró tener enormes virtudes comunicativas y un carisma en desarrollo que puede rayar a gran altura con el tiempo y la experiencia, y a pesar de que fueron los que tuvieron unas canciones de letra más elaborada y en español, el jurado consideró que el aporte musical era el menos poderoso de los tres grupos participantes y eso les relegó al tercer puesto. KILLdaCANE eran los favoritos del concurso y su concierto de anoche fue tan potente como se esperaba, tanto a nivel visual (incluso llovieron pimientos verdes) como musical, con esa pared que forman los dos bajistas de su formación, pero en su contra jugaron fuertemente dos factores: uno de ellos fue que padecieron problemas técnicos que hicieron que una de sus guitarras no se oyese nada en los inicios y muy poco en el desarrollo posterior, por lo que su sonido quedaba descompensado contra los atronadores bajos; y el otro fue que una parte del jurado pensaba que su canción Enadobaísimamente tuyo era una versión, aunque muy sui generis, de Chuck Berry y no se ajustaba al espíritu del concurso, lo que le restó algunos puntos y se quedaron en segunda posición entre unas cosas y otras.
Y los que se llevaron los 1.000 pavos del premio (los otros dos no anduvieron mal tampoco con 700 y 500) fueron los felices Twelve Monkeys, que dieron un concierto en el que estuvieron notables en todo lo que hicieron: cuentan con canciones e instrumentación a las que se les nota el trabajo en los ensayos, un guitarrista que a mí particularmente me pareció el mejor del concurso y una puesta en escena como mandan los cánones del hard rock, sin caer en el pastiche del heavy autocomplaciente. Si durante el concierto de DeLarge su cantante se las apañó muy bien para montar un moshing muy divertido, durante el concierto de Twelve Monkeys volvió a montarse de nuevo, esta vez sin necesitar más maestro de ceremonias que la propia música que la banda les estaba ofreciendo. Sin desmerecer a ninguna de los otros dos grupos participantes, creo que el premio del festival cayó en buenas manos.
Como los navarros Mosh, vencedores de la anterior edición, no pudieron venir, anoche su sitio lo ocupó la banda que quedó segunda, BLEEM. Después de haberles visto hace solo unos días en la Sala Even tenía buenas expectativas de verles en un gran escenario al aire libre, porque ellos son uno de los pilares actuales del rock sevillano y ayer dieron un concierto en el que mostraron su gran virtud de la agresividad, con buen equilibrio entre la fogosidad y la furia y la medida justa de fuerza y crudeza. Su concierto estaba siendo impecable hasta que con un músico amigo de los Marihuana Connection como invitado comenzaron a interpretar una versión del Zombie de los Cranberries. La versión no estaba mal y ellos se la estaban llevando a su terreno, pero al ser una pieza tan conocida y que se presta mucho al colegueo, Emilia Pinzón, la presentadora del festival, creyó oportuno entrar al escenario y participar también ella de la canción al frente de la banda y a su aire, lo que le cortó el rollo a BLEEM por completo, que pillaron tal cabreo que a punto estuvieron de dejar sus instrumentos y cortar el concierto allí mismo. Para felicidad de todos continuaron con él, aunque un poco más apagados e irregulares, pero con la misma solvencia anterior.
Los de NARCO se hicieron esperar, eternizando el tiempo entre la entrega de premios y su concierto, por lo que no pude verlos hasta el final, pero los momentos iniciales de su concierto fueron un verdadero espectáculo pleno de agresividad en estado puro: verbal, visual, mental, conceptual, con un ritmo implacable. Hirientes en su música para acompañar el bombardeo de eslóganes e imágenes, que te saturan los sentidos. Dolor. Una excelente muestra de lo efectivo que puede llegar a ser el género del metal en todas sus variantes –core cuando se aleja del mimetismo y del tópico.
Un año más en el que el Festival de Rock del Aljarafe superó todos los contras que se le fueron presentando. No me cabe la menor duda de que por fin alguna vez se encontrará la fórmula adecuada que haga que todo se desarrolle felizmente y al gusto de todo el mundo. El esfuerzo aportados por todos los que colaboran en el proyecto, desde la anterior delegada de cultura, Raquel Gómez, que puso todo esto en marcha, hasta Rosa María Fernández, la gestora cultural que mantiene la máquina en movimiento, merecen un festival con una organización con menos autosabotaje y con un brillo tan grande como la diversión que proporcionan a todo el que se acerca a él. Pocos ayuntamientos apuestan por el rock and roll y por la cultura que se aparta de los sofocantes cauces habituales.
