Los Fusiles. Sala X. 5 de diciembre de 2020
Los Fusiles están en vísperas de sacar un nuevo disco que, a tenor de las canciones que ya conocemos de él, que son justo la mitad de las totales, va a reflejar perfectamente la evolución de la banda y va a estar no solo a la altura del ¿Quién le escribe al coronel?, sino que va a superarlo.
Pero lejos de concentrarse en este próximo lanzamiento, su concierto de ayer en la Sala X se basó en el disco del Coronel, como venían haciendo en sus conciertos anteriores, y lo interpretaron casi entero; solamente les faltó la canción que lo cierra, Sistema solar, a cambio de la cual rescataron Díselo, una de las primeras que grabaron, allá por el año 2016, que fue el segundo de los bises, el que marcó el final del concierto. Hasta llegar a ese momento fueron espaciando a lo largo del set las cinco nuevas, marcando con ellas algunos de los mejores momentos de la tarde.
Eran las cuatro, una hora a la que ya nos vamos acostumbrando a comenzar los conciertos de rock, aunque todavía nuestro ánimo remolonea y precisamente la mejor manera de iniciar el concierto de Los Fusiles fue ir asentando poco a poco ese ánimo en lugar de comenzar a disparar balas sónicas sobre nosotros desde el principio. Bala errante fue, pues, una perfecta elección para entrar a medio tiempo, dejando que nos preparásemos para la descarga, que tuvo lugar inmediatamente después, cuando comenzaron a imprimir velocidad con Sadie, la primera de las piezas que son un testimonio del amor de la banda por el rock’n’roll temprano. Los guitarrazos de Quique Ruíz con que comenzaron la siguiente canción nos introdujeron en Pasen, una de las que formarán parte del próximo disco, y que a mí particularmente se me antoja como una versión muy mejorada de Mecánica aplicada, una canción que conocimos en el disco del Coronel a pesar de que fue de las primeras que compuso Pablo Cuevas, hace muchos años ya, con su colega Manolo. Con Pasen nos hacemos una idea de cómo sonarían Tequila o Moris a estas alturas del siglo XXI, y además termina con una demostración del dominio de la guitarra de Quique que fue uno de esos mejores momentos del concierto que antes mencionaba. Sus riffs manifestaron una amenaza innata y palpitante que explica por qué su técnica no se queda en ese rock and roll canónico y su guitarra tiene la crudeza punkie necesaria para incendiar grandes canciones de Los Fusiles como La llamada o el Pasacalle en la ciudad, que es la última que hemos conocido de ellos.
El rock de los 70, sólido y convincente, llegó con Galones y esplendor, convertido luego en blues rotundo y brillante con A cambiar de aires. Siguieron desgranando las canciones del disco del Coronel con Mecánica aplicada y Solo esta noche, vitalistas guiños a la iconografía pop con la que la música comenzó a llamar a las puertas de todos los puretones que volvimos a encontrarnos ayer, llenando por completo el limitado aforo de la sala. Pablo dedicó La llamada a un amigo suyo, fallecido recientemente, y las notas del bajo de Juanlu Cordero, seguidas por los golpes de caja de Pablo Guinea, nos prepararon para recibir a un Pablo convertido en el Paul Weller de los Jam, que sin embargo se presentó como el mejor Josele Santiago, con quien su voz comparte tantos matices. La interpretación de esta canción de La llamada, una de las mejores de su repertorio, fue el momento en el que más echamos de menos una buena ecualización que nos permitiese escuchar apropiadamente todo lo que Pablo cantaba; sensación agudizada más aún con Mañana será igual, una canción que Pablo escribió con una novela de Pérez Galdós en su mente, que hubiese merecido una escucha atenta y ajustada al tiempo de su melodía, lenta, que Quique endulza con su guitarra. Canciones con las que Los Fusiles demostraron que el virtuosismo no tiene por qué ser llamativo.
Y de nuevo la subida fue progresiva, poco a poco, con Tu sueño, otro medio tiempo que aparecerá en el nuevo disco, una canción que se aparta del registro guitarrero que tiene la que la siguió, Tarde de perros, otra vuelta al rock and roll más clásico. La reclamación es también de las canciones nuevas y comienza de forma arrolladora, con la batería a tope; una canción que bebe del 77, interpretada con entusiasmo y rota, sin complejos, con El parque, que es de esas canciones que te llenan el estómago de mariposas y te hacen ver corazoncitos de caramelo si tienes al lado la compañía adecuada. Lástima que ayer quien hubiese tenido esa suerte se viese coartado por la antiestética mascarilla que impide el morreo y rompe el encanto de ocasiones como esta.
Pasacalle en la ciudad, con otro solo de Quique absolutamente fascinante y ¿Quién le escribe al coronel?, en la que Pablo derrocha una lírica que aquí nos pasó desapercibida en un gran porcentaje, fueron la antesala del punto final del set, que lo pusieron con la canción que dará título a su nuevo disco, Victoriosa; una elección para terminar que no me parece demasiado acertada porque suena muy melancólica y rompe el clímax de las dos anteriores. El bis fue breve y dulce, con el rock and roll descarado de Díselo enlazado al final de Telstar, una versión del mítico instrumental de los Tornados aunque en una recreación mucho más guitarrera y cercana a la que Chris Spedding hizo con los Ventures, que adoleció de más volumen en la guitarra de Pablo, que era en esta ocasión la que hacía los fraseos distintivos; aunque dio igual, porque unos acordes tan grandes los tenemos ya escritos a fuego dentro de nosotros y en nuestra cabeza suenan gloriosos, sea cual sea la forma en la que entran por nuestros oídos.
Tarde la de ayer de reencuentro entre viejos conocidos que vuelven a salir a buscar el calor de la música en directo, aunque se lo den con cuentagotas y en condiciones bastante penosas, pero ayer comprobamos una vez más que, en épocas de confusión, una banda como Los Fusiles encarna los valores más tradicionales del rock y nos los brinda, arrojando luz sobre la oscuridad actual, con potencia y elegancia. Y por las nuevas canciones que vamos conociendo de ellos, estoy seguro de que seguirán haciéndolo durante mucho tiempo más.
