I am Dive. Sala X. 4 de octubre de 2019
El concierto comenzó suavemente con el medio minuto de alegres notas de teclado que abren Nowhere to be found. Pero de pronto todo se hizo oscuro, comenzaron a sonar junto a la voz de Esteban unos crujidos ominosos que me hicieron pensar en algún cable que no se había conectado bien. Pero ninguno de los dos componentes de I am Dive parecía preocupado y en un rápido vistazo a la cabina del técnico de sonido le vi también muy calmado. Luego entendí que esos latigazos eléctricos eran en realidad las sobreamplificadas percusiones eléctricas. Todo iba bien, solo eran consecuencias de la rota producción que tiene esta canción. Hacia la mitad de ella pasó la tormenta, que solo dejó algunas gotas ácidas más cuando al final la enlazaron con Note to self para que la voz de Esteban se impusiese a una suave orquestación que nos bajó de nuevo al suelo.
Así comenzó anoche en la Sala X el concierto con el que I am Dive presentaba en Sevilla su último disco, el Kriegszeit que salió cuando el verano se iniciaba, que también comienza con estos dos temas. Se hicieron más melódicos cuando retrocedieron siete años en el tiempo para rescatar el Mount Eerv que abrió su primer disco largo, Ghostwoods, y mantuvieron ese tono en el comienzo de Black times hasta que Perepi aumentó la densidad sonora de la pieza haciendo que los espectadores comenzasen a esbozar los primeros contoneos del cuerpo. Con Wolves, la canción que daba título al disco del que también habían extraído la anterior, la voz de Esteban nos elevó; ya no éramos gente triste bailando cuando nadie nos mira, como cantaban The Secret Society, sino oyentes seducidos por una música reconfortante, en total sintonía con I am Dive, como demostró el hecho de que sin interrupción alguna comenzasen a interpretar I was sad so I was dancing, con las guitarras ampliando el paisaje melódico, que levantó nuestro estado de ánimo del todo para dejarnos al final instalados en una beatífica tranquilidad, imprescindible para disfrutar del efecto otoñal, invernal en realidad, de Norman, Oklahoma. I am Dive jugó con nuestras voluntades de forma magistral; nosotros solamente teníamos que dejarnos llevar. Y como esta canción termina diciendo que en primavera volvemos a nacer, ellos rizaron el rizo encadenando las notas de Winter & Spring.
Con la introspección de Feral volvieron al Kriegszeit que presentaban esta noche; una sombría canción que contrastó con la luminosidad de Labyrinth en la misma forma en la que lo hace en el disco. El efecto fue abrumador, una luz parpadeante en la oscuridad que lo había impregnado todo con la canción anterior. La catarsis compartida de la audiencia se liberó con la ovación más sonora de la noche y Esteban y Perepi lo premiaron con Not Friends y un soberbio trabajo de guitarras por parte de ambos, que hizo gritar al final a alguien de la primera fila (obviemos su identidad) ¡Perepi guitar hero!
Continuaron ejecutando el melodrama de su disco anterior, Mauve, interpretando también Equals con precisión hábil, pintando de delicados tonos de azul las miradas luminosas de la gente que pobló la sala en apreciable número a pesar de la cantidad enorme de ofertas musicales de esta noche sevillana, y que seguía el concierto de forma tan intensamente personal. The fog puso punto final al disco que presentaban; es una magnífica canción, que se aparta de la textura densa del resto de las que hay en Kriegszeit, sobre todo interpretada en directo en la forma en que anoche lo hicieron, sacudiéndonos para que nos pareciese muy corta la hora intensamente emotiva que habíamos vivido y quisiésemos más cuando se despidieron con The lower you fall para, como Esteban casi musita en la canción, dejarnos viviendo en el silencio de los que se fueron. Pero eso no podía ser. No podían irse de esa manera y terminar con nosotros persiguiendo las formas humeantes de Esteban y Perepi. Y no tardaron en reaparecer para volvernos a hacer una demostración de cómo ha crecido el monstruo que I am Dive llevan dentro; ese monstruo del que hablan en esta canción final, Backwards, que termina de forma realmente apropiada: Se nos acabó el tiempo, oh, muy rápido.
Y así, se acabó. Nos fuimos con un genuino sentimiento de satisfacción por esta presentación de su reciente disco, y sabiendo que habíamos sido testigos de algo realmente hermoso, de cómo sus canciones cobraron vida de forma espectacular debido tanto a la inteligencia aplicada a la técnica como a la pura pasión con que las interpretaron.