- Ayer se inauguró la nueva sede de Assejazz, la Asociación Sevillana de Jazz, que promete servir de punto de encuentro para disfrutar de grandes conciertos de este género, así como de impulso para la divulgación entre el mayor número de sevillanos interesados en él
Cuando tras el concierto de la Andalucía Big Band con La Tremendita tuve ocasión de formar parte del selecto grupo de amigos que nos juntamos para comentar las jugadas entre cervezas, el contrabajista de aquella noche, Javier Delgado, que a su vez es presidente de Assejazz, nos estuvo adelantando muchos detalles de la nueva sede de esta Asociación Sevillana de Jazz, que estaba ya en su última fase de construcción, remodelado y configuración, para convertir la destartalada nave que tantas bodas, bautizos y comuniones había albergado antes en la calle Escarpia, número 2, la esquina del Polígono Store más cercana a la Carretera de Carmona, en el magnífico y funcional edificio que es ahora.
En aquella ocasión, lo que Javier nos contaba ya me hizo pensar que esta nueva sede iba tener una gran prestancia, pero cuando ayer a mediodía, al asistir a su inauguración, me bajé del coche ante sus puertas, todas mis expectativas se quedaron cortas. Y si desde fuera esta nueva sede es deslumbrante, cuando accedes a su interior te enamoras para siempre. Lo primero que te encuentras es una amplia sala diáfana, con muchas sillas y mesas orientadas hacia un escenario que promete grandes noches musicales; una barra que tiene precios de bar convencional en vez de los que tienen las de las salas de conciertos. Aulas para impartir clases, habitaciones para ofrecer como residencia a los músicos sin que tengan que desplazarse a hoteles ni viajar de noche de forma incómoda; una zona exterior que puede ser usada también para conciertos y reuniones estivales…
«Este espacio nos ha supuesto un gran esfuerzo», fueron las primeras palabras de Javier, en la presentación de la sede, dirigiéndose a todos los que le escuchábamos: él en el escenario, nosotros diseminados por las sillas y la barra. «Y ha salido adelante con nuestros recursos propios, los de los socios y el crowfunding que impulsamos, lo cual tiene mucho mérito». Y una gran, enorme, parte de este mérito la tiene el propio Javier, que ha sido el encargado de gestionar toda la obra; ha sido también el ojo del amo que engorda al caballo, pendiente de que todos los recursos económicos y materiales se aprovechasen de la mejor forma posible, unos recursos que en la mayoría de los casos también ha buscado él mismo, quitándole horas a su vida personal y musical. «Los músicos quieren tocar, no gestionar. Yo preferiría estar tocando y no estar pensando en organizar cosas, pero bueno, la realidad es esa y si nadie lo hace pues tendremos que hacerlo nosotros. Y gracias a eso es como pasan muchas cosas en Andalucía».
En Andalucía hay una red de asociaciones jazzísticas que está poniendo a la región en el mapa de ese género musical. «Desde que en los últimos años estamos trabajando las asociaciones andaluzas, cada vez que vienen músicos de fuera se quedan alucinados con lo que está pasando ahora. Aunque siguen faltando sitios donde tocar, que apenas los hay. Las asociaciones nos esforzamos, pero es que tampoco lo facilitan las normativas municipales y autonómicas sobre el ruido». Esta aseveración de Javier es una de las que mejor explican por qué esta nueva sede de Assejazz está en un polígono industrial. «Es la única manera de poder ofrecer música en directo. Hemos tenido que pedir licencia de sala de fiestas porque no existe otra licencia que se adapte a lo que nosotros queremos. Nos exigen un nivel de insonorización y de seguridad preceptiva como si esto fuese a ser una discoteca, con el volumen muy alto y llena de gente, cuando no es así; pero la normativa no contempla ninguna otra opción».
Contra viento administrativo y marea legislativa, se ha conseguido llegar a puerto y por fin cuenta nuestra ciudad con un lugar de altura, que le da al jazz la consideración y el trato que merece. «El jazz nace en los clubs y ahí es donde mejor se entiende y más se disfruta, eso lo saben tanto los músicos como los aficionados. Queremos que aquí la gente se encuentre a gusto, en un espacio de ambiente agradable que fomente eso». Aunque Assejazz no se cerrará a la participación habitual que tiene en otros proyectos. «La idea es seguir sumando y es lo que vamos a hacer; la asociación va a seguir con las colaboraciones que tiene con otros espacios y asociaciones para que todo siga creciendo».
Las últimas palabras de Javier fueron sobre el futuro más cercano. «El proyecto pasa por una programación estable de conciertos de grupos locales, andaluces, internacionales también; de hecho, tenemos ya varios conciertos cerrados con gente muy importante. La parte didáctica también es primordial. Y la parte divulgativa, porque queremos acercar el jazz a mucha más gente».
Y ese acercamiento comenzó ya anoche mismo con el concierto de Juan Clavero Quartet, al que seguirá esta noche el de Oscar A. Rifbjerj Trío, para seguir en los próximos fines de semana con los de Cuarteto Fuerte, Atsuko Shimada Trío y Four Women Quartet «Swing O’Day». Otras actividades de mediodía o vespertinas incluyen conciertos con alumnos del taller del coro y de las voces de Assejazz, talleres de musicoterapia para jóvenes con necesidades especiales, clases y sesiones de baile de swing, o la presentación mañana del libro de textos flamencos de Carlos Lencero, Odisea del espacio, al que seguirá un concierto de jazz flamenco con un cuarteto liderado por el guitarrista Ian Scionti, y la participación anterior, de formato más clásico, de Beatriz Morales al baile, Agujetas Chico al toque y algún invitado más.
Tras la presentación de ayer ya tuvimos, de todas formas, la oportunidad de apreciar la excelencia del sonido del local, disfrutando de la larga y genial forma en que tocaron Invitation, uno de los standards del jazz más conocido, sobre todo por cómo lo popularizó Joe Henderson, cuatro de los músicos de cabecera de este género en Sevilla: el propio Javier Delgado, al contrabajo; Nacho Megina a la batería, Antonio Albanés al saxo tenor y Rafael Arregui sentado ante un imponente piano cedido por la Fundación Barenboim. El comienzo no ha podido ser más bueno. Y los augurios son incluso mejores.