- Kique López ha lanzado su primer disco, titulado Mío, apoyado por el videoclip de una de sus canciones, y lo presentará el próximo día 2 en un concierto en la Sala Even
Al iniciarse este mes se editó Mío, el primer disco de Kique López con su actual proyecto musical, que nació a primeros de año, aunque tanto la idea como el concepto del mismo estaban ya en desarrollo desde muchos meses atrás. La música de Kique es una fusión aural y espiritual de funky, rock, blues y el carisma de alguien que aprovecha su amplio bagaje musical para contarnos vivencias personales de carácter íntimo tanto como para hablarnos de conceptos más globales, sociales y políticos; una especie musical que en nuestra ciudad se está desarrollando últimamente de forma muy brillante, de la que ya has tenido en nuestra web disonante múltiples muestras, la última de las cuales fue la de Pequeño Salto Mortal.
Al igual que en esta mencionada banda, en la de Kique las canciones están interpretadas en castellano, con melodías y estribillos potentes y pegadizos y un cuidado muy especial en los coros. Hay una extraña vitalidad en este disco, que hace que sus pocas imperfecciones se sientan encantadoras, incluso significativas. Está compuesto por diez canciones con una notable presencia de la guitarra, que corre por cuenta del propio Kique, autor también de la letra y la música de todas ellas, además de ser quien las canta.
Una campaña de crowfunding llevada a cabo con bastante éxito hizo posible que Mío fuese grabado durante este pasado verano en los Estudios Almavi de Gines, donde también se mezcló y masterizó, actuando Vicente Frías como coproductor junto a Kique. Sergio Martínez Rubio es el bajista en todas las canciones y de la batería se encarga Willy Coto; los teclados los toca Fran Urbano y los coros los hace Patricia Alonso. Este quinteto es el núcleo central de la banda, que está apoyada además en diferentes canciones por el slide de Daniel Cortés, las percusiones de Daniel Ballesteros, la armónica de Manuel Hernández y las voces de Ina Ramirez y Jorge Naranjo, aka Yorch.
El primer minuto del disco es de los más bellos y potentes que podéis escuchar en cualquiera de los editados este año en nuestra ciudad. Es el inicio de Busco la salida, una canción que expresa el dolor del amor de una forma dulce, cálida y genuina. Pero la madurez y la calma que impregna la música se extiende por todas las demás canciones del disco, en las que la presencia de Kique marca el ritmo y permite que todo suene fresco, pero tradicional. Abundan las gemas: Déjalo ya, Mío; Demasiado tarde, de un corte más íntimo que las dos anteriores; Mr. Way, jugando con la guitarra y la armónica para aportar rotundidad a la perspectiva poética de una historia en clave de humor… Mío es un disco magnético que, según me dice Kique, caló en los que formaron parte de él. «Vicente Frías me dijo algo muy bonito: que siempre se mete muy a fondo en todos los proyectos que produce, pero hay veces, aunque muy pocas, que siente el proyecto como si fuese suyo, y esta era una de esas veces».
Prácticamente a todos los que colaboran en el disco podemos ponerles cara a través del video de Déjalo ya, aparecido la pasada semana, en la que les vemos interpretando la canción en los propios estudios donde se grabó. La producción casera del videoclip la han compensado con otra bastante más profesional y ambiciosa, de manos de Ina Ramírez y Adrián Palacios, de los que nos cuenta Kique que «pusieron en marcha todo su ingenio para exprimir al máximo el mensaje crítico que contiene el tema Mío, que da nombre al disco. La verdad es que ha sido una suerte trabajar con ellos y pienso que el resultado va a ser muy bueno». Ese resultado podremos apreciarlo en cuanto pasen unas semanas, pero mientras eso ocurre el pájaro en mano vuela alto en cuanto lo soltamos.
Kique comenzó su carrera musical en la banda Justicia Ciega, con la que se estrenó en los escenarios, y que tras grabar una maqueta evolucionó hasta otro proyecto más serio y duradero llamado Fallen Angel, con el que grabó un disco de power metal con tintes progresivos y giró por todo el país. «Con este grupo es con el que he vivido las mejores experiencia en el mundo de la música», nos cuenta, «lo pasamos en grande e hicimos muchos kilómetros. El fin de Fallen Angel fue motivado por el momento vital en que nos encontrábamos, con las primeras grandes responsabilidades, trabajos, niños, que no permitían dedicarle el tiempo que se merecía. Todavía hoy somos grandes amigos».
Aquello duró hasta el 2009, en que se abrió una época de vacío musical de varios años, finalizada cuando entró en la escuela musical del guitarrista Daniel Cortés y formó el grupo Legado, un proyecto bastante efímero, con el que dio un concierto en el tiempo de apenas un año que duró antes de abandonarlo porque la dirección musical que estaba adquiriendo se iba enfocando fundamentalmente a versionar canciones en lugar de a interpretar temas propios, que era la ambición de Kique. «Legado fue un primer intento de recuperar la llamada interior que sentía por hacer música. De alguna manera sentía que mi ciclo musical no había terminado, y el fin de Fallen Angel me dejó una espina clavada. Sin embargo, como tú dices, el enfoque musical hacia las versiones y el nacimiento de mi segundo hijo me dieron los motivos suficientes para cerrar, por mi parte, el proyecto. Aquello pintaba bien, pero no pudo ser».
Asiduo de los conciertos que se celebraban en Tokatu, allí hizo buena amistad un par de años más tarde con Fran Urbano, el batería de Tagoband, y algunos otros músicos locales, como Manuel Cupet y Willy Coto, con los que formó a finales del 2019 la banda The Black Chicken Killer, un proyecto cargado de ilusión, en el que una voz femenina ponía vida en los textos de Kique. «The Black Chicken Killer fue un revulsivo en mi vida y verdaderamente viví con mucho entusiasmo el tiempo que estuvimos juntos en el proyecto». Su estreno en directo iba a tener lugar el día 21 de marzo del 2020… os es muy familiar esa fecha, ¿verdad?
El confinamiento cambió la celebración de ese concierto y de los otros dos que ya tenían cerrados en abril y mayo por el ostracismo y la desilusión en que devino la ilusión del principio, haciendo que algunos de los componentes ya no tuviesen ni fuerzas ni ganas de mantener la rutina de ensayos necesaria para mantener a una banda. Kique entonces decidió poner en marcha un proyecto más personal, paralelo al de los Chicken, al que le puso su propio nombre, no como acto de vanidad, sino como acto de supervivencia del sueño que tenía aún pendiente de cumplir: grabar un disco y dar conciertos con sus canciones propias.
Cuando algunos de los componentes decidieron tirar la toalla, Kique, junto a Manuel y Willy, con los que compaginaba el trabajo en las dos bandas, dejaron que finalmente se convirtiesen los dos proyectos en el actual, que te estoy presentando aquí, al que se fueron incorporando el resto de los músicos que lo componen ahora. «El fin de The Black Chicken Killer dejó en mí un halo de frustración y tras componer Déjalo ya decidí montar mi proyecto más personal, con el que sigo. A pesar de sentirme más guitarrista que otra cosa, decidí también hacerme cargo de las voces. Y finalmente, tuve la suerte de crear en torno al proyecto una banda de grandes amigos con el que estoy compartiendo el momento más dulce que recuerdo en esto de la música. Déjalo ya nació realmente como una canción que empecé escribiendo con ironía sobre esa frustración que tenía y al principio ni siquiera estaba en mi cabeza terminarla. Fue Manuel Cupet el que me empujó a terminarla y así lo hice». Y aquel futuro que se atisbaba se ha convertido ya en presente.
Kique López hará la presentación de su disco el próximo día 2 de diciembre en la Sala Even. «Haremos un repaso de los temas de Mío y contaremos con algunas colaboraciones», desvela Kique. «Además tocaremos otros temas que no entraron en el disco e incluso estrenaremos una canción que hemos hecho recientemente».
Antes de que el grupo suba al escenario, la noche la abrirá La Banda de la Pimienta, un trío de rock gamberro formado en Dos Hermanas hace ya siete años por unos cincuentones: Alberto del Cueto, bajista y voz, Antonio Fernández, batería y Javier Provorst, guitarrista, que comenzaron inmersos en el punk de los 80 para ir girando hacia un sonido más conservador, de raíces en el blues y el rock más tradicional, con algunas cadencias andaluzas camufladas en él. Como no tienen grabado ningún disco, este será un buen momento para conocerlos y disfrutarlos y a ellos también les vendrá bien el apoyo para que no se les apague la llama.