Linimento Volátil + Bungalow Bill. Sala Even. 25 de julio de 2020
Puro y clásico rock. No creo que haya mejor definición para lo que nos ofrecieron en la noche del sábado las dos bandas que se subieron al escenario de la Sala Even. Una banda sevillana y otra ceutí nos dieron sendas descargas de auténtico rock, pletórico de energía y vocacionalmente vibrante. Sin recurrir apenas a las versiones los grupos supieron sacar toneladas de buenas vibraciones a sus instrumentos, particularmente a las guitarras manejadas por Esteban Ruiz y José Biosca en Linimento Volátil y Bungalow Bill respectivamente, puro sentimiento y gran nivel técnico por parte de los dos. Aunque las baterías de Jesús Morales, que aunque titular de Venezia Rojo Shocking, sustituía en Linimento Volátil al lesionado Fran Barquín, y de José Miguel Casas en Bungalow Bill y los respectivos bajos de Javier Alés y Diego Fernández no se quedaban atrás en absoluto, sólidos como rocas y versátiles al mismo tiempo. Resultaba muy difícil no contagiarse del nervio que derramaron en sus conciertos, que se hicieron muy cortos gracias a las buenas maneras de las bandas y a su capacidad para comunicar ese sentimiento de estar pasándoselo en grande, que sin duda sentían. Es posible que parte de los espectadores estuviesen allí por el recuerdo de bandas de los 80 como Desertores, Picapiedras, en las que estaban algunos componentes de Bungalow Bill y Linimento Volátil, pero las dos demostraron tener la suficiente personalidad como para no necesitar comparaciones con el brillante pasado; su mezcla de vitalidad y clase les convierte en genuinos continuadores del mejor rock, sin etiquetas. Al finalizar sus conciertos se les veía complacidos, pese a haber conseguido una entrada muy corta de espectadores; pero los pocos que estuvieron allí conectaron perfectamente con su energía y también quedaron satisfechos, muy satisfechos.
La fuerza de los acordes iniciales de Bienvenido al clan puso la noche en marcha. Esta canción es del segundo disco de Linimento Volátil, el que se llamaba A ti te daba yo, y que supuso la confirmación de una alternativa después de haber presentado un par de años antes Sobre todas las cosas que nunca te dije, del que después de interpretar La mosca tras la oreja, la magnífica forma en que Esteban convirtió en canción el poema de Francisco José Cruz, lúcido poeta de Alcalá del Río, recuperaron Sin pisar el suelo y Pica en Flandes, más crudos que en sus versiones grabadas, sobre todo a la hora del solo guitarrero de esta última canción, que derramó napalm, como dice en su letra.
Volvieron al segundo disco con Más Calígula y Así soy yo, manteniendo la atención de todos en un concierto que iba yendo a más a base de sencillez, naturalidad y fe en lo que estaban haciendo. Tras el alegato contra el machismo de una época difícil para que una canción como Yo no soy esa fuese compuesta e interpretada por una mujer, en el que Linimento Volátil reivindicaron a Mari Trini con esta versión, nos regalaron el estreno de una nueva, Tu mentira es mi verdad, en la que Esteban sacó de sus pedales efectos que enriquecieron el sonido aún más, insuflándole aliento eléctrico. Me da igual y Endorfina son mis dos canciones preferidas de la banda y el clasicismo rockero de ambas en la recta final del concierto estrechó mi contacto con ellos y, parafraseando al Finito con el que se despidieron, juntos fuimos felices, aunque supiésemos que todo esto se iba a acabar al final.
Bungalow Bill venían a presentar su reciente segundo disco, De poemas y versos, de los que están repletos sus surcos. Y después de una entrada de guitarra desnuda y elocuente de José Biosca, comenzaron a desgranarlos con Gastando munición, una vez unidos a él Diego y José Miguel. Con una enorme eficacia y sobriedad fueron interpretando seis de las siete canciones del disco, en las que además de la voz de Biosca, su buena mano para la guitarra se dejó sentir especialmente bien en la canción que da título al disco y en Tormentas, con aires esta casi de blues, elegante, que arrastró al silencio más absoluto a toda la sala con su derroche de feeling.
Toda una sorpresa fue que Bungalow Bill siguieran el concierto con un repertorio de nuevas canciones, sin recuperar ninguna de su primer disco, ya casi con siete años tras él, demostrando que no están acomodados y que siguen asumiendo el riesgo de mirar de frente al futuro y tratarlo de tú a tú con canciones en las que nos hacen partícipes de su convicción en que una banda de rock no debe tener ni un amago siquiera de cansancio ni de gloria marchita, y después de Ningún rastro, Ese vino de autor y Johnnie, solamente volvieron la vista atrás para recordar a Los que se fueron. Es esta una canción en la que en su parte final se relaja la construcción del muro de hormigón que la sección rítmica levanta tras la guitarra de Biosca, que a su vez se acalla en un dulce susurro, para que se escuchen bien los nombres de los que ya no están con ellos en Ceuta, pero que al estar esta noche aquí en Sevilla yo mismo, que tuve el honor de subir al escenario para hacerlo, sustituí por los nombres de esos quince de los nuestros que ya se fueron para siempre. Mi lugar en el micrófono lo ocupó segundos más tarde Álvaro Izquierdo, el cantante de Helio e Izquierdo y Los Acoples, para poner voz a una de las mejores canciones que se escucharon por aquí en los años 80, La nueva virtud, de Desertores, revistiéndola de la distinguida dignidad necesaria para provocarnos la misma emoción que cuando se la escuchábamos cantar a Vicente en el Fun Club o el Roll Dancing.
Los jóvenes que esperaban en la puerta de la sala para entrar a la sesión de DJ posterior a esta velada nuestra comenzaban a impacientarse y Bungalow Bill tuvo la delicadeza y buena disposición de acortar su set en un par de canciones y acabar el concierto un poco antes de lo previsto dejando fuera otra de las nuevas, la que tenía el nombre menos apropiado para la ocasión, Ahora mismo es un buen momento, porque no lo era en absoluto, porque hubiésemos querido más aún que ese Rompiendo el hielo con el que terminaron a lo grande su demostración de que las eternas virtudes del rock siguen siendo tan válidas ahora como lo han sido siempre. Todo depende de quién y cómo las encarne, y ellos, al igual que Linimento Volátil en el concierto anterior, habían conseguido que los, repito, pocos que nos juntamos allí esta noche, sintiésemos que estábamos escuchando los sonidos más modernos del mundo.
