rAMOS Dual & Yul Navarro. Sala Even. 7 de junio de 2019
Con la posible excepción de un vago parecido con la asociación que tenían Tom Cora y David Linton al comienzo de la década de los 90, la verdad es que no se me ocurre nada similar que haya visto antes en concierto a lo de anoche de rAMOS Dual & Yul Navarro en la sala Even. Son incluso más aterradores que aquellos y bastante menos áridos. Yul tiene un dominio pragmático de los aparatos electrónicos de los que se rodea y extrae de ellos sonidos disonantes y apacibles a partes iguales, y Ramos modula con su batería y efectos programados el resultado final que escuchamos, quizás desprovisto de ambientes firmes y concretos, pero conceptualmente muy vigoroso. Es un batería de alto octanaje, sin embargo es mucho más sutil que machacón, y resulta encomiable que sea capaz de conducir una propuesta que es, hoy por hoy, única.
Ramos y Yul construyen su sonido potenciado por su hábil explotación de recursos tecnológicos, estructuras construidas con paleta minuciosa que, finalmente, dan lugar a una música al servicio de la bestia escénica que forman los dos. Sus piezas, además de conseguir que no puedas mantenerte quieto, te tocan el nervio; y tienen una capacidad de fascinación que es capaz de enervar a los que les miran desde la sala, anoche más vacía de lo deseable.
Comenzaron con Ron road ride fire que se enlazó con el final de la sesión del DJ David Truffaz, a la que se sincronizó durante los primeros golpes, para seguir con la feroz voz de Ramos modulada infernalmente por la electrónica, y hacer que entrase en erupción el volcán de la batería, que ya no dejó de arrojar lava sónica. Freedom Banzai Revolution, que siguió en la misma línea, está creada con material explosivo y modelada con pasión; Ramos eleva la música hacia el caos con una urgencia desesperada, lanzado a una frenética carrera de martilleo de todos los elementos de su batería. La bestia que supura ruido se abre paso y tu estómago se retuerce cercano al espasmo de la angustia y tu cuerpo quiere moverse… el solo de theremin de Yul apacigua la tormenta y te confías, pero continúan con Tu mundo es un theremin de mentiras y sexo y Ramos te hace tomar conciencia de nuevo de que estás en el averno. Terapia de ruido en una interpretación que no tiene altibajos, solo altos, no tiene resquicios; este no es un concierto frío y calculado en el que el vacío devaneo instrumental es el medio y el objetivo final. Pero después de Búfalo dron el descenso de montaña rusa es demasiado marcado. Es esta la pieza de la que Yul extrae más matices, la que ella hace brillar de un modo muy especial con su teclado, más melódico aquí que en todo el resto del concierto, y no es un contrapunto deseable la forma en que en Los jardines la música se hace más sobria, y pasa de natural a ordinaria, perdiendo el prefijo de extra que la definía hasta ahora. Y eso es porque se pone al servicio de la voz de Lämpara, el invitado que realmente no aporta tanto como lastra la angustia y la enorme capacidad para producir arte que el dúo, los dos solos, consigue tanto a base de trallazos eléctricos como de fragmentos de quietud hipnotizadora. Es irónico que cuando estás pensando que Ramos y Yul se autosabotean te vuelvan a golpear mientras te gritan que Nada importa tanto. Quizás sea así.
Margarita fundida a Noise de bichos in ya head fue la sacudida final para el cuerpo y los sentidos. Realmente no veo el papel de Lämpara, mantenido ahí detrás desde que subió, en un baile con un bajo eléctrico de aspecto efectista pero prácticamente de attrezzo, convertido en un punto focal que distrae de la tensión que Yul y Ramos consiguen mantener por ellos mismos y que no deberían hacer decaer. Y concluimos que realmente sí importa tanto, porque ellos dos, solos, dominando el escenario, son pura epilepsia rítmica y sudor interpretativo; su concepción de la música rompe todo tipo de fronteras; rAMOS Dual & Yul Navarro forman parte de la riqueza musical de las minorías y proveen de belleza al caos. Ellos solos.