- La Suite Bizarre se muestra crítico y mordaz en su cuarto álbum, Diamante Loco
Si a principios de año La Suite Bizarre exhibía su lado más romántico y amable a cuento de la versión que entonces presentaba del Como yo te amo de Raphael, en esta ocasión el grupo que lidera Israel J. Alejandro se pone serio, muy serio, a la hora de mostrar y desgranar el que es su cuarto álbum de estudio, titulado Diamante Loco (Deluxe Muxik) y aparecido casi de sopetón, sin previo aviso –luego lo explicaremos–, el pasado día 18. Ya en enero nos advertía el carismático músico ayamontino radicado en Sevilla de que este disco iba a ser «el más duro de escuchar de la discografía de La Suite Bizarre, con un sonido más fuerte y unas letras reivindicativas sobre cosas que están pasando». Y volvía a la carga en la nota promocional difundida esta semana pasada al asegurar que venía este Diamante Loco «cargado de furia y mala leche«.
De todos es sabido que si hay un grupo sevillano que se pueda vincular al concepto fiesta, este es sin duda La Suite Bizarre, pero eso no significa que no puedan ponerse firmes y despotricar contra todo lo que ven injusto a su alrededor. Y es lo que hizo Isra cuando le inquirimos sobre las razones de esa furia y mala leche. Como su alocución no tiene desperdicio, la reproducimos íntegra y que cada cual extraiga sus conclusiones: «Este disco marca una diferencia clara con los trabajos anteriores de LSB, donde todo ha sido muy happy, con un sonido quizás más cristalino y fresco. Llevamos unos años de trabajo en los que hemos hecho muchas giras y kilómetros y básicamente ese enfado, o crítica más que enfado, se dirige a la propia industria musical, a cómo se está desarrollando. Sencillamente porque las cosas han cambiado muchísimo en muy poco tiempo y para la industria y la forma de consumo actual lo que prevalece es el número que tengas en redes sociales o en Spotify, lo cual me parece una crueldad terrible porque me he cruzado estos años con músicos maravillosos, maravillosos de verdad, con unos conocimientos de música increíbles, y lo que está sonando, lo que aparece en los medios, la publicidad en Spotify y lo que circula por las redes es auténtica basura que además viene respaldada por el propio tejido industrial que permite eso, donde la creatividad se ha ido al carajo, todos somos un mero producto efímero donde al cabo de cuatro o cinco meses no eres nadie, lo cual dificulta mucho el poder conocer a un verdadero artista», recalca.
Y prosigue repartiendo estopa: «Estoy totalmente convencido de que bandas como U2, Pink Floyd, The Doors… que sé que estoy mirando muy atrás, o The Strokes si quieres que es más actual, no podrían salir en estos tiempos; hoy día es muy difícil que una banda pueda hacer un desarrollo de cuatro, cinco o seis discos porque el mismo tejido industrial no te lo permite, y eso me parece de una crueldad muy grande. Lo que llega a los medios es lo peor de lo peor y un insulto al ser humano y a la gente que hace música. Por otro lado, en mi día a día me enfrento a muchas producciones y sé lo que vende y lo que no vende, lo que mueve y lo que no mueve, y es tres cuartos de lo mismo. Es un enfado hacia la televisión, hacia la radio, hacia los mismos sellos discográficos, hacia muchísimas agencias… no hay más que ver muchísimos festivales que hay en España, es un auténtico pitorreo donde se juega con muchísimo dinero público y donde hacen lo que les sale de los cojones. No se le da un mínimo apoyo a la cantera, a la gente nueva; no hablo de mí, yo ya he aprendido a guisármelo y a comérmelo, pero si esas bandas nuevas no reciben un apoyo y una motivación, estamos acabados».
La Suite Bizarre se despacha a gusto y lo hace asimismo desde el minuto uno del álbum, en el tema inaugural (Te lo digo a la cara), donde Isra canta: No quiero sonar en tu radio / no quiero tocar en tu festival / no quiero salir en tu televisión / no quiero sonar como los demás; y en el que le sigue (Estúpido), donde vuelve a la carga sin cortapisas: Es que no paso un segundo que me pregunto / qué carajo hago aquí / rodeado de expertos y malditos dinosaurios. Más claro, agua.
Ese cabreo con la industria tiene su reflejo en el sonido y el tono que dominan el disco, que viran hacia –valga la paradoja– lo industrial. Nuestro interlocutor ofrece las claves de ese viraje: «Ese sustento en cuanto a arreglos de sonido industrial soporta un poco esa temática lírica donde está presente la crítica en muchas de las canciones. Ciertamente tuve muchos conflictos a la hora de darle o no continuidad a este disco, lo pensé muchísimo porque sé que es un arma de doble filo. La gente está acostumbrada a esa parte más divertida, graciosa, alegre de La Suite, pero nada de eso se ha perdido. Yo siempre he sentido una profunda admiración por los artistas que han hecho discos en los que cada uno ha sido un mundo sin perder su identidad, y La Suite va ser eso, bueno ya ha sido y sigue siendo. Si se escucha cada uno de los discos, nos hemos movido en géneros más marcados que otros dependiendo del disco, aunque es verdad que en este disco el cambio es más abrupto. Y soy totalmente consciente de que este disco no va a gustar como los anteriores porque la gente de alguna manera te pone una etiqueta, pero no me lo tomo mal, sencillamente tuve un planteamiento de qué hago con esto y si es lo que sale de mi corazón y de mi forma de expresarme en este determinado momento, pues le doy rienda suelta; si mañana quiero hacer un disco de blues pues es probable que lo haga [suelta una carcajada]; a estas alturas ya sin esperar nada del mercado y de este tejido industrial que ya sé cómo funciona porque ya son muchos años y lo más honesto es hacer lo que sienta en cada momento», concluye este nuevo aldabonazo, aunque matiza que «sí es verdad que luego el directo va a ser lo que ha sido siempre, que además es con lo que más disfrutamos, y va a tener muchísima fuerza; se van a meter obviamente estos temas nuevos, pero también va a estar lo anterior, el espíritu se sigue manteniendo».
Más adelante retomaremos el asunto del directo, pero antes realicemos una pausa para digerir todo lo expuesto por Israel mientras tratamos otros asuntos menos controvertidos. Por ejemplo, para señalar que este cuarto elepé ha llegado cinco años después del tercero, Fiesta Animal (2016), por mor de la alerta sanitaria que tanto nos ha limitado y limita: «Antes del comienzo de la pandemia ya estaba grabado. Desde entonces para acá ha sufrido algunos cambios; era un disco más largo, de 14 canciones, y lo he dejado en diez», cuenta el de Ayamonte, que no ha requerido de ayuda técnica externa: «Tengo mi propio estudio de grabación donde tengo todo, lo monto todo yo». También son de su propiedad Mia Brava, «la agencia que hace la comunicación y prensa», y Deluxe Muxic, que «ha actuado más como sello para lanzar mis cosas y alguna más, pero todo muy pequeñito», dice en alusión a las dos firmas que figuran en el álbum.

Otro elemento destacable es que, a diferencia del disco anterior, Israel Alejandro ha vuelto a trabajar en solitario, como en los dos primeros discos, Extraordinary Obscene Violent (2007) y Sex is Medicine (2009); ya sin los músicos que le arropaban en el citado Fiesta Animal, esto es, Priscila Antipop (dj y coros), Lisa Anusky (saxo), Fer Mr. Love (bajo) y Josh Mikima (batería). «El disco lo he grabado yo íntegramente: líneas de bajo, programación de baterías, guitarras, todas las voces, los arreglos, la producción…», resume antes de matizar que tan sólo son ajenos «unos arreglos de guitarra que ha metido Eduardo García«, que es parte de la nueva banda que le arropará en vivo, como contaremos luego.
Lo que sí hay en este Diamante Loco es colaboraciones, y más de una y de dos, a cargo de «músicos a los que aprecio mucho y a los que me he encontrado a lo largo de este recorrido. Es un poco también mi forma de dar las gracias a todo ese mundo de artistas desconocidos en su gran mayoría, de arrimar el hombro y hacerles saber que aprecio la música que hacen y que he podido incorporar ideas de ellos a mi música», recalca antes de repasar esas apariciones: en la citada Te lo digo a la cara tenemos dos: «Scott McLain es un chico de Detroit que vive en Córdoba desde hace unos años y que toca la armónica que flipas. Ese mismo arreglo de armónica lo tenía yo hecho con sintetizadores y no funcionaba en la canción, para que tuviera esa garra hacía falta un instrumento puramente orgánico y me acordé de Scott, que no dudó en echarme una mano y meter la armónica, que lo rompe y le da a la canción un carácter que sin esa armónica no tendría». La otra es Icy Amane, «una chica hispano-japonesa que viene del rap a la que sigo los pasos desde hace mucho tiempo, está haciendo cosas muy buenas y frescas, me gusta mucho siempre la energía de las mujeres en los discos de La Suite», añade Isra encantado de los versos que le regala Amane.
En el sexto corte, Amor en el after, tenemos otro par de colaboraciones: «Tito Losavio es un argentino que tocó en una banda muy famosa que se llama Man Ray, es muy reconocido», mientras que «Brian J de Pimps of Joytime, una banda de Nueva York, me parece un auténtico genio de la música, he compartido escenario con ellos», explica. Las restantes aportaciones llegan desde un país muy vinculado a LSB como es México: «Hip Hip es una banda nueva» que colabora en Kill an indie; mientras que «Carmen Costa es una banda hermana de LSB con la que hemos girado tanto en México como en España; es la banda más querida y cercana para mí», afirma sobre el grupo que le respalda en Pruébame y verás.
Otra canción muy significativa del álbum es la que le da título, que como ya nos confió su protagonista hace meses «hace alusión al apodo que tenía Syd Barrett, pero no es que tenga que ver con él en concreto, sino que a partir de ahí se refiere a un rollo más genérico. Hay un tema en el que hago un resumen nombrando a todos los artistas que han contribuido a engrandecer la historia de la música y que ya no están con nosotros», señalaba entonces. Y en efecto, cita a un sinfín de genios en las distintas estrofas de este Diamante loco: Lou Reed, Jimmy Hendrix, George Harrison, Janis Joplin, Elvis Presley, Marvin Gaye, Jim Morrison, James Brown, Tim Buckley, Édith Piaf, Johnny Cash, David Bowie, Bob Marley, Sid Vicious, Buddy Holly, Scott Walker, Freddie Mercury, Curtis Mayfield… y muchos más, cuánta pérdida.
El disco contiene un par de temas ya conocidos: Si no bailas fuera de la fiesta (antes editado como Hey Tú; y de la que ha lanzado el videoclip que tienes sobre estas líneas) y Yo soy fuego; así como otros tan geniales como Verano en Berlín, con la voz de Isra distorsionada en algunos tramos y ese sonido industrial del que hablábamos antes.
Para ir cerrando, queremos saber los planes de LSB para este verano, si va a haber ocasión de presentar sobre el escenario este cuarto álbum, y cómo será en ese caso, pues hace unas semanas pudimos ver a Israel en Al Sur Conciertos rodeado de nuevos músicos: «Sí, en efecto tengo una nueva banda para el directo, en la que están Eduardo García y Damián Guitar a las guitarras, Thibault Benoit a la batería, Leti Romero al bajo y Ana Arinero al saxo y los teclados», enumera. Aunque de momento no está muy claro que vayan a estrenarse: «Tenemos varias propuestas para tocar, pero la verdad es que a mí no me motiva nada un concierto de LSB donde la gente esté sentada ahí aplaudiendo. Entonces como que he declinado esa posibilidad, igual hacemos algo pero un poco por quitarnos el gusanillo. En un bolo de La Suite la gente tiene que estar arriba, bailando, saltando… si no es así, no lo veo y prefiero no tocar», reitera el líder de LSB, que nos ha sorprendido con este Diamante Loco que –retomamos la nota promocional– «aterriza entre provocaciones y verdades. Jugando entre dance, rock y sonido industrial, consiguen paisajes sonoros densos llenos de letras ácidas y mordaces. Este camaleónico proyecto nos presenta un disco honesto, directo y reflexivo«. Qué más podemos pedir.