- El cuarteto Besnik acaba de publicar su primer álbum, El viaje, donde condensa con sumo gusto estilos dispares como la canción de autor, el jazz o el rock
Al cuarteto Besnik, impulsado por dos curtidos músicos como son Alberto Leal (voz) y Miguel –o Miguelo– Delgado (guitarra), ya os lo presentamos en Sevilla Disonante allá por el mes de abril de 2020, recién estrenada la azarosa pandemia, en un amplio artículo con motivo del lanzamiento de su primer sencillo llamado Ruido –aunque doble pues venía acompañado de Ellos robaron el mar–. Una carta de presentación imponente e impecable cuyo hechizante arranque me trasladó de inmediato a Chicago y al post-punk de bandas del sello Touch and Go, si bien luego rebajaba el tono para convertirse en un tema de rock de aires noventeros más convencional si bien igualmente seductor gracias a un ritmo trepidante, desbocado, y a un estribillo pegadizo en el que Alberto canta El ruido no dejó de gritar / el ruido me arrastra en silencio / el ruido no me deja escapar / el ruido me atrapa. Soberbio.
Con tremenda expectación, pues, aguardaba la salida del álbum de este cuarteto que completan Daniel Escortell (bajo) y José Gómez (batería), cosa que por fin, tras una larguísima espera, se produjo el pasado día 7. Sólo que, para mi sorpresa –no diré decepción–, el resto de este primer elepé de Besnik, titulado El viaje, poco o nada tiene que ver con ese alentador Ruido. Hay más rock, sí, en temas donde se filtran claras influencias de Vetusta Morla (en pasajes de Todo cambió, la citada Ellos robaron el mar y, sobre todo, El testigo); aunque en realidad predomina la canción de autor algo sui generis quizás (en piezas delicadas, cálidas y desnudas por momentos caso de –sí, también– Todo cambió, Diferentemente iguales, Salió el sol o Silencio) y la instrumentación jazzística (en algunas fases de El viaje o Salió el sol). Algo, por otro lado, más lógico teniendo en cuenta el background de los miembros del combo, y algo que demuestra que la vasta experiencia y diversidad de estilos que manejan les permite jugar al despiste, o al desconcierto si se quiere, incluso dentro de una misma canción. Audaz eclecticismo el suyo, sin duda.
Sobre este particular pregunto a Miguelo Delgado, que me cuenta lo siguiente: «El single se decidió por ese impacto que tiene. La cuestión es que ese tema, Ruido, hay que contextualizarlo con Silencio [nótese que uno y otro se sitúan en ambos extremos, abriendo y cerrando el álbum]. Y eso es así porque el disco tiene muchas partes conceptuales que tienen que ver con la mente humana, con lo emocional, con los sentimientos, con las vivencias. Alberto ha estudiado Psicología y a mí siempre me ha gustado también el tema de la educación emocional. Ruido es tan cañero porque se compensa con Silencio, que es todo lo contrario. Son dos puntos de vista de lo mismo: una situación desagradable que te pasa en la vida en la que Ruido implica ese estrés, ese no comprender, esa saturación… y Silencio implica el asumir lo que te ha pasado y ver que la vida es así y tiene su sentido lo que ha pasado».
El título del conjunto, El viaje, obedece de esta forma a que el disco plasma «ese viaje interno, mental, que tiene cada persona en la vida». Y matiza el guitarrista: «En esa línea conceptual de lo psicológico tenemos temas como por ejemplo El viaje, que habla del cambio de percepción extrasensorial cuando se usan alucinógenos; o Todo cambió, que tiene que ver con esa fidelidad a hacer las cosas mal. Imagínate a esa persona que come mucho para placar su ansiedad en algún momento, o se fuma un porro cuando está estresado… ese anclaje a lo negativo. Son temas que hacen del disco una misma línea argumental de la mente del ser humano, es un disco que se mete mucho en la cabeza de cada persona».
La mezcla o amalgama de estilos a la que aludíamos (canción de autor, jazz, rock…) puede ser que despiste a más de un oyente que no consiga encasillarlos y opte por pasar a otra cosa. Pregunto a Delgado si esta diversidad está hecha a propósito o ha salido de forma natural por los orígenes musicales diversos de los componentes de Besnik: «En un primer disco queríamos abrir un poco el abanico y lo que queríamos es investigar; de hecho, los temas en sí, desde la maquetación a la producción cambiaron mucho porque fue un disco en el que como no teníamos ninguna expectativa ni había un público detrás que quisiera nada en concreto, dijimos ‘vamos a crear, vamos a construir’. Entonces salió así y así nos ha gustado que se quedara, sabiendo que efectivamente el tema Ruido no deja de ser una anécdota dentro de todo el disco; es un punto provocativo quizás también el poner ese tema aunque no tenga nada que ver», admite.
Ese primer sencillo a modo de avance apareció en abril de 2020 y poco después la banda anunció que en septiembre de ese año iba a salir un segundo single, cosa que nunca ocurrió, entrando el proyecto en stand-by hasta ahora, casi dos años después. Mucho tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que las ocho canciones fueron grabadas a finales de 2019 en Mikima, el estudio que posee el propio José Gómez, mezcladas en Tempo Estudios por Jaime Cuadrado y el baterista del grupo y luego masterizadas en Black BOX Mastering por Miguel Ángel González. «Ese stand-by ha tenido que ver claramente con la pandemia y después con que hemos estado inmersos en diferentes proyectos: yo he estado liado con DUÄL, que es mi proyecto a día de hoy más consolidado, y en mi nuevo disco que está por salir y que se llama Tierra; y Jose sigue con One Pac & Fellows y todo eso nos ha tenido parados un poquito. El segundo single no salió porque no queríamos darle más espera y queríamos sacar ya el disco completo», recalca.
Ese largo parón en que han estado sumidos les ha permitido seguir perfilando el proyecto, aunque han preferido no componer nuevas canciones, según nos explica: «Más que trabajando en nuevo material lo estamos haciendo en nuevas técnicas. Yo me estoy metiendo mucho en la electrónica y a medio plazo queremos trabajar en el modus operandi de la composición: hasta ahora habíamos compuesto desde una guitarra y una libreta y ahora queremos hacerlo desde bases electrónicas, darle otro giro. No hemos querido mezclar porque aún me estoy formando en toda esta historia y Alberto también se ha comprado multiefectos para voz y hemos querido sobre todo cerrar este disco, es decir, sacarlo, dar el concierto de presentación, ver si van a venir más conciertos, y después ya darle una vuelta de tuerca. Lo siguiente que hagamos será muy diferente a esto«.
Por fortuna esa espera ya acabó y no sólo ha habido oportunidad de editar el disco, sino que también se podrá llevar a cabo por fin su presentación en directo. En concreto, será el próximo día 7 de abril en la Sala X, donde el cuarteto contará con colaboradores como Álvaro Ruiz y la chelista Laura Coll. Miguelo nos adelanta que en ese concierto habrá también variedad: «Vamos a hacer el disco completo con algunos interludios, con algunos saltos entre temas, también con las colaboraciones que citas. Y también haremos durante el concierto una serie de temas y versiones a dúo en acústico Alberto y yo porque es un formato que nos gusta. De hecho, el motor del proyecto somos nosotros dos, que somos los compositores de los temas. Esa vertiente acústica es parte de la impronta del proyecto, en contraposición a esa faceta de banda», remarca.