Malabriega + Sweet Hole. Sala X. 28 de diciembre de 2019
Anoche en la Sala X se subió por última vez al escenario Manuel Soto “Noly” acompañando a Malabriega. Si no fuese por las fantásticas referencias que tenemos de su sustituto, Ian Scionti, americano, aunque es profesor de guitarra flamenca en el conservatorio sevillano, diríamos que el grupo va a perder una de sus mayores bazas: la conjugación de guitarra flamenca y eléctrica, que en canciones como La nana de Dante mantienen un diálogo que podemos llamar excelso sin exagerar demasiado. La musicalidad de los acordes alternos de las guitarras de Noly y Joaquín Sainz te lleva a la sensación de encontrar lo inesperado, y eso que poco antes ya nos habían fascinado en la reinterpretación tan a su aire que Malabriega hace del Little wind de Jimi Hendrix, rebautizado por ellos como Vuela, y construido a la manera de los primeros Triana, los de El Patio y el Agobio. Triana no son un mal espejo en el que mirarse y Malabriega se sienten radiantes en ese reflejo. Y agradecidos, porque hace falta mucha devoción para hacer una versión del Rumor como la que ellos hacen, que adquiere una dimensión extraordinaria apoyada en la guitarra eléctrica de Joaquín en lugar de los teclados de Jesús de la Rosa. No voy a decir que suena extraña, porque los acordes son similares (algo más espídicos, quizás, al inicio) y es una canción que ya forma parte de nuestro bagaje referencial y la conocemos al dedillo, pero no creo cometer sacrilegio si digo que este Rumor gana muchísimo en esta forma guitarrera.
Pero hasta llegar ahí Malabriega ya habían dejado claro quiénes y qué son: Tormento, La duda, Fiebre… canciones con el latido sensible del rock andaluz, sin caer en sus tópicos; música andaluza bien entendida, ahí tenéis el Bipolar que hicieron anoche, que comienza por bulerías de Morón para terminar con fraseos del más (im)puro jazz, con Juan Castro jondo en su cante… a cabezazos con el mundo… después nos mostraron el futuro de su música en un Reflejo vacío, que todavía no está grabado siquiera, casi armado sobre la marcha y tocado sin saber cómo iba a salir. Salió muy bien, pueden estar tranquilos; es una pieza perfectamente calibrada entre las guitarras y el apuntalamiento básico de la batería de Raúl Gómez y el bajo de Sergio Carmona.
Y el concierto fue fluyendo hasta el final. Ojos negros tiene una embestida heavy de Joaquín rota en armonías flamencas por el Noly, dando otro significado, bellísimo, al concepto de fusión. Se despidieron con La leyenda del tiempo, que aún respetuosa con la original, Malabriega llenó de intensidad electrificada, de energía bruta e incluso me pareció que del puro poder de la improvisación de la guitarra del Noly, en su lucimiento final.
Tras ellos el escenario fue ocupado por la extensa formación de Sweet Hole. Su propuesta es diferente, más progresiva, más implosiva que explosiva, nuestros sentidos quedaron a merced de siete músicos ensimismados en la ejecución de sus instrumentos, elevando el misticismo y la grandeza de sus composiciones: Dust away, Moon, First of the last days, piezas de retroalimentación sónica y silenciosa, catatónicas. Nadie quería perderse ni un solo instante, viajábamos a través de lo que tocaban Miguel Durán con su guitarra y David Alejo con los teclados; la batería de Davor retumbaba y los golpes de toms se nos metían en el estómago. En Terapia brilló el bajo de Charlie Durán, protagonista de la pieza mientras que le releva el saxo de Pepe… hasta que unas notas nos dejaron sin aliento, unas notas conocidas: Sweet Hole interpretó el Starless de King Crimson de una manera implacable y sórdida, manteniendo su majestuosidad original. La guitarra y el saxo volvieron a brillar y la voz de Karra nos levantó suspiros antes de retirarse discretamente para la ejecución instrumental de la pieza, la segunda parte, la del acorde mantenido por la guitarra hasta la locura, desatada del todo en el pandemónium de saxo arremolinado a lo John Coltrane y teclado que, ya extenuados, nos lleva al final, dóciles, de nuevo con las notas conocidas, que esta vez no nos dejan sin aliento, porque ya no nos quedaba.
Eyes opened comienza dulcemente con la guitarra acústica de Antonio Rubio, a la que sigue el saxo de Pepe; emocionante el inicio resplandeciente, romántico y pastoral hasta que unos golpes de caja y la entrada de la guitarra lo convierten en un asalto cruzado de cambios de ritmo; el solo de guitarra fue delirante y exquisito, y fue también siendo desplazado por la construcción lenta del teclado, transformando el espacio con las notas de Laura Palmer.
Si hasta aquí el sonido de Sweet Hole fue poderoso, con el Neverending cicle final simplemente despegó a la estratosfera. Comenzó con un desarrollo instrumental que nos llevó a la versatilidad de Lucifer’s Friend, con Karra cantando en inglés; cuando la guitarra española de Antonio vio sus arpegios escalares, que se nos clavaron como cuchillos, rotos por el saxo de Pepe, Karra pasó a cantar en castellano y este ciclo sin fin volvió a mostrar su carga agresiva con el solo de David Alejo volcado sobre su teclado… y de nuevo Karra pasó al inglés para cerrar esta épica sinfonía de más de un cuarto de hora.
Ahora, cuando ya he escrito todo lo anterior, puedo confesar también que anoche acudí a la Sala X con grandes dudas; esperaba enfrentarme a una sesión de revisionismo añejo del rock andaluz, a aplastante heavy metal, a rock progresivo demodé. Pero me encontré con conciertos imponentes y fascinantes. Me guardaré los convencionalismos y prejuicios la próxima vez que hable de Malabriega y Sweet Hole.