Que a las bestias pardas de Lead Coffin les gusta vivir (y tocar) acelerada y peligrosamente no es ningún secreto ni nada que resulte insólito dado que lo suyo es el grindcore; sólo que esta vez se han pasado. Porque Media humanidad es la que sobra -poco diplomática declaración de intenciones- resulta un ejercicio de brutalidad y brevedad llevadas al extremo. Sólo así se puede calificar un disco donde despachan una docena de temas (lo que viene siendo un elepé larguito para cualquier mundano ellos lo catalogan como epé…) en menos de un cuarto de hora. Claro que, visto lo visto (esa portada…) y oído lo oído, quizás alargar más la sensación de patada en la boca del estómago que te produce este repertorio sería cruel e insoportable.
El género es lo que tiene: incluso al oyente más curtido le cuesta discernir entre tema y tema y entre disco y disco, más cuando te ves continuamente desbordado y abrumado por semejante andanada. De ahí que el hecho de que este trabajo se apoye en la poesía adulta de Gloria Fuertes (el disco se grabó en 2018, coincidiendo con el vigésimo aniversario de su muerte) aparezca, de entrada, como un asidero al que agarrarse en busca de matices. Pero, ojo, no estamos obviamente hablando de la vertiente infantil de la literatura de la madrileña, y mucho menos de sus colaboraciones en La cometa blanca, sino de la más estrafalaria, irónica y punzante. Su propia voz avisa al inicio: «Si quieres paz, prepárate para la guerra».
Y, claro, desde ese preciso instante se desata una manta de tiros y metralla de lo más salvaje e hiriente, una sucesión de trallazos sin solución de continuidad en la que la alternancia de voces entre la desgañitada de Sr. Gzú y la gutural de Sr. Juano va golpeándote los tímpanos y dejándote patidifuso y exhausto. Hasta tal punto que ese duelo vocal fagocita y absorbe el conjunto. Así se alcanza el ecuador y se agradece escuchar de nuevo a Fuertes en Sociedad de espectros, fantasmas y trasgos, una tregua en medio de la hostilidad reinante.
Hacia el tramo final del disco, por fin, las guitarras de sonoridades crust de Sr. GrinderMassive cobran protagonismo, en especial en Menú de guerra y en Tetas de mentira, donde su pericia y la atronadora batería de Sr. Longo entran en acción y ganan enteros para alivio del oyente. Y de igual modo se agradece el cierre con El fantasma asustado, el tema más atípico con el la la la del arranque y esas voces del más allá, todo un recurso para bajar revoluciones y sacudirse la embestida. Dolorosa y gozosa a partes iguales.
Foto principal: Lakhota Noise.