Hace un mes y medio que Los Fusiles volvieron con un nuevo disco, el tercero ya, sin contar el EP de sus inicios, de nombre A mano armada, que es un paso más firme aún en su asentamiento como una de las mejores bandas del país. Puede que todavía no lo haya escuchado lo suficientemente para encontrar entre sus diez canciones alguna que llegue a la altura majestuosa de ¿Quién le escribe al coronel? o Pasacalle en la ciudad, que eran las cimas de los dos discos anteriores, pero el conjunto de esta decena eleva el nivel de esos dos sin rehuir sus influencias más antiguas ni rebajar un ápice su crudeza, además suma puntos con una producción más pulida y, en última instancia, ofrece un sonido superior.
Se nota que Los Fusiles ya no tienen ningún secreto para Jesús Chávez y con su producción en sus Estudios Pelícano ha sacado de ellos todo lo que podíamos haber esperado y más. La entrega vocal de Pablo Cuevas es poderosa e impecable a lo largo de todo el disco; los riffs de guitarra de Quique Ruíz varían de la dulzura a la ferocidad; el bajo y la batería de Juanlu Cordero y Pablo Guinea no forman una sección rítmica estruendosa y suenan de forma experta en cada canción. Todos juntos adquieren más relevancia que nunca.
En términos de composición, tampoco ha disminuido el calibre de los discos anteriores; en cuanto a arreglos instrumentales, no solo no han sufrido menoscabo, sino que, por ejemplo, las percusiones adicionales de Guillermo Luceño en una canción como El intento hace que trascienda del familiar sonido que podría hacerla parecer como un resto recuperado del primer disco. El saxo -e incluso la breve trompeta- de Javi Cambra, y los teclados y arreglos de cuerda de Jesús también son herramientas de embellecimiento y resalte de las canciones en las que participan. Lo que he dicho de El intento también podría aplicarse a No me tientes, aunque en menor medida porque a esta canción, además del órgano de Jesús, también la separa de lo repetido la guitarra de Quique, que suena enorme, como lo hacen también los coros de Pilar G. Angulo en Que no se acabe nunca, si bien no lucen tanto en La esquina de tu casa, algo que tampoco nos importa demasiado porque su vivo ritmo como de ska nos mantiene tan seducidos que no podemos pensar en ninguna pega que ponerle. Y por todo el disco sobrevuelan los tonos de guitarra duros y difusos de Quique y algunas de las mejores ejecuciones vocales que le hayamos escuchado nunca a Pablo que, por otra parte, ha llegado ya a un punto en que hace sonar de manera increíble cualquier cosa que pueda cantar. Y esas cosas son estrofas de bella y evocadora lírica.
A tumba abierta es la única canción en la que Pablo comparte la composición con Quique y abre el disco con altos grados de ferocidad y carnicería. Puede que induzca a error lo que dije al principio sobre lo pulida de la producción, porque esta no hace que la banda sea demasiado limpia, sino que hace que la música suene firme y mantiene bajo control algunos de los instrumentos más escandalosos sin domesticarlos por completo, y estoy pensando en la guitarra de Quique y el saxo de Javi en esta pieza.
Dando un salto hasta la última canción, La maestra, nos encontramos con una interpretación impresionantemente armónica -y no lo digo porque Pablo toque este instrumento en ella-, acústica, completamente diferente a cualquier otra cosa en el resto del disco, aunque también muestra las raíces e inspiraciones del alma de Los Fusiles; una prueba más de que la banda se inspira en una gran variedad de fuentes para este disco. Suena como si hubiera sido extraída directamente de los años 60 y sería más que bienvenida en un disco de Bob Dylan de esa época.
A mano armada es un disco que rezuma estilo y nunca tiene miedo de saltar de un sonido a otro. Que no se acabe nunca suena hermosa, luce voces angelicales y cuerdas soñadoras y allá por los dos tercios de la canción toma otro camino y atraviesa el resto de su tiempo de ejecución una guitarra preciosa y resonante para terminar con el buen gusto del saxo. Esta canción es sin duda uno de los mejores momentos de un disco lleno de momentos destacados, que presenta a la banda en un punto en el que no pierden el norte, al que aluden en la canción que sigue, pero no tienen miedo de adoptar inspiraciones modernizadas mientras se aferran a todo lo que los ha llevado a donde están hoy. Necesito escuchar este disco de forma más continuada; me es difícil con todo lo nuevo que surge continuamente en nuestra ciudad, pero estoy seguro de que me lo agradeceré a mí mismo.
Fotos: Des Peinados
Arte gráfico portada: El Ciento