Trece discos llevan ya tras de sí José Aurelio Pérez y Esteban Ruíz, en los diez años que hace que formaron I Am Dive. Este que acaba de aparecer hace muy poco se llama Fear of Missing Out, un título que al principio me hizo pensar que aludía a la ansiedad generada por el miedo a perderse algo que tienen ahora los jóvenes en general y en particular los adictos a las redes sociales y a la navegación por el ciberespacio, que sienten la necesidad irresistible de estar conectados continuamente a internet. Pero la imagen de la portada y lo que Esteban canta en la canción de ese título me lleva también a pensar que se refiere a las personas que han alcanzado una edad en la que echan de menos los tiempos en que lo tenían todo. De una forma u otra, me temo que los que no padezcan de este miedo, sean jóvenes exploradores de delicias digitales o veteranos no anclados en el pasado, que no quieren despedirse del continuo conocimiento de cosas nuevas, no van a poder apreciar esta tranquila colección de canciones de construcción lenta, crípticas, misteriosas, que se vuelven más grandes y más tristes a medida que las escuchas, en parte gracias a las fascinantes armonías electrónicas que envuelven con amor sus entonaciones.
Se inicia con Halo, una canción silenciosamente conmovedora, la primera de la docena de canciones que componen el disco, de las que ya nos habían ido adelantando la mitad en los meses anteriores, y desde el principio establece sutilmente la línea musical. Pocos compositores pueden esbozar una escena con el ojo para los detalles de Jose y Esteban, o su economía de lenguaje, y menos aún pueden igualar la perspicacia con la que saben dibujar una situación. Sin embargo, es difícil de comprender cómo queda diluido el impacto de canciones tan hermosas como Worship y Anymore, por citar tan solo a dos que aparecen seguidas en el disco y marcan los tonos del estilo de las demás, entre la calma y el apremio.
Los dos músicos piensan que este es el mejor disco de I Am Dive y estoy por darles la razón. Las canciones tienen una textura distintiva y adaptadas a las frases de la firma de Esteban; la música favorece el pulso sutil que refuerza suavemente la concreción de los detalles. En la citada Anymore, e incluso en Mirror Brain, el ritmo acelera el tempo y hace que Esteban tenga que cantar un poco más rápido, y la música rebaja la urgencia, dándole otra clase de emoción a Fists to a Gunfight o The Great Divide; también inyectando lentitud melancólica a Thanks for Sharing, la última de las piezas.
Desconozco hacia qué lado, el de Jose o el de Esteban, tiende más el aspecto instrumental, aunque creo que está en el haber del segundo el sentido de musicalidad natural que aparece en las letras que canta. No se trata de discernir dónde acaba la influencia de uno y empieza la del otro, porque la unión de los dos es pura amalgama, síntesis y alquimia. Ambos músicos son expertos en poner suficientes curiosidades musicales y sonidos atractivos para mantener los oídos de los oyentes atentos durante toda la escucha, de forma que incluso las canciones más reposadas, que en manos de otras bandas te dormirían, I Am Dive las hace caminar por la cuerda floja entre lo inquietante y lo agradable con la habilidad de un cirujano.
La mayoría de las canciones aquí están dedicadas a la narración impresionista. Esteban ha tenido durante mucho tiempo la habilidad de unir la introspección con historias que, sin ser, al menos a primera vista, autobiográficas, han estado pobladas por sus calimas y sus brisas y en este disco están perfectamente acompañadas por los sintetizadores humanizados que manejan los dos. Déjate llevar por su música a través de los ciclos de sueño, de insomnio o de todo lo que hagas en cualquier momento del día. Te hará apreciar a uno de los mejores proyectos musicales que tenemos actualmente en Sevilla; e incluso en España, refiriéndonos a su género.