Tenía ganas de hablar de este disco y lo he ido dejando siempre para más adelante, porque aunque en su formato físico está circulando ya desde hace unos cuatro meses, no ha sido hasta hace unas semanas cuando ha comenzado a estar disponible en Bandcamp para su escucha on line y ahora ya puedo enlazarlo en este mismo texto, como siempre solemos hacer en nuestra web disonante.
El disco del que os voy a hablar es Geometría de una bomba, el segundo EP de Izquierdo y los Acoples, que sigue a aquel de En buena compañía que editaron hace dos años, al que ahora, aunque menor en número de canciones, porque este solo tiene cinco, ha superado en el sano eclecticismo que lo impregna y en lo entusiasta de sus composiciones. Geometría de una bomba es un disco irreprochable, lleno de espléndidas canciones y un savoir faire envidiable que muestra, a través del power pop, la psicodelia, el rock e incluso el soul, el amplio bagaje y las técnicas más universales de sonido que manejan los músicos de una banda que mantiene todos estos estilos, apurándolos hacia su extremo noise, como planteamiento estético.
Para los que lo ignoren, en Izquierdo y los Acoples se dan cita Álvaro Izquierdo, con cuatro décadas como cantante, desde que empezase en Helio el día de Reyes de hace más años de los que queremos recordar; Epi Malpaso y Manuel Eskazena, guitarra y batería respectivamente de Compañía Malpaso y Rhinozeros, dos bandas que nos trajeron los sonidos de los 90 cuando todavía no habíamos entrado en esa década; otro guitarrista de fértil creatividad, como es José Antonio Guti y como aglutinador, Domingo Díaz, que no solamente se ocupa del bajo, sino también de los teclados cuando son necesarios y ha producido, grabado, mezclado y masterizado el disco en sus Estudios 335.
Un inicio del más puro estilo beatleliano presicodélico -pensemos en Rain, por ejemplo- abre el disco con Tú vencerás, que contiene el arrebato soul de la voz de Emilia Pinzón, poniéndole el contrapunto a las palabras que Álvaro le dedica para darle fuerzas en su difícil viaje. La energía contenida y la rabia espiritual de esta primera canción se transforman en melancolía crónica en Geometría de una bomba, la segunda, la más paradigmática del power pop y con más reminiscencias del pasado de Álvaro, que incluso canta acompañado por los coros de Jose Casas y Pacoco, dos de sus antiguos compañeros de Helio. Es una canción con sabor a hedonismo, que te araña en el instinto rocanrolero y te atrapa en el lado sentimental del recuerdo de aquellos años en los que siempre era domingo, como dice su letra, y nos reíamos del mundo.
Esquinita de cristal es más grave; incluso desde que comienza a sonar la armónica de Álvaro antes de empezar a cantar, flotando en un trasfondo de soledad, ya adivinamos el aire de añoranza que va a soplar a través de la canción. Es la única de ellas que este ha compuesto con Domingo, porque en las otras cuatro ha sido con Epi con el que Álvaro se ha asociado para escribir letras y músicas. La vertiente más lírica de la new wave se deja sentir en Junto a la estación, donde más protagonismo tienen los teclados, pero sin hacer sombra nunca a las dos guitarras. Esas guitarras que poco a poco se van superponiendo al sitar de Gualberto en el inicio de Dime, tiempo, la canción que cierra el disco, apartándose de la línea de las otras cuatro, ligeras, melódicamente concisas, nerviosas y dinámicas, para devolvernos algo que ya parecía definitivamente perdido en la música sevillana, pero que resurgió en el disco de Riverboy y aquí vuelve a resaltar, limpia, arquetipo de la psicodelia como escape de los límites del tiempo… ¿realmente se hace camino al andar?
Terminan así cinco destellos sonoros que recapitulan las diversas influencias y músicas a las que los componentes de Izquierdo y los Acoples se han acercado a lo largo de su carrera, apostando por una fusión de todas ellas como elemento personal e identificativo de la banda, que le hace brillar con luz propia. Mezcla de arraigo y transformación.