The Fleshtones. Sala X. 11 de abril de 2019
Teniendo en cuenta que he visto antes a Peter Zaremba sacando a su hija de cuatro o cinco años a tocar el violín en medio de un concierto; que le he visto tirarse al suelo en mitad de la gente a hacer flexiones y luego poner a un pringao del público a hacerlas también; que le he visto correr y saltar por encima de la barra de una sala envuelto en una capa como si fuese Supermán, se podría decir que en el concierto de los Fleshtones de anoche en la sala X estuvo incluso comedido en su componente de showman. En realidad lo más espectacular que hicieron fue su aparición, saliendo de los camerinos y desfilando en hilera entre el público tocando sus instrumentos respectivos (bueno, el batería golpeando una baqueta contra la otra), así se subieron al escenario usando un subwoofer que se había colocado ante él a modo de escalón, para posteriormente subir y bajar varias veces más, mientras interpretaban The dreg, para terminarla ya arriba con Keith Streng y Ken Fox, guitarra y bajo respectivamente, tocando sus instrumentos a medias, cada uno rasgando las cuerdas del suyo con la mano derecha y pulsándolas en los trastes del instrumento del otro con la izquierda, mientras giraban una y otra vez sobre sí mismos formando su conocida wheel of talent. Después, con The girl from Baltimore la cosa se calmó un poco, pero por poco tiempo, ya que lo que siguió a partir de ahí fue un concierto loco, pero sin caer en la caricatura que los Fleshtones han parecido de sí mismos otras veces; divertidísimo, sudoroso, sin pretensiones… el ABC del rock and roll; al que uno se ve impelido a sumarse y dejarse arrastrar por la alegría contagiosa de los demás y saltar y gritar, como yo mismo hice anoche, desgañitándome con el estribillo del Child of the moon stoniano como no lo hacía desde mucho tiempo atrás.
Back to school fue un ladrillazo sónico que nos preparó para lo que iba a venir, una noche de fantástico rock de garage que nos arrastró, como os digo, como una avalancha, ocasionalmente sumergido en un poco de punk, un poco de psicodelia y mucho de glam macarra setentero, sobre todo cuando el que cantaba era Keith, el guitarrista del culillo apretao, con el que parecía que nos habían cambiado a los Fleshtones por Slade con ese timbre de voz tan parecido al del Noddy Holder que tiene el tío. Peter Zaremba no le fue nunca a la zaga en cuanto a vitalidad y durante el concierto sollozó y aulló, incluso cantó con una suavidad aterciopelada en ocasiones, mostrando una madurez digna que se reflejaba en su rostro en momentos como esos en los que chapurreaba un español horrible para cambiar el nombre de la banda por el de Los Fiestones, o entonar su hit del zombie juvenil mezclando idiomas en la letra… yo soy un teenage zombie… o, mezclado entre el público, todos agachados rodeándole, anunciar que «la próxima canción va a ser muy psicodélica», y seguir empleando nuestro idioma en Veo la luz con toda la sala saltando, aprovechando la inercia de la fuerza que tuvieron que hacer para ponerse de nuevo en pie. Era entonces cuando Peter mostraba un entusiasmo vigoroso inquebrantable, con el que parecía que estaba pasando el mejor momento de su vida.
Las canciones que os he dicho con las que empezaron eran de sus primeros discos, de aquellos primeros días de la banda en Manhattan como contemporáneos de los Ramones y Blondie en el CBGB, y además de otros clásicos atemporales suyos también fueron desgranando canciones nuevas de ese disco que les define tan bien, The band drinks for free (La banda bebe por la patilla), como Suburban roulette, Love my lover y Rick Wakeman’s cape, y algunas versiones muy escogidas, como la que mencioné antes de los Rolling Stones, el Love like a man de Ten Years After o el I surrender de la olvidadísima cantante alemana Bonnie St. Claire. Eché de menos el Pretty, pretty, pretty, pero la carrera asesina que realizaron con el repertorio elegido fue excelente y brillante y nunca disminuyeron su velocidad. Con defectos claros y audibles, es verdad; pero eso no nos importa a los fanáticos obsesivos del rock, que somos los que formamos parte de las legiones de seguidores de los Fleshtones.
