Aunque en siete años llegase a sacar cuatro discos largos con Falso Cabaret y LõBISON, nunca fue Juamba d’Estroso un cantante y compositor de línea de montaje, sino un iconoclasta ecléctico, un poeta de delirante verso que fue transitando por los discos que grababa, evolucionando a través de ellos, hasta convertirse en un nihilista atrapado en una pecera con el resto de la humanidad, separado de la nada por una pared de cristal contra la que no deja de golpearse y de la que sabe que ya no saldrá hasta que muera, por eso no puede dejar de bucear en sus aguas malditas: porque Si buceo no muero, que es lo que nos dice en la canción que abre su nuevo disco, Enemigo de lo auténtico. El ansia por la libertad es inútil y la autenticidad no existe. Juamba se dio cuenta un día de que no tenía emociones y se había convertido en un ser tóxico, alguien que tenía a su peor enemigo en su interior… o quizás no fuese Juamba, sino un personaje salido de su imaginación, pero que en realidad no es real. Me parece que ni el propio Juamba lo sabe con certeza.
El disco está repleto de extrañeza, confusión… fascinación. Pero está mucho más desnudo que los anteriores, arropado por un sonido lo-fi grabado al principio, mientras Juamba permanecía confinado en su casa, solo con su guitarra y su voz, para después ir añadiéndole los demás instrumentos que suenan en las canciones. Todo lo toca él excepto unas elegantes notas de teclado Hammond aportadas por Fernando Zambruno en un par de canciones cuando el disco se mezclaba y masterizaba en sus estudios de Pancake Analog Recording. Una de ellas es precisamente la segunda, Estancia desastre; en la que comienzan las colaboraciones de diversas cantantes con voces de lujo que sirven para darle un gran contrapunto a la voz de Juamba, que suena profundamente convertida en un gruñido de bourbon… encuentro botellas que suplican borracheras, dice aquí, sonando como Tom Waits después de pillar la mayor de todas esas borracheras. El suave terciopelo que amortigua su caída sale de la voz de Mónica Navarro, que nunca estuvo en una canción más densa, ni siquiera imaginada en los peores sueños de su banda, Alondra Galopa
Juamba… o su personaje… o Juamba… solo escucha el silencio que le produce estar bajo el agua; sumerge en ella la cabeza, acepta su destino. Su autoengaño le hace pensar que es valiente moviéndose por donde quiera en ese mar de su pecera carcelaria… ya me tengo valiente, mentira que me cuento, en la casa en la que remo seguro… Elena Setién, convertida en sirena, aparece con el agua salada y bonita de mar que el grifo mete en su bañera y le muestra otro destino; Juamba ahora quiere huir de allí en una barca que flote. Pero el ansia por la libertad es inútil y la autenticidad no existe, ya lo dije antes; no hay salida del vaso de aluminio sin aire y en él debe mantenerse, preso de la Docilidad fingida que da título a estos negros versos que María Guadaña canta con él.
Juamba en este disco dobla sus canciones en nuevas formas para retratar personajes, en fotos del revés, en ráfagas de blanco y negro que no tienen mucha salida, como la música suya y las emociones que transmite a través de ella. Si sus pares y compañeros de profesión son Instagram, él es una sórdida revista porno como aquella Velvet Underground que dio nombre a un grupo de artistas que se definieron a sí mismos en contra de casi todas las tendencias importantes, otros enemigos de lo auténtico. En Sal Lázara emerge Ana Béjar desde un coral del fondo, pero solamente puede pasear su desnudez en la sombra de la noche. No es hasta que llega Golosondrina cuando la voz de Laura Arias hace que comience a clarear un poco con luz del día esta colección de canciones abisales. En esta rinde homenaje a Alexandre Lacaze, un músico que fabricaba belleza, con el que compartió sello sevillano cuando eran obreros de la música en Green Ufos.
La luz que trajeron unos senos altivos y una piel rosada le hizo despertar. Y se levanta de la mano de Mati Pando, la cantante sevillana que pone voz a un grupo barcelonés, Tilde. Las canciones, esta y la anterior, se acercan más a las formas y estructuras populares, son más tiernas en su descripción de la compañía que tiene ahora Juamba… o su personaje… o Juamba… pero solo son un Escaparate de algo que en realidad ya no hay en existencias: esperanza. Dentro solo hay un inmenso vacío y él nunca escapará de su farsa. En realidad las manos extendidas de Laura y Mati no fueron siquiera oportunidades perdidas, tan solo fueron ilusiones. ¿Magia de la lágrima melancólica en sus ojos? Todo el mundo quiere un poco de romance, un poco de drama, una pequeña señal de que todas estas noches y madrugadas, de bourbon y cervezas amargas, miradas desesperadas y encuentros furtivos, en realidad podrían sumar algo así como una vida que valga la pena. La de Juamba… la de su personaje… la de Juamba lo hizo al entrar en su vida el poder redentor de una compañera que le ayudó a sanar. Y aunque Juamba se declare Enemigo de lo auténtico su vida real, la que existe fuera de los estrictos límites de un disco, exuda promesas de optimismo. Y no importa que el disco termine con las palabras ácidas de quien no está contento con su destino, remarcadas de nuevo en el bonus track de Ya valiente, que si con la voz de Elena antes sonaba agridulce, ahora con la de Ale Castillo resuena amarga por todos sus poros.
Este Enemigo de lo auténtico, el cuarto ya de LõBISON, disponible en las plataformas de escucha desde hoy mismo, es un disco que musicalmente suena fuera de tiempo pero pertenece por entero a él, porque transmite privación y pobreza de ánimo, depresión; con una cualidad espartana que refleja los detalles del mundo de Juamba d’Estroso tan hábil y convincentemente como lo hacen sus letras. Juamba extiende su personalidad y la refina frente a un mundo hostil. La línea entre las canciones y la vida real está difuminada; ¿son aquellas un informe del clima emocional del que las canta? ¿O la ayuda que le ofrece Luisa Salazar para cantarlas, su compañera en la vida, le ofrece también una mejor visión de su mundo? Esperamos, por el bien de su salud física y mental que este disco, que Juamba ha dedicado a la memoria de su amigo Rafel Berrio, sea solo una magnífica forma de demostrar la profundidad de ese mundo suyo y el alcance de su dedicación para evocarlo con una claridad fina y excéntrica. Pero que todo ello lo haya hecho desde el exterior de él y no desde sus profundidades.
Fotos: María Salazar. Portada disco: Ale Jan Dra