X+M. Sala Even. 13 de junio de 2019
X+M son Xelo Rico y Juani Misterfly, que anoche se vieron reforzados en el escenario por María José Varela, apoyando las bases musicales de Misterfly, sobre las que Xelo iba poniendo su voz, aunque en realidad no era cantar lo que hacía, sino más bien remarcar los ritmos con frases cortas repetidas sobre el sonido electrónico de los sintetizadores y las programaciones. Así fueron recorriendo todas las piezas que componen sus EPs Transforming 1.0, 2.0 y 3.0, rematando la faena con una versión del Trans-mission de Flash Zero, que marcó el final de la docena de descargas de electro tensión para una pista que en general no estuvo demasiado bailona para lo que merecía la ocasión.
Las notas de regusto Kraftwerk de Limited edition, que llegó encadenado al My fantasy, fueron una apertura estupenda. Ritmos llenos de brillo que se oscurecieron después con The blondie sheep, mucho más cruda. Xelo cometió entonces, al presentar I will not change, un error de primero de básica de cantante: si tu repertorio está totalmente cantado en inglés no digas que de ese idioma no sabes ni papa, que la gente no va a notarlo tampoco. Estamos de acuerdo en que ella no es la mejor cantante de Sevilla, pero ha aprendido a usar sus limitaciones a lo largo de estos años y su voz, tan descarriada y vulnerable incluso, como lo fue anoche, es parte del encanto omnipresente de X+M, y era evidente su entusiasmo y la forma en la que estaba disfrutando plenamente.
El espectáculo electrónico de discoteca se disparó entonces con el sabor a italo-house de Anyway, que aún subió un par de enteros con esa extravaganza a medias Kraftwerk y a medias New Order que es Holding and music, que anoche contó con la voz de Victor M. Pacheco, el primero de los invitados que subieron al escenario, colega de Xelo y Misterfly en Conmutadores. Después del barroquismo alcanzado me pareció un paso atrás ese Impossible to cross, que enseguida quedó olvidado con el Stand and shout, mucho más acelerado, actualizado además en esta ocasión con la voz de Laura Marylebone y de su compañero Mario, aunque este quedó muy en segundo plano con una guitarra a la que la cabalgada electrónica arrebataba su poder.
Con ellos llegó el inicio de la linea ascendente que marcó los mejores momentos del concierto, porque si Marylebone resaltó los grandes elementos de la versión original de Stand and shout, lo que hizo el bajo de Juan Strange con Love the way you smell y Alice’s canopy fue convertirlas en hipnóticas secuencias de influencias de Giorgio Moroder, que se reflejaron en un espectacular viaje por una carretera de brillantes ilustraciones nocturnas. Un bajo en primer plano, dentro de una marea de sonidos electrónicos, es una recompensa que convierte en memorable algo que ya de por sí es poderoso.
Y con Sex with machine, Salvation y el mencionado Trans-mission pusieron el impacto post-punk ante una audiencia ecléctica de edad indefinida que estaba allí para bailar poco y para festejar mucho a un dúo (ayer trío) digno de reconocimiento que lleva dentro una gran parte del ADN musical del mejor techno dance.
En una ciudad de hedonistas como la nuestra es difícil sin embargo cultivar una cultura en torno a la música electrónica de baile como la que ofrece X+M, que en realidad hace música electrónica para gente de rock; lo suyo es pop underground con una dosis saludable de melancolía. El problema es que la irreverencia teñida por la nostalgia de los pioneros del synth-pop británico no parece atraer a los millennials postdisco, y eso se nota en los grandes vacíos entre las audiencias que encontramos en las salas, como ocurrió anoche mismo.
